OPINIÓN: Sin tiempo para lamentos

OPINIÓN: Sin tiempo para lamentos
Fecha de publicación: 
27 Julio 2015
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Los XVII Juegos Panamericanos son historia desde anoche y la delegación cubana sellará hoy el regreso a la patria con la insatisfacción que genera no haber sostenido su tradicional segundo lugar.

 

Mucho podría exponerse al respecto, desde el desempeño de un Canadá que desbordó todos los cálculos hasta el incumplimiento de pronósticos, pasando por recordar que el alto rendimiento demanda erogaciones no siempre disponibles en el momento adecuado.

 

Sabido es también que la isla dejó de concursar en 147 de las 364 pruebas disputadas, lo que le obligaba a sacar el máximo a sus disciplinas vanguardistas y disfrutar de una alta efectividad, objetivos que no concretó a la altura de lo necesario.

 

Más de 15 competidores declarados favoritos no validaron tal condición y ello pesó toneladas desde lo negativo aunque otros se erigieran más allá de lo previsto y regalaran momentos inolvidables como la coronación del maratonista Richer Pérez.

 

En medio de esas y otras realidades la cosecha quedó limitada a 36 cetros, 27 subtítulos y 24 bronces mientras Canadá catapultaba la suya hasta 78-69-70 para secundar a Estados Unidos (103-81-81), y Brasil se instalaba tercero (41-40-60).

 

Aunque las valoraciones estratégicas corresponderán a los expertos hay claves que saltan a la vista, partiendo de un rendimiento canadiense quizás no calculado en toda su potencialidad pese a insistirse en el valor agregado que le proporcionaría actuar en casa.

 

Para nadie es un secreto que el deporte recibe ahora el apoyo que le fue negado en muchas naciones y mueve sumas impresionantes a base de patrocinios y otras fórmulas que han terminado por elevar su rango en el continente.

 

La manera en que se distribuyen las preseas en la actualidad nada tiene que ver con el panorama imperante hace 20 años, cuando nadie hubiera soñado con un Estados Unidos desplazado de la cima durante varios días o una Colombia capaz de agenciarse 27 lauros de oro para terminar quinta.

 

Ese es el presente que permite vislumbrar un futuro cada vez más complejo, así que se impone revisar a fondo por qué los pronósticos se alejaron de la verdad solo meses después de comportarse casi exactos en los Juegos Centroamericanos de Veracruz.

 

Y profundizar en todo lo necesario con la mirada más allá del lugar ocupado, porque la máxima debe ser que el rendimiento se corresponda con la real capacidad de sus protagonistas, aunque el rival termine por ser mejor.

 

Todo sin desconocer que la batalla librada aquí fue totalmente diferente a la de Guadalajara, sin que faltara el asedio y otras presiones que otra vez se sumaron a las tensiones lógicas de una lid de altísimo rango.

 

Valen, además, un par de precisiones: el compromiso contraído, aunque no satisfecho, animó todo el tiempo a los encargados de salir a los escenarios, y ninguna adversidad, incluidas las traiciones, hicieron mella en un espíritu de lucha carente de triunfalismos.   

 

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro están al doblar de la esquina y pueden convertirse en escenario propicio para demostrar la valía de un deporte llamado a multiplicarse desde el mal sabor que le dejó la justa recién concluida.

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