La larga sombra de Guantánamo

La larga sombra de Guantánamo
Fecha de publicación: 
9 Enero 2012
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Hace diez años el mundo no salía de su asombro por las imágenes de los que Washington consideraba sospechosos de terrorismo encerrados en jaulas en una remota base estadounidense en la isla de  Cuba.

Un total de 171 hombres permanece allí pese a las promesas de cerrar la polémica prisión.

El 11 de enero de 2002 llegaron a la base unos 20 prisioneros encapuchados, esposados y vestidos con un mono naranja. Fueron exhibidos al mundo en una prisión levantada en una base militar arrebatada a Cuba desde 1903.

Guantánamo se convirtió rápidamente en un símbolo de los peores excesos de Estados Unidos en su llamada "guerra contra el terrorismo", lanzada contra Al Qaida poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva  York y Washington.

Diez años después las jaulas desaparecieron, abandonadas a merced de los matorrales y las iguanas que pululan por la base.

A pesar de la famosa promesa del presidente Barack Obama, que a dos días de asumir, el 22 de enero de 2009, se comprometió a cerrar la cárcel en un año, los edificios permanentes construidos desde mayo de 2002 todavía están allí.

Y entre sus paredes todavía languidecen 171 hombres, de un total de 779 que pasaron por la prisión en la última década.

"Pese a que el presidente Obama sigue comprometido con la meta de cerrar Guantánamo, el Congreso estadounidense ha tomado medidas para prevenir los pasos que asistirían en el logro de ese objetivo", dijo el portavoz del Pentágono (Departamento de Defensa), teniente coronel Todd Breasseale a la AFP.

La capacidad de maniobra de Obama se ha visto muy reducida. Una  controvertida ley, que el propio presidente promulgó a fines de diciembre tras una dura puja en el Congreso, previene de hecho el cierre de la prisión.

La ley prohíbe el uso de fondos públicos para transferir detenidos hacia Estados Unidos y decreta que los sospechosos de terrorismo deben ser juzgados ante tribunales militares especiales.

"La esperanza se desvanece. Cerrar Guantánamo es más difícil políticamente y legalmente porque debido a esta ley los detenidos están en el limbo legal", dijo Jonathan Hafetz, profesor de derecho en la escuela de leyes Seton Hall,  que representa a dos de los detenidos.

Solamente seis detenidos fueron hallados culpables por los tribunales militares, de acuerdo al Pentágono, y otros siete -incluyendo el autodeclarado cerebro de los ataques del 11 de septiembre- se presentarán ante estos tribunales en los próximos meses.

Unos 89 prisioneros fueron absueltos de todos los cargos, pero son un dolor de cabeza para el gobierno de Obama, que no consigue países dispuestos a recibirlos ante los temores por su seguridad en sus naciones de origen.

Entre ellos se encuentran unos uigures, parte de un grupo de 22 originarios del noroeste de China, arrestados en un campo en las montañas de Afganistán tras la ofensiva contra los talibanes -lanzada con el apoyo de Estados Unidos-  en octubre de 2001.

Pese a que la mayoría de los uigures fueron relocalizados en países como Albania, Bermuda, Palau y Suiza, otro grupo lucha en tribunales estadounidenses para ser aceptados en ese país.

"Guantánamo se ha convertido en el símbolo de 10 años de fallas sistemáticas por parte de Estados Unidos en el respeto a los derechos humanos en su respuesta a los ataques del 11 de septiembre", dijo Rob Freer de Amnistía Internacional.

La experta en terrorismo de la Universidad Fordham Karen Greenberg dijo: "El tema legal fue que capturaron a estos individuos en Afganistán y otros  países y no tenían una categoría legal en la cual ubicarlos".

"No eran prisioneros de guerra y no eran realmente nada más", agregó, señalando que el dilema fue dejado en manos "de las personas en el terreno".

Un reporte de Amnistía Internacional para marcar el décimo aniversario de Guantánamo, llamado "Guantánamo, una década de daño a los derechos humanos", establece que "la incapacidad del gobierno de Estados Unidos para cerrar las instalaciones de detención en la Bahía de Guantánamo deja un legado tóxico para los derechos humanos".

"Las raíces del problema yacen más atrás, en la histórica dificultad que tiene Estados Unidos de aplicar a sí mismo los estándares internacionales de derechos humanos que habitualmente dice esperar de otros", añade el informe.

Freer agregó que "si Guantánamo fuera operada por otro país, sin duda" figuraría en el reporte anual sobre derechos humanos del Departamento de Estado.

 

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