Dedeté: El equipo de grandes ligas del humor gráfico

Dedeté: El equipo de grandes ligas del humor gráfico
Fecha de publicación: 
24 Febrero 2016
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Ambos tabloides, aunque me referiré al último, agruparon a colectivos de trabajo estelares.

En sus páginas estaba Manuel, el gran Manuel que no necesita apellido para saber de que se habla del  caricaturista que todos los demás le rinden honores. Y allí competían con sus dibujos los de Ajubel,  Carlucho, Ardión, Tomy, Torres y un gran equipo de colaboradores. Luego, sus páginas acogieron a otros autores como Ares y Lauzán.

Para llegar a esa publicación habría que hablar de El Liborio, de Ricardo de la Torriente; y El Bobo, de Eduardo Abela, ambos a principios del siglo XX,  ejemplos de personajes que, amén de populares, signaron épocas. En ese contexto de crítica social se inscribe otro cartón, El Loquito, que nacido en 1957, cumplió su media centuria con su padre, René de la Nuez, totalmente activo y produciendo.

 Luego vendría una historia llena de explosión: la década de los 60 con El pitirre y un humor vanguardista por bandera, un Chago Armada haciendo con su Salomón más reflexiones que algunos comentarios filosóficos, y otros tantos artistas consagrados o por consagrarse en el difícil género.

Como sucesor de Zig zag, que se quedó sin dibujantes por la estampida hacia el Norte, nació por esa época el semanario Palante, desde entonces hasta hoy marcado por el costumbrismo. Más tarde aparecería el DDT, con una línea en su diseño y manera de plasmar el humor que conformó una escuela que realmente logró una revista paradigmática que, vista hoy a la distancia, sigue siendo un punto de referencia.

No faltan en un amplio mosaico modalidades de viñetas que apenas muestran unas cuantas líneas con las que se define un personaje, pero tampoco son pocas las obras con un acabado casi preciosista, en las que despunta un dibujo anatómico realista.

Desde 1990 el panorama del humorismo gráfico cambió. De los 300 mil ejemplares quincenales que circulaban del DDT en 1989, solo queda una página en el periódico Juventud Rebelde, y nació un sitio llamativo digital.

Para Torres el Dedete “estaba comprometido con las buenas causas, tuvo la virtud de servir de escuela a muchos humoristas, en ella se publicaron obras de las mejores firmas del mundo gráfico internacional, e hicimos, tal vez sin pretenderlo, nuestra propia silla diferente a los demás”, mientras Ajubel ha afirmado  que esa revista era “no solo humorística y satírica, sino un fenómeno socio-cultural que se anticipó a los discursos de otras disciplinas dentro de las artes en Cuba”.

“La forma del humor del Dedeté era poner el dedo en la llaga, un poco de humor, pero otro poco de realidad. Aún así, el diseño era muy personal y la variedad de estilos era extraordinaria”, ha escrito Jorge Alberto Piñero (JAPE).

Para no pocos estudiosos Sigmund Freud tuvo razón, cuando en El chiste y su relación con el inconsciente, aseguró que el humor es intrínsecamente subversivo. Una afirmación polémica -como toda la obra del psiquiatra austriaco- pero que abre una gama de interpretaciones, desde las más sencillas que hablan de lo saludable que es reírse de uno mismo, hasta las dobles o triples lecturas de dibujos gráficos que han pasado a ser clásicos en su género.

Precisamente, por esa posibilidad de decir desde un dibujo lo que se necesitarían diez cuartillas,  el Dedete era “el dorado” para los dibujantes cubanos que en los años 80 aspiraban a ver una de sus viñetas en la reconocida publicación. Por supuesto, sigue siendo una propuesta atractiva para los caricaturistas y el público,  pero siempre sería mejor que como lustros atrás fuera una revista y no una página de un periódico, aunque este sea su padre. Entonces, JAPE ha dicho  era un “boom cultural dentro de la propia cultura cubana”.

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