El bloqueo sin cifras

El bloqueo sin cifras
Fecha de publicación: 
10 Marzo 2015
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Cuando se haga el recuento del costo del bloqueo impuesto a nuestro país por el gobierno norteamericano, no solo debe tenerse en cuenta el daño ocasionado a nuestra economía, sea en el sector financiero como en el de la salud, entre tantas otras áreas que convergen en estabilidad  de la vida cotidiana del pueblo cubano.

Hay otro daño muy específico, que resultaría imposible cuantificar porque se mueve en el terreno de la espiritualidad de cada cual. Por ejemplo, ¿cuántos cubanos ahora mismo hubiéramos querido asistir a un concierto de Michael Jackson en La Habana? ¿Cuánto hace que esperamos por la presencia de Luís Miguel en el escenario del teatro Karl Marx? Digo más, ¿cuántos artistas de las más diversas tendencias musicales han expresado su deseo de tocar para el público cubano y cuantos más todavía no lo han dicho, pero tan pronto se pueda, no lo pensarían dos veces para arribar a nuestras costas y convertirnos en cómplices agradecidos del valor de su obra?

Todo músico extranjero sabe de las potencialidades tremendas que distinguen a nuestra música en el mundo, razón por la cual intuye que para el cubano promedio, la música constituye una parte importante de su formación cultural y por lo tanto quiere pasar por la prueba de exponer su arte a nuestra consideración como personas capaces de valorarlo en su justa medida.

Algunos de ellos ya han estado en nuestro país bajo la sombrilla de “visita privada” y por lo tanto su estancia ha sido noticia solo para quienes tuvieron la suerte de reconocerlos por algunas de las calles capitalinas o hasta incluso tropezarse con ellos en  hoteles como en el Hotel Santa Isabel, donde hace ya algunos años, estuvo como huésped el cantante Robert Plant y posteriormente nos enteramos de la presencia del guitarrista Jimmy Page quien se alojara en el Hotel Saratoga. Sin embargo, la visita privada más renombrada hasta el momento, ha sido la de Paul McCartney, quien no solo almorzó en un restaurante santiaguero, compró discos de música cubana y hasta estuvo un rato por la emblemática Casa de la Trova de Santiago de Cuba. Bravo por quienes tuvieron el privilegio de encontrarse con esas personalidades del mundo del rock, incluso si pudieron saludarlos y mejor aún si lograron tomarse alguna que otra foto con ellos. Sin embargo, soy de la opinión que nos merecemos mucho más que un encuentro fortuito con cualquier músico famoso extranjero que se encuentre por horas en nuestro país. Tanto Plant como Page e incluso McCartney, realmente como que no estuvieron en Cuba. En todo caso, pasaron por aquí, y dentro del mayor silencio posible, puesto que la expectativa pública de tales visitas, fue prácticamente nula. ¿Es necesario explicar que sucedería si Robert Plant y Jimmy Page se presentaran en el Karl Marx acompañados por una banda de Todos Estrellas cubana o si el mismísimo Paul McCartney fuera entrevistado para la emisión estelar del NTV y hablaran acerca de los preparativos para ofrecer una serie de conciertos a todo lo largo de nuestro país?

Eso sí sería venir a Cuba. Precisamente, por estos días La Habana ha sido sacudida por el hard rock de la banda The Dead Daisies, agrupación formada originalmente en Australia por su director, el cantante Jon Stevens y el guitarrista David Lowy, pero la integran músicos de nacionalidades diversas. Quizás por su corta edad —fue creada en el 2012— no se le pueda pedir una obra de mayor trascendencia a pesar que The Dead Daisies es algo así como un Todos Estrellas del Rock. En ella figuran músicos que han tocado con los Rolling Stones, como el bajista  Darryl Jones; teclados en Guns N´ Roses, como Dizzy Reed; el también bajista Marco Mendoza procedente de Whitesnake; el baterista Brian Tichy de Ozzy Ousborne y el guitarrista Richard Fortus, también de Guns N´Roses, entre otros integrantes. Por supuesto, no se trata de los músicos legendarios de los grupos que proceden como Los Rolling Stones y Guns N´Roses, pero hay que ser muy bueno, para que los acepten como miembros de semejantes bandas.

De su calidad fuimos testigos quienes asistimos a sus presentaciones en los escenarios del Maxim Rock y en el del Salón Rosado de la Tropical, conciertos literalmente desbordados de un público entusiasta, principalmente joven, atraído por la espectacular potencia del batería Brian Tichy y por el virtuosismo del guitarrista Richard Fortus.

Si tal alboroto ha tenido lugar con esta joven agrupación The Dead Daisies, nos imaginamos que sucederá cuando vengan las Ligas Mayores de cualquier género. Sencillamente tendrán el mismo placer de actuar para los cubanos, como igualmente de inmensa será nuestra felicidad de disfrutarlos. Así sea.

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