El bloqueo afecta el diálogo cultural entre Cuba y los Estados Unidos

El bloqueo afecta el diálogo cultural entre Cuba y los Estados Unidos
Fecha de publicación: 
22 Octubre 2014
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El ministro de Cultura, Julián González Toledo, responde preguntas del portal CubaSí a propósito de las afectaciones del bloqueo estadounidense al arte y la literatura en Cuba, así como la política de las instituciones hacia los creadores nacionales que residen fuera del país.  

—Se suele pensar que la cultura es uno de los sectores menos afectados por el bloqueo económico de los Estados Unidos.    

—Es una falsa percepción. El bloqueo es una realidad que nos afecta tremendamente, aunque no se hable mucho de eso. Comencemos con algo tan elemental como los instrumentos de música, el equipamiento de los teatros, el material escolar para la enseñanza artística… Pudiéramos comprarlos en los Estados Unidos, pero el bloqueo no lo permite, tenemos que invertir mucho más dinero para adquirirlos en mercados más lejanos.

“Afecta también la circulación y promoción de nuestros artistas. Los que viajan a los Estados Unidos van en intercambios culturales, con muchas limitaciones. Por ejemplo, no pueden recibir pagos por sus actuaciones, apenas las dietas.

“Todos los artistas norteamericanos que quieren venir a Cuba están sujetos a aprobaciones y licencias. No todos pueden venir. Y también se niega la posibilidad de que miles de turistas norteamericanos vengan aquí a disfrutar de lo que más nos distingue, que no son las playas ni el clima, sino la cultura”.

—Se afecta el diálogo cultural histórico entre los dos pueblos…

—Por supuesto. Aquí siempre se leyó y se lee lo mejor de la literatura norteamericana; se escuchó y se escucha la mejor música, se ve el mejor cine de ese país y también el peor, por cierto. Algunos temen que esa avalancha sepulte la cultura nacional, yo estoy convencido de que nuestra cultura es muy fuerte, puede resistir ese embate y se puede beneficiar de lo mejor de ese entramado. De la misma forma, la cultura norteamericana pudiera beneficiarse mucho más de nuestros aportes si los vínculos se normalizaran.

—Algunos artistas cubanos residen en el extranjero, ¿cuál es la política hacia ellos?

—Es inclusiva, tiene que ver con la visión integradora de nuestra cultura. No pocos creadores abandonaron el país por razones económicas o personales; tienen las puertas abiertas. Más allá del derecho de regresar que tienen como ciudadanos, también pueden acceder a los espacios culturales. Hay algunos ejemplos. Han vuelto a cantar, a actuar para su público, para recibir el aliento de la nación.

“Por supuesto, vivir en el extranjero no es un mérito, como tampoco es un demérito. Es importante la calidad de la propuesta. Los recibimos con los brazos abiertos, siempre que no renuncien al espíritu de este pueblo y no ignoren su compromiso, de más de medio siglo, por alcanzar la mayor justicia social posible. A noventa millas está la mayor potencia económica y militar de todos los tiempos. Esa potencia nos bloquea, pretende aislarnos. No se pueden ignorar esos efectos”.

—O sea, que aquello de que la cultura cubana es una sola, independientemente del lugar donde residan sus creadores, ¿es más que una frase hecha?

—Las bases de la cultura cubana están en Cuba, eso es obvio. Están en el día a día de este pueblo. El cubano que se mueve por el mundo, que reside en cualquier país, arrastra o lleva consigo —queriéndolo o no— ese legado inmenso. Hay muchos artistas que como parte de su carrera viajan, se presentan en escenarios internacionales, conocen otras realidades, residen en el extranjero durante periodos de tiempo. La cultura cubana se ha nutrido de esas experiencias, desde sus años fundacionales.

“Piensa en nuestros grandes artistas, en los imprescindibles: Alicia Alonso, Wifredo Lam, Alejo Carpentier, Benny Moré, Virgilio Piñera, Rosita Fornés, Chano Pozo, Vicente Revuelta vivieron en otros países y es evidente que su obra es auténticamente cubana”.

—¿Cómo está planteada la relación entre el artista y las instituciones en Cuba? ¿Hasta qué punto las instituciones pueden establecer límites en la creación?

—El artista es una persona con una sensibilidad particular, una capacidad de hacer cosas que conmueven. La institución tiene que tener eso muy claro. Hay que tratar de ofrecerle las condiciones necesarias para que haga su trabajo, y garantizar que el público pueda tener acceso al resultado de su obra. Porque ahí se cierra el círculo de la creación.

“En Cuba está garantizada la libertad creativa. Basta con ver lo que sube a los escenarios, lo que se publica, lo que se exhibe en las galerías. La realidad de este país es muy compleja. Y esa realidad, con todos sus matices, está en la escena. Los artistas están cubriendo un espectro amplísimo, desde una notable altura conceptual, estética, metafórica…

“El arte no es un ente meramente decorativo; es transgresor, irreverente, polémico. Puede llamar la atención sobre determinadas situaciones. Claro, no tiene por qué darle soluciones a esos problemas.

“La mayoría de los escritores y artistas cubanos hacen un arte comprometido con su realidad y con el pueblo. Y las instituciones los acompañan, no les dicen lo que tienen que hacer”.

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