Yarelis Barrios: “El disfrute y la adrenalina del retorno”

Yarelis Barrios: “El disfrute y la adrenalina del retorno”
Fecha de publicación: 
17 Octubre 2015
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“En estos dos años fuera del círculo de lanzamiento he disfrutado como nunca cada competencia de disco que he visto frente al televisor. No importa si en el ámbito doméstico o al máximo nivel internacional. De hecho, tanto Denia Caballero como Yaimé Pérez, son de las mejores a nivel Mundial. En ellas, y mi pequeña Ivanna hallé las mayores motivaciones para decidir regresar a los entrenamientos”.

 

Cualquier lectura que hagamos de dicho fenómeno, conduce necesariamente al vocablo refuerzo. Se trata de una de las discóbolas de la élite más encumbrada de la última década, y la cubana más laureada en dicha modalidad, capaz de eslabonar una cadena de cuatro podios universales consecutivos: 63. 90 metros y plata en Osaka 2007, repetiría dicho metal con 65.31 en Berlín 2009, Daegu 2011 le depararía bronce (65.73), al igual que Moscú 2013 (64.96). Palmarés que adereza con el subtítulo olímpico de Beijing 2008 (63.64), y el bronce de Londres 2012 (66.38). Por si no bastara, la pinareña de 32 años exhibe tope personal de 68.03.

 

Esos atributos merecen de sobra el calificativo de guerrera que le confirió su actual entrenadora Hilda Elisa Ramos, una de las tres mujeres cubanas capaces de superar la mítica cota de 70 metros, exactamente (70.88), además de Maritza Martén (70.68) y la flamante reina universal en el Nido de Pájaro de Beijing, Denia Caballero (70.65).

De hecho, la propia Yarelis no escatimó en afirmar que Hilda Elisa la ayudó mucho a despuntar cuando era juvenil, etapa en la que confieza no poseía esas grandes virtudes naturales de fuerza y velocidad del giro.

 

Justamente Barrios tendrá esa motivación en las sesiones que le pueda imprimir la santiaguera Yaimé Pérez (67.13 de marca personal), y quien progresivamente en las dos últimas temporadas ha elevado sus topes personales: Esa rivalidad interna será sumamente interesante para mantenernos enfocadas, tener presente cada pequeño detalle, intentar por todos los medios recobrar la estabilidad en mis registros”, espetó Barrios.

 

“Nunca le he temido a los cambios, tengo fe en que todo saldrá bien, pues en este inicio se han creado todas las condiciones”.

 

Y sí que habrá chispas en la jaula del Estadio Panamericano. La cruzada olímpica de Río de Janeiro 2016 es un manjar que solo dos de nuestras discóbolas podrán degustar, eso si en definitiva Barrios logra atemperarse y presentarle batalla a sus coterráneas, algo de lo que casi no tengo dudas.

 

“Cerré la temporada del 2013 y fui a buscar la presea de mi vida. Mi pequeña Ivanna, nació el 5 de enero pesando 8.13 libras. Estoy feliz. Llevo cuatro meses acondicionándome. Le agradezco enormemente al equipo médico que me atendió en Pinar del Río, la genetista que me aconsejó durante todo el proceso de maternidad. Imagina que solo subí tres kilogramos de peso durante el embarazo. De lo contrario no hubiese sido posible materializar el retorno con tanta fluidez.
 

“En este momento hacemos hincapié en el fortalecimiento de todos los planos musculares, con énfasis en el abdomen. Abdel Murguía, fisioterapeuta y esposo de mi hermana Yipsi Moreno, siempre ha sido de gran valía en ese sentido. Luego se impondrá retomar el aspecto técnico, pues esa sed de triunfo, de recuperar la gracia a la hora de competir, la adrenalina, los gritos tras un intento inicial sólido, están latentes.   

 

“Además, no me puedo quejar del respaldo que me proporciona mi familia. Mi madre Nereida y mi esposo Iván son incondicionales. Ha sido un proceso de adaptación largo esta nueva etapa. Me cuesta separarme de la niña las dos horas y media o tres que a diario componen mis sesiones acá en el Estadio. Definitivamente tengo Ivanitis…

 

A propósito de Ivanna, Yarelis confesó que fue un dilema lo del nombre, lo mismo que antes, a la hora de repartir las invitaciones para su boda: “yo debía ponerle el nombre si era varón e Iván si nacía hembra. Sucede que Ivanna lo tenía pensado desde la final del Grand Prix 2012. “Había una martillista rusa de ese nombre y me gustó, hicimos buena química en la competencia, y ya ves, otra victoria”, dijo con una sonrisa pícara.

 

Sellamos la conversación, ella terminaba su trote, vestida hasta el cuello con chubasquero, dispuesta a recobrar la forma deportiva y poner en órbitas de gloria nuevamente su disco.

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