Estrenos de cine: Cenicienta

Estrenos de cine: Cenicienta
Fecha de publicación: 
29 Septiembre 2015
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Cuando hablamos de Cenicienta, es comprensible recordar el clásico de Disney en dibujos animados y no al cuento de Charles Perrault (en el que se basa la historia original de la película).

Un espejo de esa mirada, pero con personajes de carne y hueso sustituyendo a los dibujos animados es la que representa Cenicienta (2015), una versión que ha dirigido Kenneth Branagh, y que ha sido también financiada por Disney.

Lo banal de la Cenicienta (2015) es precisamente la fidelidad que mantiene con la imagen de esta historia que engendró la versión para niños de los años cincuenta: Branagh se limita a desandar el camino andado por Disney: donde entonces se transformó la letra en dibujo animado, ahora se transforma el dibujo animado en carne. No hay, apenas, algo más que este mero suceso.

No hay originalidad en la versión de Cenicienta de Branagh, lo cual es, con muchísima frecuencia, el más excelso de los pecados para una versión de un clásico. En esta película no hay intenciones de innovar: La misma poca profundidad en el personaje del príncipe, que es, de tan plano, soso y incómodo a más no poder, y no logra la más mínima empatía con el espectador. La misma Cenicienta es, de tan agradable y noble, fastidiosa.

La adaptación de Disney de los años cincuenta, esa con la que crecieron varias generaciones de niños de todas partes del mundo, no era para un público adulto; tenía un final feliz y los personajes o eran buenos como mariposas o irreparablemente malos. Un mundo en blanco y negro, erigido y recreado para la comprensión explicita de un público infantil.

¿Qué sentido tiene, más de medio siglo más tarde, mantener el cristal del zapatito, la verborrea indignante de las hermanastras, los cisnes, la carroza, el baile? ¿Hay algo menos acertado que desperdiciar a la grandísima Helena Bonham Carter en el papel de Hada Madrina? ¿Por qué lo mejor de la película son los breves pero soberbios planos que asume Cate Blanchett en su papel de la madrastra?

Por suerte, -algo tenía que aportarle- Branagh se esfuerza en algo esencial, que es darle a la historia ambientación, sabiduría técnica, divertimento visual. Por lo demás, Cenicienta muestra una trama demasiado conocida, además de una frondosa aureola cursi al romanticismo de la pareja protagonista, Lily James, tan plástica como el adorno de un cake de boda, y Richard Madden, con su peinado impecable.

En resumen, que Cenicienta (2015) de Kenneth Branagh ofrece una constatada mediocridad artística y representa un trabajo sumamente impersonal. En esta nueva versión nada se reformula, todo está en su sitio, no hay espacio para la excentricidad ni la salida de tono. ¿Sería una redundancia agregar que al final de la historia todos son absolutamente felices para siempre?

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