Disparos gloriosos y el oro de la maternidad

Disparos gloriosos y el oro de la maternidad
Fecha de publicación: 
18 Octubre 2014
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Agosto,18, 2008. Vuela, vuela, vuela, más alto, más lejos. Ya había lanzado 66.13 metros unos días antes de la cita en Beijing pero era este el disparo que necesitaba. El aire apenas circulaba en el Nido de Pájaros. El estadio se impondría a las atletas y no las dejaría lanzar marcas divinas. Los ojos de toda Cuba estaban sobre la muchacha de Pinar del Río que ahora giraba sobre su pierna izquierda, 360, luego 180 grados más.

 

Busca el ritmo, cambia las piernas, coordina, rota, se vuelve veloz, la Isla entera la sigue, no está con ella en las gradas de ese estadio que la vería después subir al podio, pero la sigue. Y entonces, en un arranque de explosividad lanza el disco como si se despojara de toda fuerza, como si la entrega de años de entrenamiento se pudiera traducir en un instante, en un lanzamiento. Yarelis Barrios grita con los pulmones, ahoga en esa exhalación su estreno en Juegos Olímpicos, contempla su bandera, la cubana, ondear con brillo de plata.

 

“Nunca pensé que mi futuro sería el atletismo. Quería jugar baloncesto, lo hice incluso, pero los profesores de la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) vieron que tendría mejores resultados en las disciplinas de tiempo y marca. Me hablaron de los beneficios del deporte individual, de que todo lo que lograra dependería de mí y no del equipo.

 

“La primera vez que tomé un disco en las manos supe que sería mi modalidad. A partir de ahí cada tiro era mejor que el anterior. He mantenido estabilidad en mis resultados.

 

“Desde la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) tenía condiciones para llegar al Cuba juvenil por mis marcas  pero mi talla, inferior a la estándar, hizo que se retrasara mi entrada y que tuviera que duplicar mi esfuerzo para llegar al alto rendimiento.

 

“Cada atleta que tiene resultados sabe todo el sacrificio que hay detrás. Tenía 15 años cuando les hablé a mis padres de irme para Santiago de Cuba a entrenar. Se rehusaron, “demasiado lejos, muy jovencita” me dijeron, pero estaba decidida. Mi objetivo era llegar al equipo nacional  y ellos supieron entenderlo.

 

He visto cómo le cura la pierna  a su papá, lesionada por la  diabetes, cómo le reclama por no tenerla en alto y le alcanza la banqueta de apoyo.

 

“Siempre fue mi amigo. El primero en darme ánimos, en decirme que si podía “ya verás que la próxima será mejor”. Tuve una infancia humilde pero no me faltó nada. Podía él estar descalzo pero yo tenía que ir a la escuela.  Me ayuda en todo. Tener a alguien que te levante, que te impulse  es determinante.

“Me enseñó a ser modesta, a no bajar la cabeza ante nadie pero tampoco a creerme superior.”

 

He escuchado a  más de uno de sus vecinos utilizarla como referencia “sí, yo vivo cerca de Yarelis, la campeona”. Lo dicen con el orgullo de quien la conoce, de quien la ha visto saludar cada mañana, reír, conversar con esa humildad que la hace tan grande.

“Me gusta que las personas tengan buena opinión de mí. Así siento que el disco camina más, que hay más gente empujándolo conmigo.

 

“Cuando dedicas toda la vida al deporte tienes que estar consciente de que no habrá sábados, ni domingos. Es una vida sacrificada donde siempre hay que entrenar o pensar cómo hacerlo mejor. Se necesita  una familia que te apoye. He tenido a mis  padres y mi  esposo, con quien tengo una relación desde hace 15 años. Él  entró al mundo del deporte por mí. Comenzó a interesarse sobre el entrenamiento, mis capacidades, metas. Cuando no cumplo mis sueños, él comparte en cierta medida la derrota.”

 

Con placer ha bebido en más de una ocasión el néctar del triunfo: oro en los Panamericanos de Río de Janeiro 2007, platas en los mundiales de Osaka 2007 y Berlín 2009; bronces en Copa Split 2010, Daegu 2011, Moscú 2013 y oro en Guadalajara 2011, además de conquistar los Diamantes en las dos primeras versiones de la Liga, 2010 y 2011.

 

Un disparo de 66.38 metros en el 2012 traería el momento más difícil de su carrera deportiva. Las olimpiadas de Londres serían el primer evento de importancia del que saldría sin medalla.

 

“Me sentí derrotada. Había dedicado el año entero a entrenar como nunca, pero no conseguí el bronce. Imagina mi decepción. Yo iba pensando en la medalla de oro. Puedes haber tenido un año espléndido, como lo tuve, pero si no lanzas bien en la competencia fundamental de nada vale.

 

“Aunque no subí al podio, la vida no quiso que me fuera sin presea. La descalificación de la rusa Darya Pishchalknikova por dopaje puso en mis manos el tercer lugar.”

 

Ese metal bronceado lo guarda en una repisa que ocupa parte de la sala. Un estante para sus premios o un altar para sus santos, no sé. Pero veo cómo conjuga preseas con orichas, acomodados entre brillantes  telas amarillas y azules están sus trofeos. Yarelis tiene fe en sus guerreros y los llena de ofrendas.

“Cada persona tiene sus creencias. Las respeto todas pero no atribuyo mis resultados a ello.

 

Espiritualmente eso te da un apoyo pero si no entrenas, no tendrás éxitos. Tengo mi religión, adoro mis cosas pero primero tengo que estar conforme con lo que he hecho por mí misma, con mi esfuerzo.”

La pinareña ha puesto una pausa a su carrera deportiva. Cinco meses de embarazo y a la espera de que nazca Ivanna.

 

“Mi medalla de oro es esta. No hay nada que supere lo  que siento  ahora al saber que crece dentro de mí una vida. Aún no ha nacido y ya me preocupa cuando tenga que separarme de ella y volver a entrenar, pero quién sabe cuánto me falta aún. Con el último lanzamiento se puede ser campeón.”

 

A pesar de no ostentar marcas supremas, ni de lograr la cúspide en su modalidad. La atleta ha tenido la suerte, el ingenio…la bendición de no abandonar los podios: Río de Janeiro, Berlín, Londres; Panamericanos, Mundial, Olimpiadas; oro, plata, bronce; Yarelis, Yarelis, Yarelis.

 

infografia yarelis

 

 

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