Terrorismo en expansión

Terrorismo en expansión
Fecha de publicación: 
14 Febrero 2016
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Hasta que Rusia no decidió intervenir directamente contra el Estado Islámico (EI) en Siria -atendiendo a un pedido de Damasco-, que ha propiciado al ejército de este país recuperar extensas zonas de la nación árabe, la organización terrorista campeaba por sus respetos, haciendo burlas de la coalición que, liderada por Estados Unidos, decía combatirla, pero que respondía realmente a intereses particulares de las partes integrantes.

Los objetivos principales de los bombardeos rusos en Siria son arsenales de armas, depósitos de combustible y otras instalaciones con material militar del EI, aparte de propiciar el avance del ejército sirio.

Incluso expertos occidentales han reconocido que Rusia ha hecho más en la lucha contra el terrorismo en Siria que la coalición liderada por EE.UU., que ahora trata de disfrazar su real participación allí, mientras unos 4 000 integrantes del EI combaten en Afganistán al movimiento Talibán, un opositor de Estados Unidos.

Además, un leal aliado en el conflicto, Turquía, se empeña en eliminar a grupos kurdos que han demostrado en el terreno ínfulas victoriosas contra los extremistas.

Los kurdos desempeñan un papel esencial en la lucha contra la organización terrorista. Los militares de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí recuperaron una parte considerable de su territorio ocupado por el EI y anunciaron que aspiran a convertir el citado territorio en un Estado independiente, "aunque EE.UU. no lo acepte".

Merece especial atención la participación de las mujeres en las filas kurdas. Y es que los milicianos del Estado Islámico creen que si mueren en combate a manos de una mujer, sus almas arderán en el infierno, al contrario de lo que sucedería si caen a manos de un hombre.

Arabia Saudita contribuye generosamente a sufragar mercenarios y armas para eliminar al gobierno antimperialista y antisionista de Damasco, con el apoyo más o menos solapado de Israel.

Bajo  el pretexto de combatir el terrorismo, Riad bombardea indiscriminadamente Yemen, en tanto militares de potencias europeas y norteamericanos intensifican su presencia en África y zonas del Pacífico, donde se acaban de realizar atentados simultáneos en Jakarta, la capital de Indonesia.

Olla africana

El EI es que el detenta mayor membresía, pero sus aláteres, como Al Qaeda, ya campean en África, un continente que es un botín de guerra y depredado por los grandes imperios. Sus riquezas -como el petróleo- no han sido fuente de progreso, sino de degradación.

Como se puede ver en las líneas geodésicas de sus fronteras, África fue dividida de manera arbitraria por las potencias europeas en una conferencia en Berlín a fines del siglo XIX, en la que se repartieron el 90% del continente negro.

Con regla y escuadra, ingleses, franceses y alemanes partieron tribus, etnias, religiones, crearon países de la nada. De esta manera, surgieron naciones formadas por partes de varias tribus, que hablan varios idiomas y profesan distintas religiones, haciéndolas casi ingobernables.

Para los colonizadores, África era un continente sin civilización, pero a partir de los años sesenta, cuando sus naciones empezaron a conquistar su independencia, se inició un largo camino para remontar este pesado lastre.

Pero la propia explotación de Occidental, los complots que fraguó para satisfacer sus intereses, ha contribuido a que gran parte del continente esté sin control y sujeto a deseos de una amalgama de organizaciones, que exhiben desde un sospechoso patriotismo, hasta el lucro personal, en un contexto mafioso.

Hace unos días los yihadistas actuaron por primera vez en Burkina Faso, un país que habían respetado hasta ahora como terreno neutral, porque su anterior presidente, el depuesto dictador Blaise Campaoré, ya no podría ejercer función de mediador entre los grupos terroristas y los países occidentales, previo pago de suculentas comisiones y a cambio de que no atentaran en su territorio.

Los principales dirigentes africanos han alertado en numerosas ocasiones de la expansión del yihadismo radical por el continente, teniendo como principales focos el Sahel, el norte de Nigeria, Somalia y el sur de Libia. La intensa actividad de grupos terroristas como Al Murabitún, Boko Haram o Al Shabab es su cara más visible, pero en muchas ciudades como Bamako, Nuakchot o Niamey se puede constatar la expansión de una interpretación radical del islam ajena a la religiosidad tradicional africana. Estas nuevas corrientes, identificadas con el wahabismo, suponen una seria amenaza para la seguridad que ha llegado incluso hasta Senegal, donde han sido detenidos decenas de predicadores por “exaltación de la violencia”.

Violencia que tiene su raíz en la nefasta presencia occidental y en la intervención por doquier de Estados Unidos, el principal sembrador de las semillas que hacen germinar y expandirse al terrorismo.

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