Detrás de los 35 milímetros… en la apertura

Detrás de los 35 milímetros… en la apertura
Fecha de publicación: 
6 Diciembre 2014
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Teatro Karl Marx, el de los grandes sucesos, abrigo desde hace buen tiempo de las ceremonias inaugurales del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Ese puerto hacia donde enrumbé mi barco una vez más.

 

Documental de Silvio… Jenny burlando el telón, Van-Van y Fito Páez en una combinación fenomenal, el rojo atuendo del flaco de rizos irreverentes, letras que calan, voz que cautiva… el maestro Juan Formell.

Hasta que aterricé en la edición 36. La escenografía previa, calco de otras tantas veces, expedición de amigos. Aliet en otra muestra de fidelidad; Dy, por inverosímil que parezca, premio Nóbel de puntualidad; Xenia ya casi llegando… con pies de plomo y calzado hostil, las intersecciones de Línea y G abarrotadas de manos desesperadas, los choferes de almendrones afilando sus dientes, enjugando sus bolsillos…

Por cuenta de esa estrella que dicen suelo tener, fue un taxi Lada amarillo, de esos que prestan servicios a hospitales, y que nunca van para donde tú necesitas, la antítesis rodante de “Tito el taxista”, el que nos sacó del atolladero a los cuatro.

Rozagantes y con holgura de tiempo desembarcamos en el Karl Marx, aunque para ser exactos con un hambre solo comparada a la de un “donante universal”. Uno de esos jueves en los cuales el menú del “Yate” fue la viva estampa de “Contra el Olvido”.

Hubo tiempo previo para todo: desde donar par de invitaciones para la platea E en gesto caritativo, hasta una incursión relámpago al bar de la Sala Atril, en busca de maltas Bucanero-Santo grial…

Sería la del jueves una noche memorable. La interpretación de Pablo Milanés fue la primera grata sorpresa, después de la “enésima” presencia de Bárbara Sánchez Novoa en rol de… ¿a qué no adivinan? Claro está, ¡presentadora!

Una profunda amistad unió al hombre de Yolanda, No ha sido fácil, El breve espacio en que no estás y días de Gloria con Gabriel García Márquez, un visionario de la literatura, el humanismo y el séptimo arte, un hombre de marcada influencia en el germinar de un proyecto como la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de Los Baños. El pentagrama vocal de Pablo, sus tonos, la melodía y ese canto a La Habana, se antojaban obligatorios.

Palabras de Iván Giroud en la cuerda de lo terrenal, las insatisfacciones y las quimeras, la sensibilidad y solidaridad con el pueblo mexicano, que sufre a la par de las 43 familias de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa.

DE GABRIEL PASTERNAK, BOMBITA, ROMINA Y OTROS SALVAJES

Entre el silencio como señal de respaldo irrumpió, rodada por un proyector digital acabado de salir del celofán, Relatos Salvajes. Cuanta calidad de imagen, nitidez, sonido… Darío Grandinetti exorcizó, junto a otros tantos a Gabriel Pasternak, un protagonista invisible que todo aquel urgido de una venganza quisiera encarnar.

Se estrelló el avión de la imaginación del director argentino Damián Szifron, y con el detonar de este una carga explosiva de risas se apoderó de la totalidad de los congregados en el teatro.

Una sui géneris combinación de humor negro, crítica social y recreación de historias de vida.

Viaje de 122 minutos en los que prácticamente ni pestañeé. Me sentí trabajador de LABIOFAM —de esos que manipula o produce el Biorrat—, estigmaticé de por vida esas papas a caballo, pese a ser las PAPAS una especie endémica en peligro de extinción en mi Cuba, al tiempo que traje al presente la escena de la ducha de un clásico como Psicosis, de Alfred Hitchcock; dolió ver estallar a un afrodisíaco Audi, por cuenta de algo que comenzó como un simple altercado de carretera, con toda la secuencia rocambolesca mediante; el desnudo, el soplo de la vela incendiaria, el airbag y la grotesca riña en el interior del auto.

Bombita, el “pelotudo” y retorcido sistema, prioridades, burocracia hostil, grúas, la recurrencia de los extintores de incendio, la calma de la obra consumada a ritmo de un croissant bañado en café con leche, la familia, la complicidad de otros convictos, mensajes…

Extorsión, sobornos, coartadas, chantajes, tira y encoge, más carcajadas, todo eso conjugó aderezado con un trágico final “La propuesta”. Lo confieso, llevé mis manos a los ojos cuando el esposo vengador blandió su martillo contra el casero José. Claro eso, después de acusar dolor abdominal por cuenta de la risa.

El cierre lo puso Romina, esa mitad esposa-mitad Cruela de vil, acusadora, incisiva, capaz de ensañarse con la “flaca contorneada a mano” y antigua aventura de su prometido Ariel, con el sufrimiento de su suegra; la de la azotea, el libido desatado con el chef desconocido, la de la torta, el ramo… y esa escena final de pasión, acuñando un hasta que la muerte nos separe.

Eso y más tuvo la apertura para mí, reencuentro con amigos de la Lenin y el gremio, la parafernalia y el glamour a ambos lados de la balanza, miradas de esas… y a este quién rayos le habrá conseguido las invitaciones para platea A, B y C… Ah y se me olvidaba el Aquelarre del cóctel, algo así como un inédito Safari a la piscina del Hotel Nacional, con las más inéditas especies, disímiles escenas, graciosos personajes montados para la ocasión, cigarrillos mal dispuestos, sujetados casi por fortuna, los Meyer Lansky domésticos versus las coristas alborotadas… Pero eso, a pesar de no antojarse mi hábitat natural, señores, es materia para otra crónica, otra Divina Comedia o Divino Guión, que más da, porque al igual que Szifron, claro, que sin tamaña exquisitez para hilvanar sus historias,  ellos, año tras año, montan sus lucecitas para escena…

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