CUENTOS DEL GABO: El Gabo y los indígenas wayús

CUENTOS DEL GABO: El Gabo y los indígenas wayús
Fecha de publicación: 
20 Marzo 2015
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Como ya hemos apuntado, desde los primeros años de su infancia en Aracataca el Premio Novel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez, recibió gran influencia de su abuela materna, Doña Tranquilina Iguarán Cotés, quien solía contarle fábulas sobre muertos y aparecidos, además de historias relacionadas con la familia. Entretanto, con su abuelo, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, Papalelo, veterano de La Guerra de los Mil Días, aprendió  cosas relacionadas con la vida de los hombres e incentivó en él la vocación por el cine y el circo.  Esa íntima conexión con sus ascendientes constituyó la fuente principal del universo mágico-realista, sobrenatural y supersticioso que el más célebre de los escritores de Latinoamérica solía recrear en sus narraciones.

Sin embargo, poco se ha hablado de otro extraordinario influjo en la vida del niño Gabriel durante los ocho años en que vivió en el municipio colombiano de Aracataca, perteneciente al departamento de Magdalena, donde sus padres, Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, cuando decidieron  mudarse para Barranquilla, lo dejaron al cuidado de sus abuelos maternos. Me refiero a sus estrechas relaciones con los aborígenes de la península de La Guajira: los wayús o guajiros (del arahuaco guajiro, señor, hombre poderoso), que habitan territorios de Colombia y Venezuela, sin tener en cuenta las fronteras entre estos dos países sudamericanos.

INDÍGENAS WAYÚS VISITABAN LA CASA DE LOS ABUELOS EN ARACATACA

El propio escritor afirmaba que durante su infancia muchos pobladores wayús visitaban la casa de sus abuelos en Aracataca, quienes probablemente indujeron a su abuela a creer, de forma ardiente, en los hechizos y las brujerías. De tal manera puede suponerse que el realismo mágico presente en sus obras se desprende tanto de su virtuosismo como creador, como de los recurrentes relatos de Tranquilina y Nicolás, además de la herencia que le llegó en línea directa de los indios guajiros, con quienes creció hasta los ocho años de edad cuando falleció su abuelo y debido a la creciente ceguera de su abuela, se fue a vivir con sus progenitores en Sucre, población ubicada en el departamento de Sucre (Colombia), donde su padre trabajaba como farmacéutico.

Según el investigador Juan Moreno Blanco, docente de la Universidad del Valle, la fábula garciamarquiana está estrechamente ligada a la lógica chamánica del mundo wayú, uno de los pueblos arawak que, como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonía, como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el año 150a.C.

Aracataca fue fundada en 1885 en las tierras de La Santísima Trinidad de Aracataca,  solicitadas en adjudicación en 1797 por don Basilio García. Al ser separada de Pueblo Viejo, en 1915 fue declarada municipio por la Ordenanza No. 8.  Está ubicada muy cerca de la península de La Guajira (en Wayuunaiki: Wajiira), territorio wayú situado al noreste de Colombia, que limita al norte y al oeste con el mar Caribe, al este con Venezuela, al sur con el departamento del Cesar, y al suroeste con el departamento de Magdalena, uno de los nueve estados originales que conformaron los Estados Unidos de Colombia, actualmente dividido en 30 municipios, entre ellos Aracataca.

Situada en el extremo Nor-occidental del continente suramericano, la península de La Guajira, de 13 mil km2, sobresale por sus comunidades  wayú, las cuales ocupan más de 10 mil km2 de la zona mundialmente conocida como Cabo de la Vela, uno de los primeros puntos de referencia en la tierra firme de Indias. “Mucho después sabríamos que dicho cabo es Jepira, o senda por donde las almas de los wayú muertos recorren el camino hacia su última morada, en el fondo del mar”, según un interesante texto de Socorro Vásquez Cardozo y  Hernán Darío Correa C, publicado en la  Geografía humana de Colombia (Nordeste Indígena, Tomo II).

Como puede apreciarse, Aracataca, ubicada en las inmediaciones de la península de La Guajira, tenía como uno de sus puntos más cercanos a las poblaciones wayú, cuya cultura es rica en leyendas, mitos y tradiciones. Algunos biógrafos de García Márquez afirman que junto a esos indígenas él aprendió a hablar su lengua denominada wayuunaiki, perteneciente a la familia lingüística arawak. Sin embargo ese idioma aglutinante, con seis vocales y 16 consonantes, nunca fue utilizado en alguna de las novelas del célebre escritor.

GARCÍA MÁRQUEZ DOMINABA A LA PERFECCIÓN EL IDIOMA WAYÚ

Wayú es una auto-designación usada por los indígenas, la cual significa persona en general, de la propia etnia, aliado y también la pareja (mi esposo o mi esposa). Se opone al término "arijuna", que equivale a individuo extraño, posible enemigo, conquistador, que no respeta las normas wayú.

Los no indígenas generalmente designaban como guajiros a los pobladores wayú, pero esa palabra tiende a crear confusión, sobre todo en otras latitudes del orbe, ya que los wayús, paradójicamente,  la usan para designar a aquellos, es decir a los habitantes de La Guajira que no son indígenas, además de que también se llaman guajiros, en Cuba y las Antillas, a los campesinos, es decir a quienes viven en zonas rurales y a los que cultivan la tierra.

Los wayús son el pueblo indígena más numeroso de Colombia y Venezuela; representan cerca del 11% de la población del estado de Zulia y cerca del 45% del departamento de La Guajira. El 97% de la población habla su lenguaje tradicional (el wayuunaiki), y el 32%, el castellano. Un 66% no ha recibido ningún tipo de educación. La población wayú en Colombia, según el censo de 2005, es de 270 mil 413 personas, las cuales representan el 20% de los indígenas del país, siendo el grupo más numeroso. De acuerdo con el censo de 2011 en Venezuela los wayús son 415 mil 498. Ya anteriormente, según datos estimados, la población conjunta de los dos países supera los 400 mil individuos, cuya organización social está caracterizada por clanes.

LOS TEJIDOS DE LOS WAYÚS ERAN PREFERIDOS POR LA ABUELA DEL GABO

Según cuentan, la abuela del Gabo no solo recibía frecuentes visitas de los wayús, sino que también admiraba y usaba muchas de sus hermosas confecciones textiles, las cuales les fascinaban por sus colores, diseños y la complejidad de técnicas usadas en su elaboración. Los motivos típicos son las representaciones de figuras geométricas que simbolizan elementos de la naturaleza (animales, plantas, estrellas…) que rodean la vida cotidiana del wayú. Entre más complejas son las figuras, mayor valor adquiere la pieza.
Los tejidos wayú se caracterizan por el uso de matices muy fuertes y contrastantes.

EL HOMBRE WAYÚ PUEDE TENER VARIAS MUJERES

Aunque su contacto con los conquistadores europeos data del siglo XVI, los wayús fueron sojuzgados muy tardíamente, después de la independencia de Colombia y Venezuela. En esto influyó tanto la resistencia indígena, como las duras condiciones ambientales del desierto, que les sirvió como refugio.
Entre sus habitantes existe todavía la autoridad tradicional y un sistema autóctono de la administración de la justicia en la cual se destaca el pütchipü o pütche'ejachi, es decir, el portador de la palabra o "palabrero", quien resuelve los conflictos entre los diferentes clanes. En lo que se refiere a la familia extensa matrilineal "según la sangre" o apüshi, el alaula tío materno mayor es quien ejerce la autoridad. Los parientes por línea paterna, "según la sangre", se reconocen como oupayu, aliados con quienes se espera solidaridad yana'ma' o trabajo conjunto.

Existen por lo menos 22 clanes wayús, entre los cuales están los Epieyú, Uriana, Ipuana, Pushaina, Epinayú, Jasayú, Arpushana, Jarariyú, Wouriyú, Urariyú, Sapuana, Jinnu, Sijona, Pausayú, Uchayar'u, Uriyú, Warpushana, Worworiyú, Pipishana y Toctouyú. El mayor porcentaje de población se encuentra en los clanes Epieyú, Uriana e Ipuana.

El hombre wayú puede tener varias mujeres. Antes del matrimonio el novio debe llegar a un acuerdo con los padres de la novia en una reunión denominada apajá y entregar a ellos la cantidad de ganado y joyas que acuerden. La mujer permanece en el hogar y es símbolo de respeto y unidad. Habitan en rancherías (piichipala o miichipala), pequeñas comunidades distantes unas de otras, conformadas por agrupaciones de parientes cercanas al clan. El pastoreo es la actividad más importante. El número de cabras, reses, caballos y mulas son el símbolo de riqueza y poderío. El tejido es una labor que combinan con las demás actividades cotidianas, en los ratos libres, en las visitas y cuando van de viaje.

Es probable que muchas de las creencias oscurantistas de la abuela Tranquilina, y del propio García Márquez, fueran traspasadas a ellos por el piachi, un personaje de gran importancia en cada comunidad, quien ha adquirido poder espiritual mediante su experiencia visionaria y las virtudes otorgadas durante sueños o trances que se interpretan como la incorporación de un espíritu protector Seyuu, por lo que es llamado para curar.

Como la abuela del Gabo afirmaba que a ella le sucedía frecuentemente, según los wayús los espíritus se comunican con los humanos vivos mediante los sueños. Maleiea es el creador; Pulowi mujer primigenia; Juyá la lluvia; Shanceta, Acaracuy y Kéerraria espíritus de lugares especiales; Yoruja los espíritus errantes de muertos. El wayú cree que tras la muerte va a Jepirá, el Cabo de la Vela, lugar de felicidad donde se descansa hasta que tras el segundo velorio, cuando los restos son exhumados para llevarlos un sitio definitivo, el espíritu del muerto toma el camino hacia la eternidad.

Estos indígenas usan ampliamente su música tradicional en las diferentes actividades cotidianas, las festividades y los rituales, principalmente ejecutada con flautas, pitos y tambores; además, en las labores de pastoreo se acompañan con rítmicos sonidos producidos por flautas o canutillas, así como con pitos hechos de elementos del medio como el limón seco. La danza autóctona yocna o yonna (conocida como chicha maya), se usa en las celebraciones relacionadas con el desarrollo de la mujer e implica pasos en donde ella avanza desafiando al hombre, que retrocede tratando de no caer.

TRADUCCIÓN AL WAYÚ DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD

Desde los años '80 del pasado siglo, en La Guajira colombiana se imparte educación bilingüe español-wayuunaiki, en un modelo educativo diseñado por el Centro Etnoeducativo Kamüsüchiwo'u,  con apoyo financiero del gobierno colombiano y de la empresa que administra la mina de Cerrejón; por otro lado, si bien el idioma ha tenido una limitada tradición literaria, existe actualmente un creciente interés en rescatar y promover  su uso; como ejemplo, se está publicando un periódico bilingüe en wayú y español publicado en Venezuela y distribuido en ese país y en Colombia, llamado Wayuunaiki; además, el gobierno colombiano se está encargando de compilar una traducción al wayú de una de las obras más representativas del Gabo, Cien Años de Soledad.

En diciembre de 2011, la Fundación Wayuu Taya en alianza con Microsoft, presentaron el primer diccionario de tecnología en wayuunaiki, luego de tres años de trabajo en conjunto con lingüistas y profesionales de TI.

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