Danzar en la imaginación

En muchas oportunidades hemos tenido el placer de disfrutar las puestas en escena del coreógrafo cubano Eduardo Blanco, una gloria del Ballet Nacional de Cuba que en unión de Juan Carlos Cremata, director general de La Colmetina, lograron una cerrada ovación al bajar el telón en el teatro Carlos Marx, de la capital cubana, con la versión danzaria del tradicional cuento de los hermanos Grimm Hansel y Gretel.

Fueron tres días inolvidables, la capacidad del mayor teatro de Cuba rebasa las 5 500 butacas y como decimos en buen cubano, no cabía ni un alpiste, muchas personas se quedaron sin poder entrar porque estaban agotadas las entradas, pero se quedaron en las afueras para esperar los fallos que siempre ocurren por causas diversas.

Los pequeños de La Colmenita, como nos tienen acostumbrados, mostraron como se crecen en las tablas sin dejar ese fresco aire de la inocencia que tiene la infancia, los alumnos de la Escuela Nacional de Ballet, no dejaron de ofrecernos su toque de distinción y brindar lo mejor de sí para el público que no dejaba de ovacionarlos. A esta aguerrida tropa se unieron primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba para hacernos pasar dos horas inolvidables.

La UNICEF también puso su granito de arena junto a las dos prestigiosas agrupaciones cubanas, niños y jóvenes parecían volar sobre el escenario en un espectáculo cuya música, de clásicos inmortales, nos hacían danzar en la imaginación.