Mis disculpas señor Shakespeare

Mis disculpas señor Shakespeare
Fecha de publicación: 
23 Abril 2015
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Con pesar debo decir que aunque me habían presentado a Wiliam Shakespeare en la enseñanza secundaria, no fue hasta el preuniversitario que tomé uno de sus libros en mis manos. Lo fui dejando para luego, como sucede con tantas cosas, y cuando de forma obligatoria tuve que leer Romeo y Julieta… por suerte aún era temprano para librarme de remordimientos.

 

Así, cual si procurara recuperar algo que había perdido, enseguida busqué otras de sus famosas piezas. Otelo, Hamlet, Macbeth me adentraron en un mundo realmente insólito donde los personajes son víctimas de un destino preconfigurado del que no pueden, y otras veces no quieren, escapar.

 

Parecidos a los de la vida misma, los escenarios shakesperianos se sobresaturan de circunstancias inevitables… acaso porqué no se escapa de lo que está escrito porque lo que te toca te toca irreversiblemente.

 

Puede ser esa la explicación de que Shakespeare trascendiera hasta nuestros días como el autor inglés más traducido de todos los tiempos e incluso como uno de los más influyentes de la literatura universal. Eso de sobrepasar las barreras que impone el tiempo no es algo común, corresponde a los elegidos como fue su caso.

 

De él escribieron muchísimos otros autores, como fue el caso de Jorge Luis Borges: Shakespeare es el menos inglés de los poetas de Inglaterra… es casi un extranjero. Inglaterra es la patria del understatement, de la reticencia bien educada; la hipérbole, el exceso y el esplendor son típicos de Shakespeare.

 

Casi ciento cincuenta años después de la muerte de Shakespeare, comenzaron a surgir dudas sobre la verdadera autoría de las obras a él atribuidas. Documentos históricos atestiguan que fue también actor de comedias.

 

Porque me gusta el misterio e inclusive porque pienso que es un gran colaborador de la fama, releo de vez en cuando sus tragedias, sobre todo sus tragedias. Con la avidez de quien se impone un tratamiento a domicilio, me adentro en complicados vericuetos, en palacios, en fiestas de máscaras que sigo queriendo creer salieron de la pluma de un grandilocuente inglés, de nombre Wiliam Shakespeare, fallecido un día como hoy hace 399 años.

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