Antón Arrufat en sus ochenta

Ochenta años cumple este viernes uno de los más destacados escritores cubanos. Dramaturgo, narrador, poeta, ensayista… Antón Arrufat forma parte de la vanguardia de la literatura nacional. Arrufat es el escritor total. Ha cultivado todos los géneros con una suficiencia, con un vuelo, con un rigor que lo han hecho merecedor de los más importantes premios de nuestra república literaria.

Él ha dicho una y otra vez que es un escritor sin pasado. Pero en esa afirmación hay una paradoja. Porque buena parte de la obra de Antón Arrufat, particularmente su dimensión poética y ensayística, está centrada en la memoria, desde la recreación lírica o desde el análisis comprometido con hechos y personalidades de la historia.

Ahí están sus ensayos, por ejemplo, sobre Virgilio Piñera. Textos francos, que a algunos les han parecido incluso inconvenientemente francos, pero que ponen puntos sobre las íes sobre las circunstancias de nuestro dramaturgo mayor, sobre complicados pasajes de su devenir literario y personal.

Virgilio Piñera, y el propio Antón Arrufat, fueron víctimas de erradas aplicaciones de la política cultural, que implicaron silencios injustificados, dolorosos, nefastos para el acervo de esos años. Afortunadamente, Arrufat volvió de nuevo a palestra pública, con todo el ímpetu de un escritor inquieto, cuestionador, dialogante. En la primera década de este siglo, subió a escena su pieza teatral más célebre: Los siete contra Tebas, centro de una polémica que a la distancia de los años nos resulta insustancial.

Arrufat, el narrador, es un artista de depurado estilo. En sus creaciones siempre asoma una finísima ironía, un sentido del humor muchas veces cáustico, que por momentos se erige en columna vertebral de algunos cuentos. O sea, el humor y la ensoñación, los extrañamientos, el absurdo terminan por crear atmósferas.

Ha sido cronista ingenioso de su tiempo. Más allá, incluso, de su producción literaria. Es un conversador incisivo, atento a las contradicciones de sus circunstancias.

Ochenta años, se dice fácil, pero qué ochenta años. Arrufat ha vivido en Cuba y en grandes capitales europeas. Ha visto mundo. En su literatura, el lector avisado, encontrará claves no siempre diáfanas de ese itinerario. Arrufat suele jugar con sus lectores.