Relaciones Cuba-EEUU: Reacciones ante una gran noticia

Relaciones Cuba-EEUU: Reacciones ante una gran noticia
Fecha de publicación: 
24 Diciembre 2014
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Esta mañana iba en una máquina de alquiler, rodeado de pasajeros conversadores. El tema principal ya se lo imaginarán: el anunciado relanzamiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

Lo he dicho muchas veces: si alguien quiere medir el comportamiento de la opinión ciudadana en Cuba, que se monte en un almendrón o haga una cola en una parada o en una bodega.

Difícilmente encontrará en una asamblea de rendición de cuentas del delegado a sus electores o en una reunión del sindicato un abanico tan abarcador de opiniones, un debate tan franco, una implicación tan profunda con lo que se discute.

Decidí no abrir la boca. Preferí escuchar.

Un joven en pullover y short pensaba que el acuerdo entre Raúl y Obama se veía venir, aunque no fuera evidente. “¿Recuerdan cuando ellos se dieron la mano en Sudáfrica? ¿Ustedes creyeron que eso fue una casualidad? En alta política no hay casualidades, se lo digo yo”.

El joven hablaba con suficiencia y autoridad, después nos enteramos que estudiaba Derecho en la Universidad de La Habana. La señora que viajaba a mi lado ni siquiera se había enterado de que Raúl Castro y Barack Obama se habían saludado en el funeral de Nelson Mandela. Tenía intereses más concretos.

—Explícame eso de las remesas. ¿De verdad podrán mandar todo lo que quieran? —interrogó al locuaz estudiante.

—Todo lo que quieran no, hasta dos mil dólares por trimestre —respondió ufano.

—Habría que ver quién tiene dos mil dólares para mandar todos los trimestres —terció otra señora, la que se sentaba junto al chofer.

—Pero algo es algo, digo yo —se encogió de hombros el estudiante—. Por eso se empieza. Dicen que también van a dejar que los americanos usen sus tarjetas de crédito cuando visiten Cuba. Eso es dinero sonante y contante que va a entrar. Algo mejoraremos, ya verán.

Todos los pasajeros no estaban totalmente de acuerdo. El chofer, por ejemplo, exclamó:

—¡Yo mejoraré cuando pueda cambiar este Ford del 50 por uno del 2014!

—Afloje, mi tío —rió el estudiante—; va a tener que esperar a que empiecen a venderlos y ver si le alcanza el dinero. Eso va a demorar un buen tiempo todavía. ¡Primero se mata a un burro a pellizcos!

La que viajaba al lado del chofer intervino otra vez:

—De acuerdo, tendremos embajadas, ¿pero cuándo se cae el bloqueo?

—¡La pregunta del millón de pesos! —saltó el estudiante—. Obama confía en que pronto, pero yo le digo que eso costará dios y ayuda.

Se bajó el estudiante, se bajó la señora y cambió el tema de la conversación.

***

Algunos todavía no acaban de digerir la noticia. Es perfectamente comprensible: no es una noticia de todos los días. Algunos todavía no saben muy bien qué pensar. También se entiende: muchas cosas no están claras todavía. Algunos creen que Obama y “los americanos” tienen segundas intenciones. De que las tienen, las tienen —asegura mi madre. Algunos confían en que pronto se verán los efectos de las medidas. Se verán, por supuesto, pero apenas se vislumbra en qué medida.

Es evidente que estamos ante un importante hito en las relaciones entre los dos países, el más importante en medio siglo. El cambio de política del gobierno estadounidense es, a todas luces, positivo. No vamos a enunciar las razones, los análisis abundan ahora mismo en los ámbitos políticos, en los medios de prensa y las redes sociales.

Digamos solamente que la confrontación, las múltiples presiones, la pretensión de aislamiento, el cerco económico… han afectado por décadas a todo un pueblo, es algo que está suficientemente demostrado. Y desde el punto de vista de los círculos de poder estadounidenses, tampoco ha sido una política eficaz, se sostuvo por muchos años solo por intereses geopolíticos y electorales.

La normalización de las relaciones es buena para los dos pueblos, es hora de que se exploren maneras de entendimiento. El diálogo será siempre mejor que la agresión.

 

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Si los Estados Unidos —el gobierno de los Estados Unidos— asumen que el cambio de su estrategia hacia Cuba es la mejor manera de subvertir el sistema político y social de la isla, los Estados Unidos —su gobierno y todos los entes de poder— deberían tener claro que están extralimitando sus potestades.

Los cubanos (y solo los cubanos) tienen el derecho y el deber de decidir el país que quieren, el que merecen. ¿Alguna vez desde Cuba se ha pretendido cambiar el sistema imperante en los Estados Unidos? Se ha cuestionado, de acuerdo. De la misma manera en que desde los Estados Unidos se cuestiona constantemente las particularidades del modelo cubano.

Una cosa es cuestionar, disentir… y otra muy distinta es tratar de presionar a un pueblo, a golpe de guerra económica, para que desesperado se rebele contra su sistema. Hay una realidad inobjetable: después de más de cinco décadas de bloqueo, después de años de grave crisis económica, los Estados Unidos de América no han conseguido derribar al gobierno cubano, ni siquiera han hecho tambalear lo cimientes de un sistema.

Los cambios (para algunos insuficientes, para otros prudentes) que ahora mismo se viven en Cuba son expresión de un debate nacional. Obama considera que la nueva política es una mano tendida al pueblo cubano, un nuevo camino. Esperemos que también tenga claro que, en primera y última instancia, el camino de Cuba tienen que trazarlo los cubanos.

Si creen que el gobierno cubano utiliza el bloqueo como pretexto para ocultar sus propios errores, quiten el pretexto. Está claro (y el mismísimo Raúl Castro lo ha planteado en numerosas ocasiones) que muchos de los problemas de Cuba no tienen que ver con el bloqueo. No sumen a las deficiencias internas la carga ominosa de una política agresiva.

Los cubanos tienen la responsabilidad de lidiar con sus propias contradicciones. No es ético, desde ningún punto de vista, que deban hacerlo con la presión de un imperio encima.

***

Reproduzco mi conversación por chat con un cubano que vive en los Estados Unidos. Me reservaré su nombre y mejoraré su ortografía:

ÉL: ¿Y ahora qué van a decir? ¿A quién le van a echar la culpa?

YO: ¿De qué hablas?

ÉL: De toda esta mierda de Obama. Por lo menos servirá para que los Castro no puedan echarles la culpa a los americanos de todas sus miserias.

YO: La cosa no es tan simple. Tú y yo, está visto, no nos vamos a poner de acuerdo nunca. Por lo menos convengamos en que estas medidas son buenas para los dos pueblos.

ÉL: Ya vienes con lo mismo de siempre. Esas medidas serán buenas nada más para el gobierno de Cuba. Y pronto verás los muertos en las cunetas.

YO: ¡Mira qué hablas boberías! Te pareces a Bertha Soler. Tú te fuiste de aquí hace menos de dos años. ¿Cuándo viste un muerto en una cuneta?

ÉL: Que no lo haya visto no significa que no los hubiera. ¡A ti te han lavado el cerebro! Estás en el pueblo y no ves las casas.

YO: Estoy en el pueblo y veo las casas. Las casas buenas, las casas regulares y las casas que se están cayendo.

ÉL: Deberías hacer algo para que no se caigan. ¡No seas tan cobarde!

YO: Lo hago, te aseguro que lo hago. Quizás es poco, pero lo hago.

ÉL: ¡Sigue defendiendo el comunismo! ¡Vete pal carajo!

FIN DE LA CONVERSACIÓN

Reproduzco ahora (editando y traduciendo del inglés) lo que me escribió por correo electrónico un amigo estadounidense:

Ahora mismo estoy escuchando CNN. ¡Esta es una noticia tan emocionante! Parece la respuesta a mis oraciones. En todas mis conversaciones con amigos cubanos y americanos simpatizantes con Cuba, yo siempre confiaba en que Obama haría un movimiento audaz. Lo hizo y lo aplaudo. Es bueno comprobar que muchos de la generación más joven del liderazgo, en ambos lados, quieren que se levante el embargo. Es un muro que hay que derribar. Ya sé que no será fácil. Soy optimista, pero también realista. Sé que el cambio tomará tiempo, pero es el primer paso. Por eso te digo: es una decisión valiente. Tengo muchas esperanzas. ¿Comparten esa esperanza allá?

Mi respuesta (escueta):

La compartimos, ya hablaremos con más calma. Un abrazo.

Reproduzco por último el escuetísimo mensaje de mi tío en Facebook, el día del anuncio. Él lleva más de un año viviendo en los Estados Unidos, en Miami:

¡Ganamos!

***

Mi madre, Lester y yo vimos por televisión el concierto de Silvio Rodríguez en las afueras del Estadio Latinoamericano. El concierto con Los Cinco cubanos, por fin en Cuba. Abrazo de los héroes con su pueblo.

Se emocionó Silvio, se emocionaron Los Cinco, se emocionaron los familiares de Los Cinco, se emocionó la gente que allí estaba, nos emocionamos —en la casa— mi madre, Lester y yo.

 

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Lester dijo algo que me dejó pensando: “Es como si los conociera de toda la vida, me son muy cercanos. Veo su felicidad y siento, que de alguna manera, también es mi felicidad, la felicidad de todos”.

Es que la lucha por el regreso de Antonio, Gerardo, Ramón, Fernando y René no fue (solo) la lucha de un gobierno. Fue la lucha de un país.

***

Esto me dijo mi padre, el día que tomó posesión Barack Obama:

“Si lo dejan, este hombre levantará el bloqueo. Tendrá mucha gente importante en contra, pero él sabe que es lo más sensato. No lo hará por bueno, lo hará por inteligente. Si Carter hubiera ganado su segunda elección, la historia hubiera sido distinta, estoy seguro de que hubiera restablecido las relaciones. Si Obama gana para un nuevo período, lo más probable es que lo haga. Yo voy a estar muerto para entonces, pero me darás la razón”.

Está muerto. Tenía razón.

***

Un amigo puertorriqueño, de visita en Cuba hace algunos años, se asombraba de que la generalidad de los cubanos no albergara sentimientos antiestadounidenses. “He estado en muchos países y he visto a la gente hablar mal de los gringos. Ustedes, que llevan medio siglo enfrentados, no parecen odiarlos”.

***

No vamos a apresurarnos. Tampoco nos quedemos de brazos cruzados. Esperemos que este nuevo capítulo devenga en la normalización efectiva de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América. Hay grandes obstáculos. Hay claras diferencias de puntos de vistas. Pero el entendimiento es posible.

Cuba, mientras, tiene que seguir trabajando en su futuro. Los Estados Unidos no son la respuesta. La respuesta nunca ha venido de afuera.

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