El Papa, Cuba y los pobres

El Papa, Cuba y los pobres
Fecha de publicación: 
22 Septiembre 2015
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Sus planteamientos en la reunión con los jóvenes, celebrada en el Centro Cultural Félix Varela y en la llevada a cabo con religiosos, sacerdotes y misioneros, fueron muestra de su pensamiento al respecto y suerte de denuncia del sistema social y económico que no busca servir a quien vive en la miseria o es víctima del atropello de los poderosos.

El Obispo de Roma llamó las cosas por su nombre al evocar las tragedias provocadas en el mundo por lo que él denomina los adoradores del dios dinero y reconocer que quienes lo abrazan conducen al planeta hacia su destrucción.

En realidad, no podría provocar asombro que estos pronunciamientos del Sumo Pontífice fueran realizados en Cuba, una isla inmersa en una revolución triunfante en 1959, la cual, desde su concepción por la generación que la materializó, definió claramente los propósitos de su lucha como una jornada épica a favor de los pobres.

Esta es la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, proclamó desde sus inicios Fidel Castro como una sentencia que sigue vigente en cada una de las acciones desarrolladas posteriormente.

Así fue subrayado con fuerza frente a un tribunal inquisidor tras el asalto al Cuartel Moncada -el 26 de julio de 1953- donde el joven jefe del movimiento desgranó verdades y colocó sobre la mesa la situación de un pueblo trabajador explotado y atropellado por un sistema dominante que respondía a grandes intereses nacionales y foráneos.

Ya en el poder la Revolución no se apartó un ápice de aquel abrazo anunciado con los pobres y cada uno de sus pasos fue dirigido a llenar de oportunidades en la educación, la salud, la economía, la ciencia y la cultura a quienes antes ni siquiera podían pensar en algún tipo de superación que les abriera las puertas a una vida digna.

Pero la Revolución no se detuvo ahí, ni siquiera se mantuvo dentro de las fronteras nacionales y quienes obtuvieron sus beneficios volvieron sus ojos hacia el universo grande mostrando la generosidad de compartir éxitos y posibilidades, extendiendo las manos a otros pueblos en la batalla por vencer al ostracismo y la pobreza.

Ante la Asamblea General de la ONU Fidel Castro definió con claridad la ruta al decir que "luchamos para suprimir la pobreza, el hambre, la enfermedad y el analfabetismo que padecen todavía cientos de millones de seres humanos".

Aspiramos, agregó, a un nuevo orden mundial basado en la justicia, la equidad y la paz, que sustituya al sistema injusto y desigual prevaleciente en el mundo como se proclamó en la Declaración de La Habana.

Y seguidamente denunció que "la riqueza sigue concentrada en las manos de unas cuantas potencias cuyas economías, fundadas en el despilfarro, son mantenidas gracias a la explotación de los trabajadores y a la transferencia y el saqueo de los recursos naturales de Africa, América Latina, Asia y demás regiones del mundo".

Esa historia del proceso revolucionario y los avances hacen que el pueblo cubano, ya en el ejercicio pleno de sus derechos salude con entusiasmo los pronunciamos del Papa Francisco a favor de los pobres del mundo.

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