Un día, un nombre: Canastazos a la samba

A veces una medalla de bronce complace tanto o más que el propio título, dada la calidad de los rivales en la competencia. Y si necesitamos un ejemplo, no hay uno mejor y más cercano que nuestra selección femenina de baloncesto, que a puros canastazos (66-62) apartó la samba del podio de premiaciones y conquistó su novena medalla en la historia de los Juegos Panamericanos.

Solo 24 horas antes, en siete segundos de nerviosismo y desesperación, habían caído frente a Estados Unidos (65-64) en una semifinal que tuvieron en sus manos e hizo soñar no solo a las muchachas y a su técnico Alberto Zabala, sino a todos quienes presenciamos un partido de mucha defensa y en el que una pérdida de balón le costó no luchar por una cuarta dorada en estas lides.

Sin embargo, el equipo se recuperó muy bien físicamente, y sobre todo desde el punto de vista psicológico, para enfrentar a unas brasileñas dispuestas  siempre a enseñar un baloncesto rápido, de pases cortos y contragolpe letales, estilo de juego muy similar al nuestro, con la diferencia que ahora las cosas nos salieron mejor desde el primer cuarto.

Con un apellido de pelotero ilustre, la defensa organizadora Inedis Casanova, volvió a tomar el liderato de la formación con 18 puntos, en tanto robaba balones, se activaba en los rebotes y repartía el juego entre las de mayor puntería hoy, con preferencia hacia Clenia Noblet, toda una “fiera” debajo de las tablas y súper efectiva en los tiros libres.

El valor de este tercer lugar hay que buscarlo también en el ímpetu de un equipo que enfrentó tres días consecutivos a los mejores conjuntos de la lid y a pesar de las dos derrotas reñidas —cedió 68-71 ante Canadá— salió alegre y dispuesto a colgarse un bronce que a los más críticos podrá parecerle poco, pero para ellas y sus seguidores equivale a regresar aprobada de Toronto y con aspiraciones de sobresalientes en los venideros torneos.

En tan solo unos meses, esta misma escuadra buscará su clasificación a los Juegos Olímpicos en el mismo escenario canadiense y quizás se conviertan, de ajustar los pequeños detalles que fallaron ahora, en la primera selección de deportes colectivo con un boleto directo a la cita de los cinco aros del próximo año en Río de Janeiro.

Oyanaisy Gelis, Yamara Amargo, Leidys Oquendo, Suchitel Ávila, Arlenys Romero, la propia Casanova y Noblet son la base de un equipo que no debe desmayar nunca en acercarse al rendimiento panamericano, mundial y olímpico que hace más de dos décadas alcanzaron sus antecesoras con los papeles protagónicos para Leonel Borrell, Margarita Skeete, Dalia Henry, Bárbara Bécquer y María Elena León, por solo mencionar algunas.

A cinco jornadas del cierre de los XVII Juegos Panamericanos,  el bronce de estas baloncestistas puede resultar una inyección necesaria para taekwondocas, boxeadores y atletas del campo y pista, sobre quienes recae ahora la responsabilidad de mantener en la pelea a Cuba por el tercer lugar general del medallero.

Ojalá y el canastazo a la samba haga renacer en nuestra delegación el refranero popular: “no van lejos los de adelante si los de atrás corren bien”. Su crónica ya está escrita con admiración sincera, pero quedan páginas en blanco reclamando historias para contar.