Polo Montañez: a 13 años de su adiós

La gente se va olvidando de las fechas. Las obvian con desdén y no se esfuerzan en recordar el momento exacto en que alguien se convirtió en inolvidable. Perduran, por suerte, los logros individuales que son los responsables de la trascendencia personalizada de cada uno.

Por eso me atrevo a asegurar que excepto el pueblo pinareño y algunos otros fervientes admiradores, probablemente cedimos al embrujo de la desmemoria y no caímos en la cuenta de que, este 26 de noviembre, hace 13 años, dejó de existir para siempre Fernando Borrego Linares, mejor conocido por todos como Polo Montañez: el guajiro natural.

Como una suerte de recordatorio de su impronta creadora, hace menos de un año Marc Anthony versionó el tema Flor pálida, la historia de amor de Polo que daba cuenta a sus muchísimos seguidores, poéticamente, de la forma en que conoció a la que fue su esposa.

Apenas dos fonogramas bastaron para que calara en la preferencia de un pueblo que lo acunó entre los defensores de la música guajira, a la altura de la mismísima Celina González, Guillermo Portabales y hasta Ramón Veloz.

Había nacido en la Sierra del Rosario, y 45 años tenía cuando inscribió su nombre entre los inolvidables del pentagrama nacional. Probablemente a esa edad, en su lugar, yo hubiera desistido. ¡Qué bien por su perseverancia! En el año 2000, el sello discográfico Lusáfrica patrocinó su primer disco, Guajiro natural, y luego Guitarra mía.

Conquistó también al público colombiano con su montón de estrellas y, constelado como los soles del pasado, se quedó desde el 26 de noviembre de 2002 iluminándonos con su poesía sencilla y diáfana, como un corolario eterno de lo que en vida fue él mismo.