La otra esquina: Lástima que llegó el final

La otra esquina: Lástima que llegó el final
Fecha de publicación: 
25 Febrero 2015
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Su director, Ernesto Torres Fiallo, me dijo: “Te juro que me ha sorprendido la reacción del público con la novela, soy muy crítico con las cosas que hago, le encuentro errores imperdonables. Lo curioso es que solo unos pocos colegas se han acercado a mí para hablarme de la telenovela, y lo bueno es que esos pocos directores son creadores que yo admiro”.

Y para llevarle un poco la contraria, aquí escribo la opinión de otros dos directores:

Tomás Piard confesó: “Me parece diferente, sobre todo por la fotografía de Ana María, que es lo mejor de la novela. El casting es desigual, a pesar de que también tiene rostros no acostumbrados en la televisión como Ulyk Anello, Miriam Socarrás, Julio César en su Marcel, y Hugo, el hijo de Alina Rodríguez, que se habían olvidado de él. Pero también abundan las caras de siempre, haciendo los mismos personajes que han encarnado mil veces. Sin detrimento de sus talentos, me molesta volver a ver otros rostros que son los de siempre. Y la música no es toda de Raúl Paz, ¿no te has dado cuenta?”

Mientras, Mariela López Galano comentó: “La otra esquina es otra mirada a la familia cubana que va más allá de los estereotipos y nos hace reflexionar sobre lo que a diario sucede en nuestro entorno, donde se presentan seres humanos con virtudes y defectos, con prioridades auténticas que ante la mirada del otro pueden ser descalificadas. Siento que no juzga, muestra y lleva a la reflexión. Lo cierto es que se ha producido un proceso de identificación con nuestra sociedad, donde amarse es importante, pero el dinero como medio para subsistir y escalar también es un recurrente en la cotidianidad de “los personajes”. Yo aplaudo a Yamila Suárez y se lo he dicho personalmente, me ha hecho feliz su audacia, merece visibilidad y empuje”.

A su vez, la reconocida periodista Elsa Claro comenta: “No es una novela que clasifique como ¡qué buena!, ¿verdad?, ni, quizás, apta para grandes premios, pero capta la atención en cualquiera de las subtramas que maneja. Con postulados y sucesos o conductas humanas más creíbles que Paraíso tropical la brasileña con la cual alterna, y si bien no acaba de afincarse en una situación, el todo aporta una visión bastante sólida de la sociedad cubana y su diverso diapasón existencial. Le sigue faltando, como a la mayor parte de las realizaciones de su tipo nacionales, algo que explotan muy bien las sudcoreanas que se exhibieron hace poco por Canal Habana, y lamentablemente desaparecidas: el buen uso de una fotografía que capte ambientes naturales para usarlos intercalados donde fuere menester, o como fondo de distintas escenas. El elenco y el buen manejo de los problemas que aborda llevan a desear que, cuando menos, las próximas telenovelas del patio tengan este decoroso nivel”.

Como mi amiga Miriam Socarrás me contó una simpática anécdota de un recorrido que hizo por “los osos” de La Habana, le pregunté qué ha representado para ella La otra esquina. “Ha sido un regalo a estas alturas de mi vida. Ha sido el personaje más elogiado a nivel de público, de gentes de las que andan caminando por las calles y tomando almendrones, de hombres y mujeres… he firmado autógrafos y me han hecho fotos, he tomado tragos gratuitos, gracias a este hermoso regalo de dos personas que hasta hace dos eneros eran desconocidas por mí. Ellos  pensaron en Miriam Socarrás para ese personaje, ese es el primer regalo: dos personas jóvenes, creadores, que piensen en mí, que no he sido una actriz de la televisión (llevo solo doce años trabajando en la TV, con  poca frecuencia). Creo que el éxito de mi personaje radica en que los conceptos han cambiado a nivel de nietos y nietas, y por ello aceptan y valoran a esta parejita que se enamoró en busca de algo muy importante, combatir la soledad, de la que ambos sufren en medidas y entornos muy diferentes”.

A mediados de noviembre del pasado año escribí: “En un chat de Facebook hace poco leí un intercambio interesante sobre La otra esquina. Y aunque FB es de libre acceso, no voy a decir de quiénes se trata, pero anoté las palabras pasable, bodrio y la frase “no está mal”. L@s foristas decían que si se comparaba con las telenovelas recientes, esta no era un bodrio, estaba pasable y “no está mal”.

Coincido con esos criterios: La otra esquina se aleja de propuestas hechas a la carrera “sin carrera” que no se salvaban ni por actores y actrices que conocen su oficio y, a pesar de eso, estuvieron mal.

En primer término, en La otra esquina la profusión de conflictos creíbles permite que una se traslade de una a otra historia que navegan por variadas circunstancias: la infidelidad, el alcoholismo, el amor en la tercera edad, el robo, diferentes poderes adquisitivos, y hasta las consecuencias de un ciclón”.

Y en enero volví sobre el tema: “Me he pasado unas cuantas semanas en La otra esquina y temo ver lo que me espera cuando cruce la calle dentro de un tiempito. Porque sí, he disfrutado de la telenovela escrita por Yamila Suárez y dirigida por Ernesto Fiallo. No sé qué sustituirá ese espacio que ha gustado a una buena parte de los públicos. (…) Destacables todas las actuaciones, y un agradecimiento sincero a Yaima y Fiallo por preparar un personaje para Raúl Pomares, ya enfermo, que seguro llenó de placer al actorazo recientemente fallecido. (…) Me quiero detener en el diseño escenográfico de Carlos Cordero y Rodolfo González, y el de ambientación de Ibis González, porque si La otra esquina es creíble, se debe a que la casa de Julio César Ramírez (muy bien en su papel) es lujosa como hay muchísimas en Cuba, pero la de Blanca Rosa tiene justo lo mínimo para que sea habitable, mientras la pizzería de Paula Alí es tan real como la de la esquina de mi casa. Es un abanico de formas de vivir, muy cercano a la realidad. (…) Así, en cada “enredo” familiar o de amores contrariados, el televidente se siente atraído por lo que sucederá el próximo capítulo. A propósito, La otra esquina fue pensada para el tiempo de realización que se le dio, y aunque ya nos hemos acostumbrado a telenovelas o series con 40 minutos y más, en esta hemos sido testigos de un buen acople entre historias que terminan en el momento climático y atrapan. (…) Además del guion, hay que destacar la dirección de actores de Fiallo, la fotografía de Ana María González Díaz, la música de Raúl Paz, el diseño de banda sonora de Esteban Vázquez y Rubén Gómez, de vestuario de Nieves Valdés, y el maquillaje y peluquería de Idaleydis Santana”.

Como en el comentario anterior aunque conozco las causas—, ratifico que presentación y despedida no están al nivel logrado en el resto de cada capítulo, pero con ese desaguisado y todo, tengo temor de lo que me encontraré frente a “la otra esquina”.

Para terminar, aplaudo el debate online que hizo el periódico Granma sobre la novela. Las opiniones, algunas desde el exterior de personas que han visto la historia por Youtube, son favorables a esta propuesta.

Me despido con la reproducción de confesiones de actores y actrices que participaron en el encuentro online:

Diana Rosa Suárez: Estuve ausente de la televisión porque no me había llegado ningún proyecto que me fuera interesante hasta este momento. Durante todo este tiempo he estado trabajando en mis peñas, donde tengo una sección de poesía y ayudo a jóvenes valores que tienen mucho talento.

Paula Alí: Todas las madres, aun cuando el resultado sea malo, todo lo hacen con todo el amor, a veces equivocadamente. Mi personaje solo ve por los ojos de sus hijos, estoy absolutamente en contra de la violencia, me parece que se debe tratar mucho más.

Ernesto Fiallo: Se nombra La otra esquina haciendo referencia a un lugar ideal que no vemos en la novela, pero que representa la utopía.

Julio César Ramírez: La dirección de actores, a mi modo de ver, fue una de las zonas que más se trabajó en todo el proceso de la novela, lo interesante es que muchas veces los actores no nos dábamos cuenta que estábamos siendo dirigidos, y creo que esa es una virtud de la dirección de actores, no pautar demasiado al actor, darle la libertad de juego. Así se logran muchas cosas. Claro, las características, propósitos y objetivos de los personajes sí estuvieron siempre muy claros.

Roque Moreno: Es la primera vez que interpreto un alcohólico y créeme que estaba aterrado. No soy tomador, acostumbro a servirme hielo con agua para no desentonar donde esté y con dos cervezas me viro al revés. Además, he sido precedido por grandes de la escena cubana en estos conflictos, recuerda a Alina Rodríguez. No acostumbro a mirar en el monitor lo que acabo de grabar, y en particular en todas las escenas de borracheras corría a verlo. Por supuesto que detesto a las personas como Bobby. Estoy en contra de cualquier tipo de violencia, y creo que el alcoholismo es una enfermedad que destruye todo lo bueno que nos caracteriza como seres humanos. Estoy grabando en estos momentos otra novela que se llama La sal del paraíso. La dirige Joel Infante y en el elenco están Edenis Sánchez, Jorge Ferdecaz, Yerlín Pérez, Tamara Castellanos, Alain Daniel y muchos más. Es un tema de actualidad y creo que puede gustar muchísimo.

Ernesto Fiallo: Estoy en el proceso para la realización de una nueva telenovela, cuyo título provisional es Hermanos de sangre. Esta vez me acompañan en la dirección Roberto Díaz y Julio César Ramírez. La niña de La otra esquina se llama Patricia y es hija de Judith y Papito, dos padres que ayudaron mucho en la realización de la novela, tiene siete años.

Diana Rosa Suárez: Para mí fue un regalo de la vida, porque Raúl Pomares era una persona maravillosa, muy buen compañero. En mi caso, un día que estábamos grabando me llamó aparte y me dijo: “estás muy bien en el personaje, me gusta mucho lo que estás haciendo”, y le dije que me hacía muy feliz diciéndome eso, para mí era una estrella y valoro mucho sus palabras...

Paula Alí: He trabajado muchísimo de pareja con Pomares, en series, películas, novelas. Trabajar con él era un placer, siempre tenía una energía positiva ante el trabajo, la vida. Era muy simpático, muy buen compañero. Le agradezco a la vida que me haya dado la posibilidad de trabajar con él. Todos hacíamos algo para que su personaje creciera, pero no había necesidad porque él hablaba con la cara.

Enrique Molina: Mi carrera está relacionada directamente con Raúl Pomares, pues comenzamos prácticamente juntos la carrera actoral en el Conjunto Dramático de Oriente; cuando yo entré, él llevaba quizás un año o dos. Fuimos desarrollando juntos el trabajo, yo vine a La Habana en el año 70 y Pomares vino dos o tres años después, o sea, que nos une toda nuestra trayectoria actoral. De Pomares guardo siempre gratos recuerdos, en primer lugar por su calidad como actor, y lo más importante: el sentido del humor que tenía fue capaz siempre de llenar de alegría cuanto colectivo donde él estaba. Esta participación, su último trabajo, nos da la medida de su rigor en el cumplimiento de sus compromisos, pues cuando comenzaron los ensayos de la novela se enfermó, y como no podía hablar por la gravedad de la enfermedad, le escribió una nota al director diciendo que si le quitaba los textos al personaje y lo dejaba interpretarlo por señas, él se quedaba con el personaje, pues sería su última actuación. Así que nos queda a todos el grato recuerdo de haber trabajado con un actor que fue consecuente con la ética profesional hasta sus últimos momentos.

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