Estrenos de cine: Exodus, dioses y reyes

Estrenos de cine: Exodus, dioses y reyes
Fecha de publicación: 
23 Junio 2015
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Por mucho que se desconozca sobre la Biblia, se sabe que Moisés es una figura del judaísmo, islamismo y cristianismo, cuya historia aparece en las Sagradas Escrituras; que fue encomendado por Dios para librar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto a través del éxodo a la tierra de Israel; que se le atribuye la escritura del Pentateuco —los cinco primeros libros sagrados—, y que recibió los Diez Mandamientos de Yahveh en el monte Sinaí.

Exodus: Dioses y reyes narra una interpretación de esta historia de Moisés que cuenta el Antiguo Testamento. El director, Ridley Scott, da vida a la historia del líder que desafió un imperio y a la rebelión suya contra el faraón Ramsés, que terminó liberando a 400 mil esclavos en una épica huida de Egipto… tras un terrorífico ciclo de mortíferas plagas.

Realmente no es la primera vez que el cine produce una versión novelesca de hechos históricos cargada, como está Exodus…, de imprecisiones y tergiversaciones.

Como es común en el mundo moderno del séptimo arte, el filme Exodus: Dioses y reyes cuenta con escenas de acción y efectos especiales, que si bien entretienen al cinéfilo, lo insertan en un mundo irreal alejado de la verdad bíblica, que suplanta el hilo argumental de la intervención divina y la participación de Moisés en la liberación de los esclavos judíos del yugo del faraón de Egipto. Pero no hay necesidad de insultarse; las inexactitudes históricas de la cinta bien pudieran ser consideradas, si no nos ponemos muy exigentes, interpretaciones del suceso bíblico.

En el año 2014 el director norteamericano Darren Aronofsky estrenó Noé, una película que seguía sus propios conceptos en cuanto a interpretación histórica. Lo mismo pasa con la visión que el director británico Ridley Scott nos brinda ahora de las peripecias de Moisés, el patriarca del Antiguo Testamento que lideró el éxodo de los hebreos sojuzgados por el Egipto faraónico y que, tras recibir de Yahveh los Diez Mandamientos, abrió a su pueblo las puertas de la Tierra Prometida.

Pero lo que hizo Darren Aronofsky en Noé fue reinterpretar el sentido de lo religioso en el siglo XXI. Sin embargo, bajo sus apariencias neoclásicas, suntuosas y preciosistas, lo que intenta Scott en Exodus: Dioses y reyes es más atrevido: relativizar todo asomo de creencia, en tanto relato que, como le expone Moisés (Christian Bale) a Nun (Ben Kingsley) en un momento determinado del metraje, peca a estas alturas de poco convincente; suma de arbitrariedades y caprichos que ofrecen una visión del pasaje bíblico que lejos de aportar al imaginario colectivo, resta.

En toda su carrera como director —Los duelistas (1977), 1492, La conquista del paraíso (1992), Gladiator (2000), El reino de los cielos (2005), Robin Hood (2010)—, Ridley Scott ha realizado películas donde los personajes luchaban contra el orden consensuado de las cosas.

En Exodus: Dioses y reyes Scott expone las aventuras de Moisés: su abandono, aun siendo bebé, en las riberas del Nilo; su adopción por el régimen faraónico; su amistad fraternal con Ramsés II (Joel Edgerton); su exilio y casamiento con Séfora (María Valverde); las siete plagas que asolaron Egipto, etc.

El problema de la cinta reside en que el talento estrictamente cinematográfico de la propuesta es inferior al plástico. Los recursos de Scott como director son escasos, y ello hace que su escepticismo acerca de lo que nos cuenta acabe por derivar no en extrañeza, sino en cierto aburrimiento, y también cierta indiferencia ante la tosquedad narrativa.

Exodus: Dioses y reyes comercia demasiado con otros mitos, que no vienen del todo al tema: Thor, Star Wars, una pizca de Los juegos del hambre, en aquella escena en que los rebeldes se congregan y tiran con arco en llamas… A veces, se puede sentir en Exodus… cómo la Biblia es el texto menos clave.

Resulta irónico que los personajes de las ficciones de Scott luchen por cambiar sus realidades, cuando este director se revela incapaz casi siempre de hacer otra cosa que añadir a sus andanzas capas y capas de óleo y barniz. Carente de una fe, no ya existencial, sino expresiva, que le permita reinventar el paisaje de la historia, en vez de solo retocarlo.

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