Estrenos de cine: Mad Max, furia en la carretera

Estrenos de cine: Mad Max, furia en la carretera
Fecha de publicación: 
5 Enero 2016
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Uno de los personajes más emblemáticos del cine de los años ochenta vuelve al cine treinta años después de que se estrenara su última aventura. Lo hace por todo lo alto, ofreciendo, tanto a los fans de la saga, como a los recién iniciados a su mundo, las más extraordinarias secuencias de acción.

El creador de la saga de Mad Max, George Miller, cambia en Mad Max: Furia en la carretera a quien fuera su protagonista, Mel Gibson para poner, por lógicas razones generacionales, al muy eficiente Tom Hardy.

Los principales cambios de esta cinta con respecto a las obras de los años ochenta: el universo post-apocalíptico de Mad Max se expande más que nunca; el personaje central, que continua siendo un lobo solitario que lucha desesperadamente por sobrevivir, huye de sus perseguidores pero esta vez no quieren tan solo robarle la gasolina, sino que buscan también su sangre. No solo son vistos como recursos el agua y la gasolina, sino además los propios seres humanos.

La cinta muestra una sociedad de una estructura completamente piramidal, con un poderoso señor de la guerra en la cabeza, y con los escalones inferiores pensados exclusivamente para servir las necesidades de los de arriba. Así, es normal ver hombres transformados en apenas alforjas de sangre y órganos; mujeres cuyo único propósito es parir hijos al líder; un ejército de jóvenes amaestrados para -fanatismo religioso mediante- morir luchando por su líder.  

Como en las obras anteriores, Mad Max, salvajes de la autopista, El Guerrero de la carretera, Más allá de la cúpula del trueno, esta cuarta entrega de la saga funciona como entretenimiento, pero a la vez trata temas candentes como son las injusticias sociales a escala máxima.

Tom Hardy, como mismo hizo en otros tiempos Mel Gibson, interpreta a un Mad Max desacostumbrado al contacto social, que solo habla como última opción. Junto a él, Charlize Theron da vida a una muchacha pelada a rape y manca, justo en las antípodas de lo que se podía esperar de la típica heroína femenina a la que Hollywood nos tiene acostumbrados.

Pero nada de esto dice la coronación de las expectativas que es Mad Max: Furia en la carretera. Es una cinta homérica. La Ilíada y el Rapto de las Sabinas. Helena de Troya y Antígona. La mujer de Lot en Sodoma. La guerra del agua y la lucha por el petróleo. Tribus nómadas del desierto contemplando el incendio de los pozos de Kuwait. Wilhelm Richard Wagner y James Marshall “Jimi” Hendrix. Mitología y barbarie. Amazonas y Mercenarios. Vikingos, valquirias y El Paraíso. Todos los tiempos y todas las culturas, concentradas y expandidas en 120 minutos.

De todos los dioses a ninguno. Del agua a la gasolina. Mitad sangre mitad ácido. Charlize Theron es Penélope y Tom Hardy es Odiseo. Y las ninfas, diosas de belleza en medio de la masacre y la cochambre.

“Yo fui testigo” dice un personaje de la película antes de inmolarse por el bien común... Testigo… de cómo enfrentó al mal, a Polifemos, a motoristas del infierno, de cómo vivieron, también ellos, una secuela de la historia más grande jamás contada, la más abrumadora y gloriosa:

“Canta, oh musa, la cólera del pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves; cumplíase la voluntad de Zeus desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles” (Ilíada, canto I).

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