Javier Sotomayor: no temo por mi récord

Javier Sotomayor: no temo por mi récord
Fecha de publicación: 
3 Noviembre 2014
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En Cuba, para los cubanos, existen varias alturas sagradas: los 1974 metros del Pico Turquino, los 240 escalones que llevan hasta el santuario del El Cobre, los 2.45 metros saltados por Javier Sotomayor aquel 27 de julio de 1993 en Salamanca, España… Alturas todas que, con el tiempo, se han ido incorporando a nuestro ADN nacional hasta convertirse en símbolo de orgullo, en marca de cubanía.

En el mundo del deporte para los cubanos Sotomayor es un rey, un hombre que llevó al límite nuestra capacidad de asombro para conquistar la gloria y el cariño de su gente. Al “Soto” —como todos le llaman en esta isla— lo acompañan siempre dos magníficos primados del orbe con más de veinte años de antigüedad, recuerdo de una época dorada en la cual Javier destrozó barreras.

Rodeado siempre de admiradores, este hombre no rechaza ninguna conversación y hablar sobre su récord no es un tabú, pues para él no existen supersticiones cuando se trata del salto alto. Sobre la marca que ha regido este deporte por más de dos décadas, y sobre todo de su permanencia, conversamos con este fenomenal saltador.

Estamos en presencia de una nueva generación de hombres de excelentes cualidades en esta especialidad, ¿estará entre ellos aquel que consiga destronarte?

Barshim, Bondarenko y Ukhov han estado bastante bien, sobre todo en estas dos últimas temporadas en las cuales han acechado los 2.45 en varios momentos, aunque sin conseguirlo. No puedo decir que sea fácil que lo rompan porque ningún récord es sencillo de superar, pero sí es cierto que están cerca y con potencialidades para intentarlo, pues técnicamente están en plenitud de forma.

Sin dudas se trata de una gran generación y muestra de eso es que este año ya cinco saltadores han sobrepasado los 2.40 —es el año en el que más competidores lo han conseguido—. Pero mi generación era mucho más fuerte y fueron más los que consiguieron estas marcas de forma estable.

El primado del orbe más antiguo entre los saltadores se ha convertido en el santo grial de la especialidad, una cifra a la cual solo los superdotados pueden aspirar, una cuota que ha resultado imbatible para más de una generación de deportistas. Sin embargo, en los últimos tiempos dos hombres han tocado a sus puertas de manera peligrosa: Bohdan Bogdarenko (25 años) y Mutaz Essa Barshin (23), jóvenes que hoy se muestran como la cúpula del salto de altura en el planeta y en quienes Sotomayor tiene —y reconoce— a sus más cercanos perseguidores, al asegurar que “salvo Barshim y Bondarenko, creo que el resto aún no se compara con los atletas de mi generación”.

¿Qué te pareció el último salto de Bondarenko en el pasado Mundial de Atletismo, te preocupó cuando intentó atacar el récord?

En realidad no, pues estaba casi convencido de que no lo iba a lograr. Más tarde sí fue difícil, pues Barshim logró los 2.43 y luego se lanzó sobre los 2.46… de todas las ocasiones en que lo han intentado esta ha sido la que más cerca han estado de lograrlo.

Y no es para menos, pues con ese salto conseguido en la última parada de la Liga del Diamante en Bruselas el pasado 5 de junio del 2014, Barshim se convirtió en el único atleta en la historia capaz de igualar con el cubano en semejante altura.

Después del retiro de Javier Sotomayor en 2001, el salto alto en Cuba jamás regresó a planos estelares y, en ocho años de trabajo como manager del equipo nacional, ninguno de sus discípulos estabilizó resultados en grandes competencias.

¿En qué momento se encuentra esta disciplina en el país?

Aquí lo mejorcito que tenemos ahora es un cadete con una marca de 2.16 metros. Y por otra lado está Sergio Mestre, quien saltó 2.25 hace unos años, se lesionó y ya se reincorporó, en el plano inmediato esperamos que salte en los Juegos Centroamericanos sobre los 2.30, esas son las intenciones.

Sin embargo, la ausencia de saltadores cubanos en los podios no ha borrado la memoria de un pueblo que aún ve en Javier Sotomayor uno de los íconos del deporte cubano de las últimas dos décadas y lo reverencia como tal.

Siempre es bueno saber que luego de tantos años las personas no olvidan y te reconocen gracias a los resultados que obtuve en el deporte, y porque trato de ser siempre el mismo y devolver, como puedo, todo ese cariño que me demuestran a donde quiera que llego.

Las imágenes de tus saltos con verdaderos clásicos dentro del deporte cubano, ¿qué sientes al verlas?

De hecho las tengo en el teléfono, y también mis hijos. No es que necesite verlas a cada momento, pero tampoco niego que siente orgullo, ese es mi legado. También disfruto muchísimo recordar otros momentos de mis compañeros de equipo de entonces y de todos esos triunfos que tuvimos.

¿Temes ver el día en que caiga tu récord?

¿Temor? Para nada, siempre he dicho que tengo el orgullo de llevar desde 1988 —cuando salté por primera vez los 2.43— presumiendo de ser recordista universal. En realidad, cuando lo conseguí jamás pude imaginar que justo ahora, en el 2014, aún estaría esa marca en pie.

Para los cubanos esa es una posibilidad remota y pocos apuestan hoy en la isla por la caída del récord, como si los 26 años hubiesen blindado dicho registro hasta convertirlo en un bastión inexpugnable, uno que muchos asaltan y nadie conquista. De paso, estos 26 años también han cambiado la imagen del “Príncipe de las Alturas” y para muchos verlo caminar es algo nuevo: su carrera de impulso, las magníficas zancadas, los movimientos precisos, el arco descrito en el aire, el reto a la gravedad… esa es la imagen que llevamos impresa en la retina.

Para confirmar tales creencias me aventuro a preguntar sobre algo en que, ya lo ha dejado claro durante este tiempo robado a las fotos que le piden sin cesar, no le interesa pensar por el momento.

¿Crees que le quede poco tiempo a tu récord?

El Soto pide un segundo, sonríe al flash rodeado de gente que solo quiere un apretón de manos y una foto con el mejor saltador de la historia, gira hacia donde estoy y contesta:

Todavía demora, pero eso ahora no me preocupa.

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