CRÍTICA: El renacido, una de las favoritas al Oscar

CRÍTICA: El renacido, una de las favoritas al Oscar
Fecha de publicación: 
6 Febrero 2016
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El renacido (The Revenant), de Alejandro González Iñárritu, llega a la entrega de los Premios Oscar con 12 nominaciones, que si bien no es un record, sí es una cifra considerable. Para muchos es la gran favorita, aunque ahí nunca se sabe. En los Premios Globo de Oro se alzó con tres distinciones, entre ellas la de mejor película en el apartado de los dramas. La lista de nominaciones y premios es más larga, pero que nadie nos acuse de hacer crítica a partir de los premios: El renacido no es una mala película, al menos está muy bien filmada, pero tampoco nos parece la obra maestra que algunos han descrito.

Vamos por pasos. Primero reconozcamos que es una película monumental, a pesar de la elementalidad del argumento que la articula. Pudiera parecer una contradicción, pero no lo es tanto. Si no fuera por la grandilocuente puesta en pantalla (fotografía, ambientación, efectos especiales), El renacido sería una película menor, incluso bastante aburrida.

Parece que Leonardo DiCaprio encarna a uno de sus más grandes personajes… parece, porque bien visto, más allá de las exigencias puramente físicas, más allá del “saber estar” frente a una cámara, todo se resuelve con bufidos, jadeos, gruñidos y otras manifestaciones del dolor y el cansancio extremo.

Que conste, no demeritamos al actor, que hizo lo que tenía que hacer y lo hizo bien. Pero no estamos ante una lección ejemplar de histrionismo.

El caso es que El renacido cuenta en más de dos horas lo que se hubiera podido resumir perfectamente en media hora, o en menos. La increíble lucha por la supervivencia de un hombre en un contexto adverso y extremo, en pos de una venganza, a golpe de peripecias, resulta por momentos más regodeada de la cuenta. Si no fuera —insistimos— por la grandiosidad de la recreación, pudiera parecer hasta risible. A este hombre le pasa de todo: una osa lo zarandea casi hasta la muerte, lo entierran vivo, casi se ahoga, cae por los rápidos de un río y por un precipicio… y logra seguir adelante. La reafirmación enfática de la heroicidad humana, lo (casi) nunca visto.

Obviamente, hay que aplaudir la genial fotografía de Emmanuel Lubezki (y en ese sentido el entorno puso lo suyo: desaprovechar la plasticidad de esos paisajes parecería pecado) que va desde lo general hasta el detalle siempre con implicaciones; hay que aplaudir los efectos visuales (la pelea con la osa ya es célebre, algunos bromistas dicen que el Oscar, en todo caso, debería corresponder al animal); hay aplaudir la hazaña de la producción (buena parte de la promoción del filme se ha basado en lo difícil que resultó hacerlo)… Al final todos esos elementos revisten, hasta el punto de que le otorgan a El renacido una contundencia formal que disimula la simplicidad (que no sencillez) de la trama.

Nadie pone en duda la capacidad del mexicano González Iñárritu (en este mismo sitio elogiamos otra de sus más publicitadas películas: Birdman), pero aquí parece más pretencioso que eficaz, aunque la película termine por atraparnos: a veces necesitamos reafirmarnos en la creencia de que algunos hombres pudieran llegar a ser invencibles.

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