De Tuxpan a Los Cayuelos en pos de un compromiso (+ INFOGRAFÍA MULTIMEDIA)

De Tuxpan a Los Cayuelos en pos de un compromiso (+ INFOGRAFÍA MULTIMEDIA)
Fecha de publicación: 
2 Diciembre 2014
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VER INFOGRAFÍA MULTIMEDIA: EPOPEYA DEL YATE GRANMA

En el inhóspito manglar de Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de playa Las Coloradas, Niquero, 82 hombres unidos por un fin común tocaron tierra el dos de diciembre de 1956, luego de haber partido en el yate Granma desde Tuxpan, México, y sortear numerosos contratiempos.

  Estaban motivados por una fuerza mayor: llegar a tierra cubana y emprender en las serranías la lucha armada contra el dictador Fulgencio Batista.

  Líder por antonamasia, el joven abogado Fidel Castro encabezaba esa avanzada, que partió en la sobrecargada embarcación de recreo, convertida en buque de guerra, en la medianoche del 25 de noviembre y durante tres días surcó el Golfo de México hasta entrar en el mar Caribe, navegando sobre aguas embravecidas.

  Al atardecer del 30, divisaron el faro de Gran Caimán, y un helicóptero inglés de patrullaje los sobrevoló, pero el comandante del Granma siguió su ruta, al ver que el aparato no les prestaba atención.

  Durante el día siguiente, una comunicación fue enviada por la dirección de la fuerza aérea al general  Pedro Rodríguez Ávila, jefe del ejército, con detalles acerca de la expedición.

  En el informe se describía a la nave, al parecer por pesquisas obtenidas por los servicios secretos de la dictadura, como un "yate de 65 pies de largo, pintado de blanco, sin nombre, de bandera mexicana y con cadena que cubre casi todo el barco” y ordenaba su búsqueda, ya que el patrullaje aéreo hasta ese momento no había conseguido visualizarlo.

  El primero de diciembre, en las órdenes anteriormente señaladas, se agregaba que el barco había salido de México el 25 de noviembre, suponiéndose que en esos momentos estaría navegando en las cercanías de Cuba. También, en la misma jornada, al jefe de la Marina de Guerra de la Isla le indicaron buscarlo y capturarlo.

  Más de un año antes  de esa epopeya, Fidel Castro arribó a suelo azteca por el puerto de  Veracruz, en la tarde del siete de julio, ya que  la constante vigilancia de los aparatos represivos en la ínsula hacía imposible ninguna acción revolucionaria.

   Desde los primeros días de su estancia, dedicó su tiempo a reorganizar a los asaltantes del Moncada exiliados en ese país y a otros compatriotas en los planes insurreccionales, y conoció a  revolucionarios latinoamericanos, como el joven médico argentino Ernesto Guevara, quien estaba de fotógrafo ambulante.  

  La entrevista inicial con él duró 10 horas y desde ese contacto nacieron simpatía y respeto recíprocos que les acompañarían en lo adelante.
  A finales de 1955, Fidel  proclamó por primera vez  en Estados Unidos ”…en el año 1956 seremos libres o seremos mártires”.

  Reiteró su compromiso en agosto de 1956 en la nación azteca con José Antonio Echeverría, líder del Directorio Revolucionario, y con Frank País, Jefe de Acción y Sabotaje del 26 de julio, en la provincia de Oriente, y otros dirigentes de la Isla que lo visitaron  para coordinar planes de acción armada de ambas organizaciones en lo que se llamó Pacto de México.

  El general español republicano Alberto Bayo, residente en tierra mexicana, entrenó  militarmente a los futuros expedicionarios.

   La dictadura batistiana y su  servicio de inteligencia  desde la embajada cubana en esa nación organizaron un plan para asesinar a Fidel, pero fue frustrado por las medidas de seguridad de los revolucionarios.

  No obstante, la policía, instigada por el gobierno de Batista, lo detuvo junto al Che y otros del grupo y les ocuparon parte de las armas, lo cual unido a la deserción de un combatiente del campamento,  pusieron en peligro los planes.

  Al salir de prisión, tenían claro que el tiempo estaba en su contra y había que actuar rápidamente.

  Los esfuerzos por adquirir una embarcación para la travesía comprometieron la clandestinidad de la operación.

  Compraron en  20 mil dólares a una  empresa norteamericana una antigua lancha torpedera de la II Guerra Mundial, pero el Departamento de Estado prohibió  la transacción y perdieron el dinero.

    Finalmente adquirieron el yate Granma, propiedad de Robert B. Erickson, residente en Ciudad de México y  presunto dueño de una firma denominada Schuylkill Products Company Inc., utilizada por la Agencia Central de Inteligencia yanqui (CIA) como fachada para sus acciones.

  Tuvo Fidel la precaución de poner como comprador al ciudadano mexicano Antonio del Conde Pontones (el Cuate), colaborador, por lo cual es presumible que no se detectara de forma inmediata la finalidad de la embarcación, lo cual era suficiente porque faltaba poco para emprender viaje hacia Cuba.

  En la madrugada lluviosa del 25 de noviembre de 1956, a oscuras, el yate comenzó a navegar por las aguas del río Tuxpan rumbo a Cuba, donde desembarcaron el dos de diciembre, con un retraso que impidió la sincronización con el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba.

  El precepto de que la suerte ayuda a los valientes se cumplió e, increíblemente, el pequeño barco condujo al país al núcleo de fundadores del Ejército Rebelde y embrión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

  Fidel cumplió con aquella travesía parte de su compromiso de ser mártires o libres  en 1956, y solo dos años y 29 días después triunfó la Revolución.

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