Estrenos de cine: "Vuelos prohibidos", más de lo mismo

Estrenos de cine: "Vuelos prohibidos", más de lo mismo
Fecha de publicación: 
2 Junio 2015
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En el aeropuerto, justo antes de tomar un avión camino a Cuba, conoce a Mario, un fotógrafo habanero que le adelantará la zozobra que significa vivir en la Isla.

Por causa de un retraso en el vuelo, Monique y Mario tendrán tiempo para debatir sus diferentes visiones y sentimientos sobre lo que implica –y cómo se comporta y se explica- la realidad de sus respectivos países.

Vuelos prohibidos, película dirigida por el cineasta Rigoberto López, conocido entre otras propuestas, por su icónico documental Yo soy del son a la salsa (1997), implica el debut del cantante cubano Paulo Fernández Gallo, uno de los imprescindibles del género salsa en Cuba. Conocido como Paulito FG desde la furia salsera en la Isla de los años noventa, el popular artista comparte protagónico con la actriz francesa Sanâa Alaovi, en una cinta cuyo rodaje tuvo lugar tanto en las calles de París como en el ambiente habanero.

López ha asegurado que con el actor no profesional que es Paulo FG se le otorga a la película una sensación fresca. Pero para coquetear con los preceptos del neorrealismo italiano esta, sencillamente, no era la película. Un guión forzado, que lleva a los personajes a conocerse y pasar la noche juntos de manera impuesta, y unos protagónicos que –debe reconocérseles- se esfuerzan, pero no llegan siquiera a validar los silencios entre suspiros de sus respectivos diálogos, conforman en Vuelos prohibidos un sedimento aburrido, que dura –lamentablemente- toda la película.

De ahí que se agradezca y se valore más que nunca la pequeña, pero refrescante actuación de los consagrados Daysi Granados, Mario Balmaseda y Manuel Porto, actores que integran el elenco y que salvan -lo mejor que pueden- una cinta que adolece, sobre todo, de buenas interpretaciones.

Vuelos prohibidos es una producción del ICAIC con la colaboración del Ministerio de Cultura de Cuba y Funglode (fundación global de­mo­cracia y desarrollo de la Repú­blica Dominicana) y tiene demasiadas pretensiones baldías.

Quiere hacer crítica social: denuncia ausencias de libertades en Cuba, pero, a la vez, asume la actitud redentora del proceso revolucionario, y defiende a la nación de indudables logros sociales. Ambiciona ser cinta erótica… e historia de amor. La idea original –de Wendy Guerra- es, de tan presuntuosa, absurda. Quiere ser más de lo que es, y desatina en el intento.

Rigoberto López, premiado en el Festival Pan Africano en Cannes en el año 2006 por su largometraje de ficción Roble de Olor, no teme rebosar de lugares comunes a Vuelos prohibidos. Otra vez vuelven los cubanos a vivir en solares ante el mundo; vuelven a mostrarse las guaguas repletas de mulatos que, en esta ocasión, hasta pegan sus narices a los cristales.

De tanto ambicionar, Vuelos prohibidos se niega a percatarse que no plantea los temas fundamentales sobre las virtudes y defectos del proceso cubano de los últimos cincuenta años. Quiere ser un filme profundo, existencialista, de cuestionamientos políticos, sociales y hasta filosóficos; quiere ser una road movie donde el viaje también sea hacia el interior de sus personajes, un recorrido introspectivo hacia cada uno de ellos con sabores agridulces y momentos de dramático enfrentamiento.

Quiere mucho. Pero querer no basta.

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