Conducta vuelve a las pantallas habaneras

Desde su salida a las pantallas, Conducta ha recibido numerosos reconocimientos, como son el premio al Mejor Guión en el Festival Internacional de Cine de Brasilia, el Primer Premio de Preferencia del Público en el 18 Festival de Cine de Lima, y el premio a Mejor Película Narrativa y una mención del Premio del Jurado Joven en el Trinidad and Tobago Film Festival (TTFF).

Asimismo, ganó los premios a la Mejor Película y a la Mejor Actriz en el 15 Havana Film Festival of New York y la Biznaga de Plata al mejor largometraje en la sección Territorio Latinoamericano del 17 Festival de Cine Español de Málaga, donde también recibió los galardones a la mejor dirección y a la mejor actriz (Alina Rodríguez), el premio del público y una mención especial para el niño Armando Valdés, que interpreta en Conducta a Chala.

Ernesto Daranas, director de Conducta, cuyo primer largometraje de ficción, Los dioses rotos (2008), aspiró a los Oscar en 2010, ganó el Premio Internacional de Periodismo “Rey de España” con el documental Los últimos gaiteros de La Habana (2004) y su video Bluechacha (2012) estuvo nominado en los Grammy latinos como Mejor Video Musical de Larga Duración.

Para quienes todavía no la hayan visto, -que dado la gran acogida que tuvo está película entre el público cubano, deben ser bien pocos- Conducta cuenta la historia de un niño de 11 años, hijo de una prostituta drogadicta y de un padre incierto, que sostiene económicamente a su familia y cuya única guía moral es su maestra, una veterana que desafía ciertas normas absurdas del sistema educativo cubano.  

La cinematografía cubana de los últimos años está sorprendiendo con títulos muy inspirados, que tocan temas de importancia vital dentro del contexto cubano, y que aúnan una voluntad popular y un entusiasmo peculiar, como solo puede lograrlo el cine.

Conducta se inserta en la temática de cintas cubanas que reflejan aristas de la sociedad cubana, a la vez que hacen reflexionar sobre nuestras circunstancias sociales, representaciones sociales y actitudes inadecuadas aprehendidas y repetidas. Cintas como Fátima (Perugorría, 2015), Vuelos Prohibidos (Rigoberto López, 2015), Vestido de novia (Marilyn Soraya, 2014) intentan explicar costumbres e idiosincrasia, sin dejar de reclamar una conciencia social que civilice y demuestre raciocinio y coherencia.

Porque Conducta quiere, ante todo, suscitar la meditación. Desde lo más simple: hasta qué punto las reglas dentro de las aulas del sistema educacional cubana son lógicas; hasta lo más complejo: ¿las normas absurdas -esas que subsisten más allá de su tiempo o de una sensatez acorde a los tiempos que vivimos- educan o deforman a un niño?

Estamos ante una película iconoclasta -por su sinceridad temeraria-, que se aventura sobre temas escabrosos dentro de la cultura cubana. Por un lado, el valor de la educación para el avance de la vida; por el otro, el miedo de nuestra sociedad a romper con la ortodoxia. Como telón de trasfondo, personajes coherentes y verosímiles: redondos. Historias de vida de ficción que no lo son tanto, y por medio de las cuales se entiende cuánto y hacia dónde ha evolucionado la cultura cubana.

Pero toda, absolutamente toda la labor de la cinta es a favor de la infancia. “Cuatro cosas preparan a un niño, la familia, la escuela, el rigor y el cariño; antes sabía para qué preparaba a un niño, ahora sólo se para lo que no lo preparo”, reclama Alina Rodríguez mientras interpreta a Carmela, la maestra que, sin dejar de cansarse, de cuestionarse y evolucionar, como a todo ser humano corresponde, encarna la lucha persistente hacia la manera correcta, sea cuales sean las normas que la restrinjan. Es una maestra que no se rinde, que trata a los niños, indistintamente, como criaturas de luz: “Si quieres que se comporten como delincuentes, trátalos como tales” afirma. En definitiva, todo es cuestión de actitud, de perspectiva; en otras palabras, de conducta.