MIRAR(NOS): Semáforos, listas y 100 metros planos
"¿Qué importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que al fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo".
Mafalda
Es una vía de escape, hilvanar ideas más o menos coherentes como si fueran un tejido crochet para que otros se esfuercen tratando de entender lo que no dices. La gente, llena de paranoia, se pone a buscar segundas lecturas en todo como si fueras tan inteligente que maquillaras todo con metáforas, con ideas sugeridas para redondear tu catarsis de cada día.
Me preguntan por qué escribo y aunque me conozco mejor que nadie, la explicación más razonable parece cimentada en el hecho indiscutible de no poder correr 100 metros planos en 10 segundos, ni siquiera lo hago en 20. Tampoco tengo materia gris suficiente para un descubrimiento científico y en definitiva, tampoco para nada que involucre cálculos.
No sé si es un gusto hereditario, pero mi madre escribe también. Al igual que ella, amo los deportes a la distancia y las matemáticas… únicamente asesorada de una calculadora.
Más o menos enrevesada, la vida nos pone a vivir como a ella le da la gana y llegas a un punto indeterminado, una especie de precipicio, que te hace darte cuenta que has tocado fondo, estás a un pasito así y tienes que decidir, te toca ahora y no hay vuelta atrás, ni una posibilidad de remordimiento. En principio porque tu realidad de ahora tiene que ver con tus decisiones, son el resultado de todas ellas en su conjunto incluso de las que tomaste más a la ligera.
Algo parecido sucedió con el principito de Exúpery. Partió de su asteroide, lejos de todo lo que le era conocido para darse cuenta, a miles de millones de años luz que extrañaba a su flor: única en el mundo aunque cientos se le parecían. Probó entonces domesticar a la zorra, creando ligaduras en el mundo de los terrícolas acaso sin premeditarlo. No viendo cuán complicado resulta partir cuando uno establece lazos, vínculos, sentimientos.
Un perfume incoherente hace pensar en todo lo que no has tenido antes. Todos vamos por la vida esperando el oasis. A veces uno, tan ciego o muy exigente, se queda sin él y justamente se percata, de tantas vueltas que nos da el amargo pensamiento de lo que pudo haber sido.
Entonces te propones ser más lanzado, para la próxima te arriesgarás más (como si hasta ahora no hubieras experimentado riesgos) y nada, terminas igual… dejando pasar la guagua, esperando que la próxima llegue a tu parada un tin más vacía, al menos con espacio para respirar.
Igual, hay momentos en los que necesitas verte solo, vas por la calle suplicando que todo salga bien esta vez, intercediendo por los tuyos… para que la vida les sea cuanto menos graciosa, donde ya reír es un privilegio y el mero hecho de salir a la calle es un acto de fe y de coraje.
Sin estrella guía ni carta de navegación andas así pensando en tantas cosas mientras los semáforos te sueltan su cantaleta verde, agitándote ellos también (solo eso faltaba) y llegas, o no, no llegas a ningún sitio. Te mueres de ganas, pero renunciar a sentarte aquel malecón que parece invitarte a soñar despierto, a tirarte a la larga, pensando en casi todo lo que has hecho bien, que no ha sido tan poco, pero igual no demorarías ni dos minutos en elaborar una lista.
El mar sigue ahí, lo miras con recelo acaso deseando ser él: soberbio y majestuoso. Es la gente la que acude a él, por su parte no queda. Pensando en el azul que se confunde ahora con la intensidad de Windows, no acabas de pensar en nada y ahí estás, en medio de la calle, ahora asustado porque los carros empiezan a pitar descontrolados, bueno, no ellos, sus dueños.
Te comparas con la cascada de personas que sin prejuicios se sientan en el malecón. Algunos con ideas locas, sexistas, pletóricas, religiosas, fecundas, pobrecitas, suicidas y otros, los más, se sientan a descansar a tomarse el día sin consultárselo a sus jefes porque no pueden más, la vida les pesa y cuando se levanten todo habrá desaparecido como un acto de magia inédito.
Pensando en todas esas boberías te contentas, al menos por tu ventana te toca un pedazo de malecón, inédito también, virgen, loco, sexista, pletórico, religioso, fecundo, pobrecito y hasta suicida.
Añadir nuevo comentario