Cuba recuerda centenario del pintor Julio Girona

La vida de Julio Girona —pintor, dibujante, poeta, narrador— bien merece una novela. Además de su extraordinario itinerario creativo, uno de los más significativos del siglo XX artístico en Cuba, habría que contar las peripecias de sus recorridos por medio mundo, sus estancias en los Estados Unidos y en la Europa asolada por la Segunda Guerra Mundial.

Los homenajes comenzaron hace unos meses en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional, que exhibió la exposición Universos de Girona.

La muestra propuso un recorrido por varias etapas del pintor: desde la figuración de sus peculiares retratos, pasando por naturalezas muertas con cierta vocación abstracta, hasta la más decidida abstracción, corriente en la que Girona fue uno de nuestros más importantes maestros.

En sus notas al catálogo, el crítico Toni Piñera apuntaba que la exposición es una especie de radiografía, que expresa las transformaciones experimentadas por el organismo artístico de Girona.

Las obras de Girona reconstruyen una biografía, un devenir. Es posible encontrar pistas o francas declaraciones de principios que vinculan las piezas con el contexto en que fueron concebidas.

Algunos de los retratos, de líneas bien definidas, expresiones adustas, evocan los rostros de la guerra, en la que Girona participó como soldado. En las abstracciones, muy en la línea de las corrientes norteamericanas de mediados de siglo, hay contrastes muy interesantes entre espacios libres de formas y las conjunciones de líneas. Y aquí y allá, mensajes puntuales de Girona, escritos con esa caligrafía tan singular.

El Centro Pablo rendirá tributo a Girona este viernes, a partir de las 5:00 p.m. en la Fábrica de Arte Cubano; mientras que la Unión de Escritores y Artistas de Cuba lo hará el próximo lunes, en la capitalina sala Villena.