Aspectos sobre Gustavo Cisneros: “Suena” bien, pero se oye mal

Aspectos sobre Gustavo Cisneros: “Suena” bien, pero se oye mal
Fecha de publicación: 
6 Junio 2015
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Venezolano, con raíces cubanas, quien más de una vez ha pedido a Obama que haga todo lo posible para normalizar rápidamente las relaciones con Cuba. “Suena” bien, hasta que se conoce que es Gustavo Cisneros, quien está “loco” porque haya un “libre flujo de comunicación”, a su manera, claro, con el taimado fin de que "el pueblo cubano pueda tomar un mayor control de sus propias vidas".

No porque en el 2004 la revista Forbes basara su fortuna en unos 4 000 millones de dólares y hace unas semanas en 6 000 millones le juzgaríamos de execrable, simplemente por eso, porque hay multimillonarios que no lo son. Pero Cisneros es un hombre que ha hecho y hace mucho daño, compra voluntades y disfraza su ignominia y monstruosidad mediática bajo disfraces caritativos.

Como periodista, no me gusta abusar de los adjetivos calificativos, pero con este tipo de personaje y lo que representa es difícil no hacerlo.

De él diría el líder bolivariano Hugo Chávez, el 5 de julio del 2003:

"Nunca se me va a olvidar la petición que me hizo (en 1999) uno de los grandes gurúes del golpe mediático, magnate internacional, dueño de medios, que se creía también dueño de Venezuela, dirigente del golpe de Estado y capo de la oligarquía apátrida y traidora, que pretendía que yo nombrara en CONATEL (Comisión Nacional de Telecomunicaciones) a uno de sus empleados".

Venevisión decidió no hacerse eco de las manifestaciones públicas a favor de Chávez, especialmente durante el golpe de Estado del 2002, y respecto al paro petrolero del 2002-2003 transmitió, junto con los otros canales privados, información de los actos de la oposición, suprimiendo la programación regular y sin emitir publicidad. Por ello, Chávez califico a Venevisión como uno de los denominados Cuatro Jinetes del Apocalipsis, junto a las otras cadenas privadas de televisión (Televen, RCTV y Globovisión).

Pero 12 años después, en este 2015, Cisneros sigue siendo la cabeza más visible de la campaña mediática para hacer creer que Venezuela está parada, haciendo el juego a quienes calumnian al gobierno de Nicolàs Maduro, ubicándolo como una grave amenaza para la seguridad de Estados Unidos, nada más ridículo.

Comanda una y otra vez a empresarios de plantas privadas —la mayoría de los medios de la nación—, quienes se hicieron multimillonarios estafando a los gobiernos de turno, por medio de la obtención de créditos que nunca pagaron. En este contexto sindican a Cisneros como cubano batistiano  (que sí lo era su padre), quien hizo su fortuna gracias a los corruptos regímenes adeco-copeyanos, que destrozaron a Venezuela durante más de 40 años.

El susodicho dirigió la acción de autocensura de los medios de comunicación privados que los días 12,13 y 14 de abril último —cuando el pueblo se lanzó a las calles y más de tres millones de personas recobraron la constitucionalidad de Venezuela— solo trasmitieron programas cómicos y películas, mientras un grupo de sus periodistas, escondidos, lloraban y clamaban por sus vidas nunca amenazadas.

 
Tal para cual

El odio contra Fidel y Chávez, como es ahora contra Maduro, ha ayudado a la cooperación desde el 2004 de Cisneros con un magnate mucho más poderoso que él, Rupert Murdoch, quien se burla cuando intentan llevarlo a juicio por sus comprobados nexos con los intereses de los centros de poder, de los fabricantes de armas y capos del sistema financiero mundial. Utiliza el periodismo como mecanismo de presión para sacar provecho económico y político. Gustavito compite con él y, aunque se queda “corto”, siempre trata de asegurar sus espaldas.

Aliado de los expresidentes venezolanos, Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez así como de entes de la política, la economía y la diplomacia, tales como el ex mandatario español Felipe González, el multimillonario David Rockefeller, George H. W. Bush y Henry Kissinger, entre otros, estos han recurrido al empresario en múltiples ocasiones para tratar asuntos referente al país caribeño, por supuesto, de índole golpista.

Actualmente las 72 empresas que forman la Organización Cisneros operan en más de 80 países de América, Asia y Europa, y solo en Estados Unidos 35 000 personas trabajan para el conglomerado.

Además de tener también las nacionalidades española y dominicana, posee innumerables órdenes, condecoraciones y otros atributos que la sociedad burguesa gusta otorgar a sus representantes más conspicuos —incluso ha sido invitado a las reuniones del Grupo Bilderberg—, y hace dos años nombró a su hija Adriana para la vicepresidencia de la Organización Cisneros.

Esta, enormemente más amplia que la original Fundación Cisneros, creada por su padre, dice no renunciar a sus “principios” de hacer solo el bien, sin fines de lucro; apoyar los valores democráticos, estimular la iniciativa privada y fomentar el libre mercado, como buen defensor de las políticas de corte neoliberal como las que había implantado Carlos Andrés Pérez, y de la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Un pequeñísimo ejemplo de cómo y quiénes lo protegen lo encontramos en un resumen del profesor Pedro Grima de su libro Narcotráfico S.A. La nueva ruta del Opio, cuidando de reproducir completo el especial capítulo donde se detallan los nexos del Clan Cisneros con el narcotráfico. Pero no se preocupen en buscarlo. La obra desapareció del mercado venezolano como por arte de magia.

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