Crónica desde Astaná: Entre Driulis y Bermoy

Crónica desde Astaná: Entre Driulis y Bermoy
Fecha de publicación: 
25 Agosto 2015
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Astaná.— La capital del judo mundial por estos días ha permitido que dos grandes judocas cubanas se encuentren en el Palacio de Hielo Alau: Driulis González y Yanet Bermoy. La primera exaltada al Salón de la Fama de la Federación Internacional de la disciplina; la segunda en plena carrera deportiva que este martes le reservó una inesperada eliminación en su primer combate.

 

¿Y por qué el paralelismo ahora? ¿Es una comparación o la revelación de vivencias de un torneo? Ninguna de las tres cosas pudieran abarcar lo que quiero contarles, tal y como sucedió tras la derrota de la cienfueguera en su primera aparición al tatami frente a la coreana Sim Song Rim. Driulis no había llegado a la instalación aún en el momento de la pelea, pero apenas conoció el resultado fue clara y precisa.

 

“Yanet es una gran judoca, ha estado lesionada y no puede olvidar nunca que cada uno de los triunfos que ha conseguido, algunos con edad juvenil todavía, es solo el punto de partida para otros. Así lo hicimos sus antecesoras y ella es una guerrera como fuimos nosotras”, comentó antes de saludarla y preguntarle la opinión crítica de lo que había hecho sobre el tatami.

 

“Salí con el convencimiento de que podía ganarle, pero me marcaron un shido en los finales por pasividad cuando era yo quien más atacaba. Cosas de estos mundiales y el arbitraje, pero no debo justificarme, pudieron salir mejor las cosas y la derrota duele más porque fue contra una desconocida”, le comentó Bermoy cabizbaja y a punto de soltar la lágrima de la impotencia y la rabia.

 

“Esas lecciones son buenas e incluso lo que acabas de demostrar tras haber salido hace muy poco de una lesión es el ejemplo de la escuela cubana de judo. Hay que reconocer cuando se pierde y todavía te queda la revancha en los torneos que restan de la clasificación olímpica”, le recordó como una madre a su hija la siete veces medallista del mundo y cuatro veces en podios olímpicos.

 

La conversación derivó entonces en el afecto mutuo, pues ambas llegaron a compartir viajes, habitaciones y más de un triunfo. En la edición de El Cairo 2005 Bermoy ganó el oro mundial y Driulis consiguió bronce. Dos años después, en Río de Janeiro, los papeles se invirtieron y la guantanamera alcanzó su tercera corona a este nivel, en tanto la joven compañera de equipo finalizó con plata.

 

Recogido el judoguis y camino al ómnibus que la llevaría de regreso al hotel, Driulis volvió a llamar a Bermoy. La palmada en la espalda, el optimismo que la hizo a ella campeona olímpica en Atlanta 1996 se lo transmitió en unos minutos.

 

Olvídate ya de la lesión y de esta derrota. Pónle mente positiva al próximo torneo. Ya verás que te acordarás de mí: en el judo lo único que no se puede perder son las ganas de ser campeona”.

Quizás era el consejo último que le faltaba a Yanet para salir de un día fatal. En el resto de las jornadas le tocará apoyar a Aliuska, Maricet, Onix, Yalennis e Idalis. Se abrazaron de nuevo, de entrenador a atleta, de amiga a amiga. Y así quedó sellada esta crónica.

 

Resultados de la segunda jornada:
División 52 kilogramos
1     Misato Nakamura     JPN
2     Andreea Chitu     ROU
3     Erika Miranda     BRA
3     Darya Skrypnik     BLR

 

División 66 kilogramos
1     Ba-Ul An     KOR
2     Mikhail Pulyaev     RUS
3     Rishod Sobirov     UZB
3     Golan Pollack     ISR

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