ESTRENOS DE DANZA: Mercurio y Reversible

ESTRENOS DE DANZA: Mercurio y Reversible
Fecha de publicación: 
12 Enero 2015
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Danza Contemporánea de Cuba concluyó el pasado domingo, en el capitalino teatro Mella su primera temporada del año 2015. En las funciones, que saludaron los aniversarios de importantes instituciones de la Revolución, se estrenaron dos obras: Mercurio, del cubano Julio César Iglesias, y Reversible, de la coreógrafa belga colombiana Annabelle López Ochoa.  

Mercurio remite de alguna manera a antiguas creaciones de Julio César Iglesias. Hace un buen tiempo, Iglesias ha consolidado una manera muy peculiar de mover a los bailarines en escena. Rehúye de una pauta inamovible, matemática: más que la razón y la geometría parece animarlo un impulso esencialmente emotivo.

Las puestas devienen arduas recreaciones de grandes o pequeños conflictos existenciales. Los intérpretes no son piezas de relojería: son hombres y mujeres con sentimientos a flor de piel, que exorcizan sus demonios en una dinámica que siempre reserva caminos insospechados.

Todo esto puede parecer palabrería impresionista. Pero lo cierto es que muchas de las coreografías de Julio César Iglesias instauran un ámbito lírico muy peculiar. Oscuro, sombrío, inquietante. La propia disposición de los bailarines vislumbra el calado dramático, antes incluso de que comiencen a moverse.

 

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La imagen inicial es poderosa: seis criaturas bordeando estáticas un círculo de luz. Una de ellas por fin salta al centro, se descubre, se individualiza. La imagen final parece cerrar el ciclo: las mismas criaturas entrelazadas, luchando, haciendo fuerza, hasta que se sueltan en acto liberador… o quizás en huída a la oscuridad primigenia. Y entre comienzo y final, una cadena de peripecias que van otorgando cuerpo a la metáfora.

Ya lo apuntaba: la danza no es amable. Abundan las rupturas, la línea escabrosa. Hay una plasticidad que se instaura más allá de la calidad misma del movimiento: desde el diseño de luces, desde el vestuario, desde la banda sonora, que es responsabilidad del propio coreógrafo…

El otro estreno de la temporada, Reversible, de la muy reconocida creadora Annabelle López Ochoa, es quizás más diáfana en sus presupuestos. Por lo menos las pautas están más definidas: desde la uniformidad coral de la danza académica hasta la explosiva multiplicidad de los bailes populares, todo estilizado en una línea de exquisito gusto y singular elegancia.

 

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Se trata de una hermosa reflexión sobre la identidad del ser humano, expresada en buena medida por la ropa y los accesorios, por la interacción con el grupo, por el género y sus implicaciones… pero que se define en un proceso mucho más íntimo, que a la larga, más que separarnos, nos une como especie.

Dos entes, un hombre y una mujer, se erigen en símbolos contrapuestos, polos extremos que de alguna manera confluyen y también se enfrentan. La propuesta es sugerente: los hombres visten faldas, las mujeres pantalones. Las faldas y los pantalones constituyen marcas, concretan actitudes. Pero la esencia del ser humano va más allá de las puntuales diferencias.

Y el final de Reversible, ese cuerpo de baile moviéndose con el mismo tempo, con el mismo impulso, es una imagen redonda y evocadora.

Anabelle López Ochoa lo tiene bien claro: la danza es la poesía del movimiento.

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