Unos americanos en Camagüey

Unos americanos en Camagüey
Fecha de publicación: 
1 Febrero 2016
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Hace algún tiempo, en este sitio, publicamos una entrevista con el coreógrafo cubano-estadounidense Pedro Ruiz, que acababa de ser nombrado director artístico del Ballet Contemporáneo Endedans, que dirige en la ciudad de Camagüey la maestra Yaylin Ortiz.

No se trata de un cargo “oficial”, remunerado. Pedro Ruiz vive y trabaja en Nueva York, ofrece clases y monta coreografías en importantes agrupaciones de esa ciudad. Pero desde hace algún tiempo viaja mucho a Cuba, específicamente a Camagüey, y pasa allí largas temporadas.

Ese trabajo de colaboración le ha valido el reconocimiento de las autoridades culturales del territorio, y el cariño y la admiración de los integrantes de Endedans.

La semana pasada la compañía se presentó en el teatro Principal de esa ciudad con un programa que incluía estrenos de Ruiz y de Elizabeth Roxas-Dobrish, una bailarina filipina que fue integrante de la célebre Alvin Ailey Dance Company.

No vinieron solos. La destacada profesora Ana Marie Forsythe, autoridad en la técnica Horton —base del entrenamiento de la Alvin Ailey— también se embarcó hacía Camagüey, para ofrecer una clase magistral en los salones de Endedans.

 

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Lo que comenzó como una colaboración puntual, ya es un ambicioso programa de intercambios culturales entre Cuba y los Estados Unidos, que beneficia a bailarines cubanos y a coreógrafos estadounidenses, en un diálogo rico y prometedor.

Las funciones en el Principal, ovacionadas por el público asistente, son en todo caso la punta del iceberg. En el fondo están semanas de trabajo conjunto en los salones de ensayo, en el montaje de obras que, de alguna manera, tributan a dos culturas con mucho en común.

Los que miran con ojeriza los vínculos en perspectiva entre Cuba y los Estados Unidos (y hay razones, claro, para mirarlos así), tienen aquí un buen ejemplo de colaboración sana y provechosa. Los bailarines que asistieron a las clases de la Forsythe, por ejemplo, tuvieron la oportunidad de conocer los rudimentos (no había tiempo para más) de una técnica vigente en los Estados Unidos. O sea, ampliaron sus horizontes.

Lo mejor es que el programa va más allá de la compañía Endedans, pues involucra también a bailarines del Ballet de Camagüey y a estudiantes de las escuelas de arte del territorio.

EL REPERTORIO

El viernes del pasado fin de semana sucedió algo simbólico: en la platea del teatro Principal había casi tantos norteamericanos como cubanos. La propuesta complació a los dos públicos, que se hicieron uno en la ovación final.

Reencuentro, de Roxas-Dobrish, estiliza las peripecias de dos parejas, que en determinado momento se entrecruzan. La línea es hermosa y las soluciones dramáticas resultan diáfanas y efectivas.

Medianoche, de Ruiz, rinde homenaje a un acervo riquísimo: el teatro musical neoyorkino, en un entramado que recrea situaciones emblemáticas. Los guiños a cierta visualidad “a lo Broadway” son deliciosos; bien lograda la alternancia entre momentos líricos y francamente humorísticos…

 

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Pero lo que llama verdaderamente la atención es el compromiso de los bailarines, que asumen las piezas con entusiasmo, energía y sobrada capacidad técnica.

Pedro Ruiz lo tiene claro: va a regresar una y otra vez. “Es mi humilde aporte al país donde nací, donde viví los primeros años de mi vida. Mi único interés es crear puentes artísticos entre dos orillas. Quiero que los bailarines cubanos se sientan orgullosos de bailar aquí, en diálogo permanente con el mundo”.

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