México: Entre la vida y la muerte

México: Entre la vida y la muerte
Fecha de publicación: 
28 Noviembre 2014
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Conociendo lo que ha pasado en las últimas décadas en México, casi o ninguna esperanza se puede tener de que aparezcan con vida los 43 estudiantes normalistas que en una sola noche, hace dos meses, fueron hechos arrestar por el alcalde y su esposa en Iguala y entregados a mafiosos de Guerreros Unidos, en castigo por la rebeldía juvenil ante lo mal hecho, algo que es pan de todos los días en el territorio mexicano.

El hecho de haberse logrado la publicidad de tal delito determinó que este solo era la punta del iceberg de una delincuencia mayor y hasta ahora impune, que solo en el estado de Guerrero reveló la presencia de cerca de 40 fosas comunes y la estrecha convivencia que hace que autoridades ejecutivas y policiales respondan a las órdenes de un narcotráfico que controla el accionar de por lo menos el 30% de México y tiene activa presencia en el resto.

No es una afirmación festinada, sino parte de los averiguamientos de algunos sectores de la prensa libre que subsiste, pese a amenazas de muerte, muchas de ellas cumplidas.

El actual presidente, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, prometió que este y otros crímenes no quedarán sin castigo, como ha sido usual, y afirmó que tales problemas fueron agravados por el anterior gobierno de Felipe Calderón, del Partido de Acción Nacional (PAN), opositor nominalmente, pero que hoy respalda todas las propuestas procedentes del PRI.

El mandatario ha afirmado también que la investigación al respecto será profunda y caerá quien tenga que caer, no importa el nivel de autoridad que tenga, pero hasta ahora solo ha auspiciado mano dura contra los manifestantes que llegan a utilizar la violencia en reclamo del fin de tantas desapariciones y asesinatos.

Cierto que tiene que andar con pie de plomo para evitar que se reanude la guerra desatada por el anterior gobierno, que no dio resultados, aumentó el número de víctimas y solo hizo crecer los dividendos para el crimen organizado.

Controlar todo esto es harto difícil, debido a que la corrupción lo ha permeado todo, pero si quiere honrar su alto cargo, el hombre que está al frente de la nación debe demostrar el interés necesario por la redistribución de las riquezas y enfrentar la enorme desigualdad y su apéndice, el hambre, caldo de cultivo para tantos males que se multiplican y convierten a la hermana nación en territorio obligado del narcotráfico y la criminal guerra que deriva de ello; el tráfico de armas y la dependencia a un vecino que no la quiere y la desprecia.
                                                                 

La práctica cada vez más generalizada de la globalización liberal y de un tratado comercial con los más poderosos, Estados Unidos y Canadá, ha acentuado la extrema desigualdad.

A Peña Nieto se le acusa de entregar la tradicional riqueza petrolera a emporios privados, principalmente norteamericanos, cuestión que ha rechazado, al alegar que las ganancias futuras serán mayores y permitirán su Cruzada Nacional contra el Hambre como una de las 13 acciones iniciales propuestas por él a la Secretaría de Desarrollo Social, así como la Reforma Educativa, que, sin dudas, son intentos loables para alcanzar la seguridad alimentaria que hoy no se tiene.

Aunque el principal reto actual es responder con medidas honradas a la actual inseguridad, no se puede dejar a un lado que en México 28 millones de personas se encuentran en condiciones de pobreza alimentaria y, paradójicamente, más de 40 millones tienen algún grado de desnutrición; y la obesidad y el sobrepeso afectan al 70% de los mayores de 15 años.
 
La importación de alimentos supera el 40% del consumo nacional; el 33% de las necesidades de maíz; 50% de la carne de bovino; 65% de trigo; 75% de arroz y 95% de soya. Del 2008 a la fecha la importación de carne de bovino aumentó 440%; la de aves 280%; de cerdo 210%; de huevo 50%; 85% maíz y 44% sorgo.
                                                     
Se carece de la capacitación y asistencia técnica mínima que asegure el autoconsumo, y no hay una estrategia para producir excedentes y participar en el mercado para 80 de cada 100 productores en el campo mexicano. En este sentido, se pierde mucho más dinero (20 000 millones de pesos mexicanos) que el que se invierte en la agricultura (15 000 millones).

Se han incrementado en forma desmedida los precios de los alimentos, con un cambio climático comprobado y una sequía en Estados Unidos que afectó en el 2012 al 27% de la cosecha de maíz y tuvo un gran impacto en México, porque es el principal importador, luego de haber sido un gran productor. Se está perdiendo en forma muy acelerada el agua disponible por cada mexicano, pero dos tercios de las aguas residuales generadas se van a barrancas y ríos sin ningún tratamiento.

Más de 2,5 millones de mexicanos han perdido su empleo y el 60% de la población económicamente activa recibe menos de un salario mínimo; hay más de siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan y el comercio informal ya suma más de 14 millones de mexicanos. La energía eléctrica, el gas, la gasolina y el diesel tienen muy altos costos e incrementos permanentes, y las energías alternativas aún no tienen cabida entre la población.

Grandes retos tiene por delante Enrique Peña Nieto, ante una nación cuyos habitantes se debaten hoy entre la vida y la muerte.

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