Como para no quedarse en casa

Como para no quedarse en casa
Fecha de publicación: 
5 Diciembre 2014
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La gente lo ha convertido en chiste: jugando con el nombre de un antiguo programa critican la programación de los sábados en la noche por Cubavisión: «está como para no quedarse en casa».

Es una broma, pero una broma muy seria.

El principal canal de la Televisión Cubana no acaba de encontrar la fórmula ideal para la franja más estelar de la semana.

Los habaneros, los que viven en las ciudades más grandes, quizás tengan más opciones culturales para el fin de semana, pero buena parte de los cubanos todavía tienen en la televisión la principal opción de entretenimiento.

Lo han dicho las encuestas: una parte importante de la teleaudiencia nacional se queda frente al televisor las noches.

Con sus pros y sus contras, la propuesta de los domingos está garantizada. A puro corazón ha logrado atrapar a un público.

Pero la situación del sábado sigue sin resolverse: ¿alguien cree que Espacio compartido es una oferta de excelencia?

Bastante discutible es la decisión de transmitir la telenovela cubana los sábados, pero admitamos que al menos logra complacer a un sector importante de la audiencia.

No es que Espacio compartido sea un mal programa, está hecho con buen gusto, invita a excelentes músicos… pero antes de las películas la gente lo que necesita es una gran fiesta, un auténtico espectáculo.

Revisen la parrilla de los canales generalistas de todo el mundo: el sábado es día de fiesta.

En buena lid, después del Noticiero, Cubavisión debería transmitir el más brillante, el más popular de sus musicales.

Ya lo hizo alguna vez. Para no ir tan lejos: la gente todavía recuerda Sabadazo, el show de fin de semana que sin grandes alardes de recursos divirtió a millones de cubanos.

La fórmula, a primera vista, era sencilla: populares orquestas y cantantes, una gran carga de humor y un estilo de conducción desenfadado.

Parecía sencilla, pero a juzgar por los programas que sucedieron —que intentaron copiar la fórmula— no era tan fácil llevarla a cabo.

Desde entonces no ha habido un solo programa que emulara con Sabadazo. Algunos lograron distinguirse un poco, otros fueron auténticos fracasos.

Hubo una etapa en que se cambiaba los nombres y se hacía el mismo programa, crisis casi absoluta de la originalidad.

Después se optó por transmitir conciertos en vivo, pero evidentemente no fue posible garantizar una propuesta constante.

Lo de ahora ya es hasta contraproducente. De acuerdo: la televisión tiene que promover toda la música, pero un concierto de un conjunto de saxofones el sábado por la noche no es una opción para un público diverso.

No hay que tenerle miedo a determinados formatos, cuya eficacia está más que demostrada. A esa hora, ¿por qué no?, pudiera transmitirse un concurso en busca de revelaciones.

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Muchos canales del mundo lo hacen. Y, no es un secreto para nadie, miles de cubanos consumen esos programas en el tan mentado paquete.

La cuestión es hacerlo con buen gusto, con inteligencia, con vuelo en la factura, con una clara vocación cultural. Pero sin olvidar algo que lamentablemente no siempre se tiene en cuenta: el sentido del espectáculo.

El público (es algo suficientemente estudiado por los comunicólogos) siempre distinguirá una propuesta local.

Hay que convocar a los creadores, hay que ubicar los recursos necesarios en la mayor medida posible. La teleaudiencia merece una mejor noche de sábado. No solo la merece, la necesita.

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