Paul en la ruta marciana

Paul en la ruta marciana
Fecha de publicación: 
31 Agosto 2011
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Por Justo Planas

 

La pareja protagónica Simon Pegg y Nick Frost vuelven a las andadas de la ciencia ficción, pero esta vez con Geg Mottola tras la cámara.

Paul es una disparatada película de ciencia ficción, con poco y a la vez mucho de eso que nos hizo creer durante décadas en un más allá lleno de aliens.

 

Pegg y Frost son, de hecho, dos ingresitos que van hacia Estados Unidos para vivir el misterio alienígena en vivo y en directo. Asisten a una convención de nerds iguales a ellos, conocen a un superescritor de ciencia ficción y cogen carretera por los sitios más sonados del contacto "extraterrestre" con nuestro mundo.

 

Se trata de una película de viajes singular, pues el recorrido, al menos hasta cierto punto de la historia que ya contaremos, insiste en señalizaciones al estilo de "Despegue interespacial", y un etcétera bien divertido que nos recuerda aquellas odiseas galácticas de los 70 y 80. He ahí el mundo en que viven los dos protagonistas, mientras la otra realidad sigue su curso: la carretera del desierto, los hombres rudos que los hacen a un lado… ya sabemos.

 

Paul se convierte en todo eso que la pareja británica ha estado buscando. Después que tienen un accidente de tránsito y se encuentran con un extraterrestre —llamado Paul—, o para se más exactos El Extraterrestre, porque según sabemos más tarde desde X-files hasta los filmes de Steven Spielberg son en realidad ideas suyas. Todo aquel mundo en que han hecho su vida Pegg y Frost (sus personajes se llaman Graeme Willy y Clive Gollings) salió de aquella cabecita, que se parece bastante a la del marciano más común de Hollywood.

 

Es entonces cuando la cosa se complica, porque después de haber jurado y perjurado que los extraterrestres existían, ¡no se lo pueden creer! Y toda esa superaventura con que siempre soñaron los toma tan de sorpresa que hasta se quejan de su mala suerte. Y eso que, la verdad, fuera de su apariencia física, Paul es un tipo bastante normal.

 

En fin, las actuaciones de Simon Pegg y Nick Frost, como siempre, no pueden ser más apropiadas. A Kristen Wiig, sin embargo, se le ve bastante ida de lo que representa, su cristiana ortodoxa nos queda bastante plana en ocasiones, poco a nivel.

 

El guiño a estos otros filmes de "contactos" extraterrenos que son los de ángeles, demonios y beatos extremistas, pudo ser mejor aprovechado a favor de la comedia. Quizás el debate sobre religión contra ciencia no venía mucho a tema en un género que trabaja con hipótesis y no con evidencias.

 

Incluso tenemos una aparición —para la que se nos prepara durante todo el filme— de esa rostro emblemático de la ciencia ficción que es Sigourney Weaver (la chica de la saga Alien)… y para sorpresa de todos, escuchamos la vocecilla comida de Steven Spielberg. No puede existir mejor homenaje al cine sobre marcianos, ¿verdad?

 

De fondo, se nota cierta melancolía por aquellos tiempos, por aquel cine que 30 años atrás nos hacía comernos las uñas, y llorar incluso, para que un bicho de otro planeta, bueno o malo (según el caso) subiera a su nave espacial y todo continuara como antes.

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