Una leyenda del fotoperiodismo expone en La Habana (FOTOS)

Una leyenda del fotoperiodismo expone en La Habana (FOTOS)
Fecha de publicación: 
5 Noviembre 2015
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La fotografía que encabeza este trabajo es desde hace mucho un ícono universal, una imagen que resume un abanico múltiple de implicaciones: una historia de vida, una condición humana, una cultura, un conflicto… La hizo Steve McCurry hace treinta años, es el retrato de una refugiada afgana, víctima de la guerra que asoló su país entre 1978 y 1992.

Los editores de la célebre revista National Geographic la escogieron para la portada de la edición de junio de 1985. Su publicación marcó un antes y un después, hasta el punto de que ha sido seleccionada la imagen más reconocida en la historia de la revista. Y que conste que no estamos hablando de una revista cualquiera, sino de una que ha publicado las mejores fotografías de muchos de los mejores fotógrafos del mundo.

En el itinerario profesional de Steve McCurry abundan los epítetos grandilocuentes: para muchos es el mejor fotógrafo documental de los Estados Unidos. Otros afirman que es uno de los más grandes retratistas de todo el mundo.

Lo cierto es que a sus 65 años McCurry tiene un historial que incluye fotorreportajes en grandes guerras internacionales, el Premio Medalla de Oro Robert Capa (de referencia para todos los fotoperiodistas del mundo), y publicaciones regulares en las más grandes revistas del orbe.

Desde 1986 forma parte de una agencia para respetar, la célebre Magnum.

Pues bien, esa leyenda viviente de la fotografía documental expone en Cuba durante todo este mes una selección de algunos de sus más reconocidos trabajos. La sala principal de la Fototeca de Cuba acoge una treintena de piezas, frutos de viajes por medio mundo, incursiones en zonas de conflicto o de desastres y “zambullidas” en lo más auténtico e impactante de las tradiciones locales.

Es un conjunto impresionante, y por supuesto, está encabezado por la célebre fotografía de la niña, que con su mirada sigue sensibilizando a millones de personas en el mundo, aunque no estén al tanto de la naturaleza de su drama.

Por muchos años se desconoció la identidad de retratada, hasta que en 2002 un equipo de National Geographic encabezado por el propio McCurry la descubrió, ajena a su fama mundial. Su nombre: Sharbat Gula.

El drama de la mujer afgana es uno los temas más recurrentes: algunas miran el objetivo con una resignación que se antoja milenaria. Otras no sabemos qué miran: sus rostros están completamente cubiertos por la burka.

McCurry busca narra el drama cotidiano, de fuertes esencias populares. No hay demagogia, aunque sí resulta evidente una posición ética: muchas de estas fotografías trascienden la crónica pintoresca para convertirse en contundentes documentos de denuncia.

Llama la atención el uso decidido del color: no suele haber aquí medios tonos.

Algunas de las fotografías, más que contar, sugieren historias que el espectador puede comprender sin tener necesariamente clara noción de las circunstancias.

En tiempos de apabullante torrente fotográfico —cientos de millones de fotografías cada día, en todos los rincones del mundo—, artistas como Steve McCurry jerarquizan el titánico acervo de nuestras culturas: son capaces de distinguir impulsos comunes, metáforas compartidas.

McCurry ha venido a hacer fotografías a Cuba. El escenario es el que han reproducido cientos de fotógrafos más o menos reconocidos (el Malecón, los viejos automóviles americanos, los palacios en ruinas, las calles abigarradas), pero la “marca de autor” es evidente, particularmente en los retratos: viéndolos, uno identifica las marcas de una manera de ser (esos son cubanos, se metan donde se metan), pero también los sueños, los temores, las alegrías y las obsesiones de una raza única: la humana.

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