Cuba-USA: Entre caramelos y agua salada

Cuba-USA: Entre caramelos y agua salada
Fecha de publicación: 
17 Enero 2015
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Lo hizo a través del Departamento del Tesoro, así como el de Comercio, la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC), y otras agencias.

Una periodista del Nuevo Herald, Nora Gamez Torres, dijo este viernes que en su conjunto “flexibilizan” el envío de remesas, los viajes y exportaciones a Cuba.

En ese contexto, explicó, los estadounidenses que se trasladen a La Habana, amparados en 12 categorías autorizadas, podrán gastar una cantidad restringida de dólares en alimentación y otros artículos de consumo personal, hospedaje y transporte.

Aclaró, respecto a quienes salgan para visitar familiares en la isla, efectuar actividades profesionales, educativas, religiosas y artísticas, que podrán hacerlo “sin una licencia especial”.

Observadores hicieron notar que lo dicho es un avance positivo, pero, a la luz de la práctica mundial, discriminatorio para los supuestos beneficiados.   

Las 12 categorías mencionadas se enlazan con la importación y exportación y con los llamados “proyectos humanitarios”.

También se informó que el Departamento del Tesoro autorizará la tramitación de remesas a través de bancos estadounidenses sin necesidad de una licencia especial.

Asimismo se eliminan los límites a las “remesas dirigidas a proyectos humanitarios” y el “desarrollo de negocios privados”.

La vocera del Departamento de Estado, Marie Harf, explicó qué son para ellos “proyectos humanitarios”.

Entre estos mencionó a los vinculados al sector de la construcción que benefician a grupos “legítimamente independientes” de la sociedad civil.

Y a continuación, ella enumeró algunos de los temas a los que darían preferencia, dentro o fuera de la isla:

Capacitación empresarial y de negocios, educación cívica, periodismo, alfabetización de adultos, la empresa privada a pequeña escala y la agricultura.

Para la vocera Harf, estos son los asuntos que corresponden a la esfera de “proyectos humanitarios”.

Según el Nuevo Herald, remitido al Departamento del Tesoro, esa categoría incluye además las remesas que apoyan los derechos humanos, los civiles, “y la transición a la democracia”.

Al mismo tiempo, funcionarios del gobierno estadounidense aclararon que la mayor parte de las barreras a las transacciones entre Estados Unidos y Cuba se mantienen “debido al embargo”.

No está todo sobre la mesa pero hay elementos suficientes para dejar sentadas algunas ideas.

Lo primero es continuar subrayando el valiente y lúcido paso dado por el presidente Barack Obama respecto a Cuba.
Ahora, ¿qué se puede esperar de lo sucedido? ¿Quiénes  lo apoyan en sentido general y quiénes conspiran para frustrarlo? ¿Tiene un futuro o nació muerto?

Resulta necesario apuntar,  sin desconocer matices, cuáles son las dos principales tendencias enfrentadas sobre el tema.

Una se mueve en el Congreso, donde un sector republicano ferozmente ultraderechista proclama que impedirá los fondos para establecer su misión diplomática en La Habana.

A la cabeza de este grupo marchan añejos enemigos de Cuba, al estilo de la doblemente pequeña Ileana Ros-Lehtinen, Marco Rubio y Mario Díaz-Balart.

Ellos representan, una vez más, más, a los trasnochados propulsores del odio acérrimo contra La Habana independiente.

Frente a ellos se mueven quienes desechan tal comportamiento y prefieren lograr sus objetivos sin agresividad.

Estos últimos desde hace años propugnan influir en la juventud y los intelectuales cubanos, bajo su creencia de que son más vulnerables.

¿Hacia dónde han dirigido, enfilan y enfilarán el grueso de sus cañones ideológicos? Hacia los ingenuos y los desinformados.

Ambos reiteran posibles ventajas económicas y comerciales que podrían desprenderse de este nuevo capítulo histórico, pero no mencionan sus desafíos, a manera de flaco servicio a su país.

Quienes así lo han venido anunciando a bombo y platillo, tratarán de aprovechar las nuevas circunstancias bilaterales para montar su “Caballo de Troya” en la isla caribeña.

O sea, que las relaciones entre La Habana y Washington oscilan ahora entre los caramelos y el agua salada.

Pero la inteligencia colectiva del Orbe reconoce, en medio de tantas penurias que sacuden al mundo, la sabiduría de estos vecinos americanos.  

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