El mural más grande del mundo se alza en Buenos Aires

El mural más grande del mundo se alza en Buenos Aires
Fecha de publicación: 
31 Diciembre 2014
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La iniciativa comenzó hace un año cuando tras la propuesta del gobierno de la ciudad, Segatori, que firma como "el pelado", pintó 700 metros cuadrados de las paredes del sureño barrio porteño de Barracas inspirado en tres obras del fallecido pintor argentino Benito Quinquela Martín.

Su trabajo, denominado "El Regreso de Quinquela", fascinó a los vecinos. "Los chicos del barrio me pidieron salir en el retrato", relató el muralista en una entrevista con Efe, en la que reveló que gracias al apoyo de los ciudadanos y las empresas de la zona, adquirió los materiales necesarios y retomó su proyecto.

Así fue como consiguió superar los 2.000 metros cuadrados de extensión, arrebatándole el récord "Guiness" del mural más grande del mundo pintado por un solo artista al mejicano Ernesto Ríos, quien había llegado a los 1.650 metros.

Aun así, "el pelado" hizo hincapié en que este reconocimiento no fue algo que buscó, pero después de que se alzara como el más grande de Argentina, se enteró de que existía un récord mundial y decidió apuntar más alto.

Todo ello no hubiera sido posible sin el apoyo de los vecinos, 70 de los cuales aparecen en el propio mural, que se basa en la "idiosincrasia" de Quinquela, cuyos cuadros representaban a trabajadores portuarios, un espíritu que resucita Segatori al reflejar "la cotidianeidad de la gente".

El resultado es un "retrato masivo" de las familias y los trabajadores de Barracas, como los camioneros del taller o Alberto, "el que vende los 'sandwichitos' en la esquina".

Así, tanto esta obra como sus anteriores suponen una especie de "espejo urbano" mediante el que muestra al público el día a día de los lugares que visita.

El artista, que pinta en la calle desde los años 90, se define como un muralista "de la ciudad de Buenos Aires", donde cree que no existe rechazo hacia el arte urbano gracias a que, al contrario de lo que sucedió en otras partes del mundo, llegó a la ciudad antes que los "tags" o firmas con aerosoles, que no aparecieron hasta el 2005.

"La gente a veces se queja de que se pinte propiedad privada, pero no logró desterrar la buena prensa del mural en el espacio público", apuntó antes de asegurar que por ese motivo, la capital argentina es "un paraíso del arte urbano" al que se acercan a pintar desde "todas partes del mundo".

En su caso, siempre percibió pintar como "una cuestión solitaria", porque disfruta al "agarrar" los espacios por su cuenta, imaginárselos despojados "y arrancar" sin bocetos y que el resultado vaya surgiendo poco a poco.

Su obra también sirvió para rehabilitar ambas calles de Barracas, ya que el espacio en el que está localizada se encontraba "bastante perdido" cuando llegó, con los ladrillos de sus paredes a la vista e incluso, con partes derruidas.

Pese a que Segatori no tenía ningún vínculo con el barrio, el proyecto le permitió familiarizarse con la zona, especialmente con las calles en las que está trabajando, donde todo el mundo lo conoce y quiere contarle algo, hacerle una propuesta o compartir un momento junto al "pelado".

Como Julio, uno de los camioneros del barrio, a quien le regaló un retrato en la puerta de la empresa en la que trabaja "porque es Navidad", apuntó a Efe el muralista, entre risas.

Son los habitantes de la zona, como Julio o Alberto, los que han conseguido que se enganche al barrio, del que va a costar echarle, porque Segatori pretende cubrir otros mil metros más mediante un mural que no para de crecer, siempre bajo la atenta mirada de vecinos y trabajadores.

Por eso, él siempre habla en plural: "Seguiremos pintando, acá, en el barrio".

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