El grano de arena de Laura de la Uz

El grano de arena de Laura de la Uz
Fecha de publicación: 
3 Noviembre 2015
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La actriz cubana Laura de la Uz ha estado impartiendo un taller de actuación a los bailarines de Acosta Danza. La compañía recién fundada y comandada por el reconocido bailarín cubano Carlos Acosta se prepara en los salones de la Escuela Nacional de Ballet “Fernando Alonso” para su debut en la escena cubana e internacional.

Aunque por estos años es raro que una actriz de la dimensión de Laura de la Uz abra espacio en su agenda para trabajar como profesora de un colectivo danzario, la idea ha demostrado su utilidad y ha sido un feliz evento en la vida de todos los participantes:

“Pensé que iba a ser más dificultoso, sobre todo con los bailarines de ballet clásico”, me confesó Laura durante un corto receso de su taller,  “pero tienen tantas ganas de hacer que están abiertos a todos los ejercicios. Los bailarines de esta compañía son todos jóvenes, algunos que comienzan y otros con experiencia escénica, y se han dejado llevar por mí con toda confianza.

"Las primeras improvisaciones que les he pedido hacer son difíciles incluso para los actores cuando llegan a la academia. Estos bailarines están saliendo a interpretar con valentía, tienen muchas ganas de aprender. Estoy fascinada, alegremente sorprendida.”

Cada tarde, la llegada de la actriz al salón de ballet ha sido el comienzo de horas extraordinarias para los danzantes. Laura de la Uz los ha hecho observar, evocar, sentir cada elemento de la naturaleza que los rodea. Los ha retado y sensibilizado una vez más y de otra manera; ha hurgado en la memoria de sus sentidos para descubrir las emociones. Los cuerpos sudan en el esfuerzo. Es otro entrenamiento pero, a la vez, es un gran juego.

“Esta es una experiencia nueva para mí, algo que me interesaba hacer desde hace mucho” comenta De la Uz. “Yo soy una admiradora de los músicos y los bailarines. Su trabajo me parece fascinante. Y me interesaba incorporar el método del actor y maestro francés Jacques Lecoq a los bailarines.  

"Para mí se abrió un mundo como actriz cuando descubrí a Lecoq en la Escuela Internacional del Gesto y la Imagen "La Mancha" de Santiago de Chile. Descubrí un mundo que ignoraba y desde entonces lo llevo siempre conmigo. Lecoq fundó su escuela en París, y yo estudié en Chile con uno de sus discípulos más importantes. Lecoq fue además un gran mimo y un estudioso del comportamiento humano y creó un entrenamiento específico para actores a partir del deporte y de los primeros siete años de vida de un niño.

 

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"Este método acerca al actor al trabajo físico, a la observación, pasando por la experiencia del movimiento, y se apoya en los estilos del teatro clásico europeo, que Lecoq renovó porque sentía que los medios audiovisuales le estaban ganando terreno al teatro y, por tanto, este tenía que actualizarse.

"Me encantó este método lleno de investigación. No es algo mecánico que debes incorporar sino que cada actor tiene un aprendizaje diferente, con un mismo objetivo pero a partir de las experiencias personales, sobre todo de la observación del comportamiento de los humanos, de la naturaleza y de todo aquello que nos rodea. Todo es incorporado en la creación. Estos conocimientos los compartí hace un tiempo con los actores del grupo Teatro Espontáneo en un taller similar a este”.

—¿Y cómo introduces ese método de actuación en los terrenos de la danza?

—He tratado de ayudar a los bailarines a desestructurar sus movimientos estilizados que son más la interpretación de una realidad que la realidad misma. Ellos lo han recibido todo con mucho interés; creo que los va a ayudar a desmontar un poco lo movimientos a los que están acostumbrados y a incorporar movimientos nuevos.  

“He estado trabajando sobre la observación. Les va a ayudar, no solo  a encontrar nuevas maneras de moverse, sino también a observar su entorno e incorporarlo a los personajes que luego asumirán sobre el escenario. Es una manera muy de Lecoq, muy de un método para incorporar la actuación.

"Siento que los bailarines tienen una mirada muy práctica y estructurada de las cosas, se aprenden un movimiento, lo estudian o improvisan, pero nosotros los actores trabajamos más desde la emoción. En el caso de los bailarines siento que a partir de algo con lo que ellos están familiarizados, el cómo se mueven y se comportan las cosas, van a llegar también a la actuación. Y van a tener además un bagaje de dónde sacar características, maneras de comportarse.

—¿Cómo ha sido el encuentro de los bailarines con esta técnica?

—Todos son muy abiertos, excepto uno o dos que les cuesta más alejarse de la interpretación. Pero cada quien tiene su camino, cada quien tiene su momento y su tiempo de entender e incorporar las cosas. Y es lo bonito de esto también: no hay un objetivo fijo para todo el mundo, sino que es como una investigación, es algo orgánico, que va surgiendo de ellos.

 

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—Personalmente, ¿te ha servido el taller?

—Para cualquier maestro los alumnos son el mejor libro. Nunca había podido trabajar con bailarines. He constatado cosas en los cuerpos de ellos. Tienen unos movimientos espectaculares, algo que a los actores nos cuesta, sobre todo cuando no tenemos una formación deportiva o danzaria. Constato tensiones, posturas, maneras de enfrentar la misma improvisación. Yo aprendí a observar con Lecoq y he tratado de iniciar a estos bailarines en esa técnica, que observen, detalladamente, cuidadosamente el mundo que los rodea. Todo eso me enriquece como actriz y también para la próxima vez que me acerque a la enseñanza.   
 

¿Podría repetirse la experiencia con Acosta Danza?

—Lo interesante sería tener una continuidad. Me han gustado mucho los bailarines, me gusta también la línea de la compañía, cómo quieren hacer de estos bailarines artistas más versátiles, emparejarlos en estilo. Siento que puedo aportar mi grano de arena en ese aspecto: además de los aspectos propios de las emociones y la actuación, puedo aportar en el gesto, puedo ayudarlos en la observación y ayudarlos a que encuentren nuevos movimientos, nuevas maneras de mover el espacio. Este taller ha sido algo mínimo, para ellos ha sido como ver una lucecita en el fondo de un túnel al que acaban de entrar. Me encantaría regresar.

 

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