Los orgullos de Líxida

Los orgullos de Líxida
Fecha de publicación: 
4 Octubre 2014
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Líxida Carmen Fernández andaba por La Habana el año pasado con largas y bordadas mantas, llenas de colorido, y el rostro pintado con grasa de cordero y polvos obtenidos de un hongo.

La impelía un claro propósito: mostrar su orgullo de indígena wayuu, indígena y maestra.  

Por estos días, recién concluida la Primera Conferencia Mundial de Pueblos Indígenas que sesionará en la sede de la ONU la semana entrando, parece volver a cobrar fuerza, casi  erigiéndose en bandera, el testimonio –hasta ahora inédito- que ofreciera a esta reportera:

“Soy maestra intercultural bilingüe, titulada. Trabajo en el estado venezolano de Zulia, donde conviven cinco etnias, entre ellas la wayuu, a la que pertenezco por cuna.

“Gracias a mi gobierno, que a los indígenas nos ha dado leyes, oportunidades, ahora en cada comunidad tiene que haber un maestro como yo. Aunque tengo 50 años –a mucha honra-, soy nueva en este oficio, por qué la voy a engañar, me gradué en la misión Sucre y sigo superándome”.

 

Cuando Líxida empezó frente al aula, le asombró preocupó y asombró que sus alumnos, de Primaria, no dominaran la lengua wayuunaiki, que escuchaban desde su nacimiento. Se puso a indagar y al preguntarle a cada uno, resultó que todos coincidían en la misma respuesta: “maestra, yo sí sé hablar guajiro, pero me da pena”.

 

“Era vergüenza étnica”, razona la docente, quien se propuso idear una estrategia que ahondara el orgullo y sentido de pertenencia de los niños a sus orígenes. En el corazón de la maravillosa artesanía wayuu encontró la clave.

 

“Ahora, cada vez que entro al aula, me dan la bienvenida en wayuunaiki y mientras los escucho pienso ¡qué palabras tan bellas! Mi sueño de niña se está cumpliendo en mi país: que los derechos de los indios sean validados.

 

“Y aquí en La Habana me he sentido admirada, tomada muy en cuenta cuando cada día exhibo una de mis mantas, con tanto colorido, que han sido hechas por mis alumnos en el taller complementario que creamos para incentivar su condición de wayuu.

 

“Mire esta: representa al pájaro nacional de Venezuela, el turpial,  y a su flor nacional, la orquídea. Los han bordado con sus propias manos mientras conversaban en lengua wayuunaiki”.

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