Incrementan agresión a Siria

Algo que parecía imposible, el aumento de la agresión imperialista a Siria, tomó un sesgo mayor, al trascender que más «opositores» al gobierno de Damasco son entrenados por oficiales norteamericanos en territorio turco, de donde salieron las primeras huestes del aún inescrutable Estado Islámico.

El colega Gustavo Robreño preguntaba en el portal Habana Radio si habrá paz en Siria, para acotar finalmente que ello era una interrogante muy difícil de responder.

Cierto, porque todo lleva el sello imperial de acceder a los deseos de Israel de destruir a las naciones vecinas que pudieran ser un peligro para su espuria existencia, y más en el caso de Damasco, que desde la agresión de 1967, ha llevado a cabo una política consecuente antimperialista y antisionista, además de haber logrado la afinidad entre las diferentes etnias y creencias religiosas, algo tan difícil incluso para las naciones que no presentan un cuadro bélico.

Lamentablemente, no podemos ser optimistas ante noticias de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hará esfuerzos para negociar la paz en un territorio donde de sus poco más de 21 millones de habitantes hay cuatro millones de desplazados internos, decenas de miles huyeron a países cercanos y otros tantos atravesado el Mediterráneo, en busca de acogida en el denominado Viejo Continente.

En lo que respecta al Estado Islámico, la labor de la coalición liderada por Estados Unidos en su contra solo ha encontrado pírricas victorias, generalmente propagandísticas, mientras se teje el camino para deponer a Al Assad —un presidente electo democráticamente—, quien sustenta su poder en un ejército que ha demostrado profesionalidad y valentía, y la confianza de la mayoría de la población que aún no ha sido desplazada o virtualmente tomada como rehén por el Estado Islámico.

A todas estas, la propaganda occidental ha vuelto a hacerse eco de calumniosos señalamientos de que el ejército sirio utilizó armas químicas contra sus opositores, algo que ya se había esgrimido anteriormente y que se demostró fehacientemente su infamia.

A ello se agrega algo que seguramente empeorará la situación en la región, la formación de una denominada zona de exclusión aérea patrocinada por estados Unidos y Turquía, en el lugar sugerido por Ankara para supuestamente atacar al Estado Islámico, pero que, en realidad, va dirigido contra el ejército sirio y las fuerzas progresistas que apoyan a Damasco.

Especialistas militares, incluidos prooccidentales y nada amigos de Siria, indican que Estados Unidos podría derrotar fácilmente al EI en cuestión de días, en coordinación con Damasco y hasta la coalición encabezada por Arabia Saudita, pero no quiere nada de esto.

Lo único que faltaría es la agresión directa norteamericana para derrocar a Al Assad, y esa zona de exclusión aérea es un paso hacia esa situación, creada en otro contexto en la agresión a Libia, donde los aliados de Washington se encargaron de hacer la tarea sucia.

Si ello no ha resultado como el Pentágono esperaba, es que, además de la firme posición del gobierno y ejército de Siria, hay un respaldo estratégico de Moscú y Beijing a Damasco que no quiere decir que enviarán tropas para defenderlo de los terroristas, sino que no permitirán que las potencias occidentales utilicen sus propios ejércitos para destruir a la República Árabe Siria.