Guarderías particulares en Cuba: ¿educación pendiente?
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En Cuba, si de círculos infantiles se trata, algunos prefieren los particulares. Después de la decadencia de las guarderías estatales en los años 90, por la falta de insumos y otras carencias, unido al deterioro gradual de las instalaciones, muchas familias cubanas optaron por entregar el cuidado de sus hijos a particulares que hasta hoy garantizan seguridad, higiene y algunos buenos hábitos, pero ¿cuántos educan?
Las guarderías estatales, creadas en 1961 con un personal compuesto en sus inicios por domésticas, amas de casa y jóvenes campesinas, garantizaban estos cuidados desde los 45 días de nacidos hasta los seis años de edad, pero sobre todo tenían el reto de educar.
Para ello, el Estado cubano garantizó la atención pedagógica y la superación de las cuidadoras, quienes junto a médicos, estomatólogos, oftalmólogos y enfermeras, complementaban los beneficios de alimentación y vestuario, entre otros.
Pero al llegar los 90, las plazas para las madres trabajadoras disminuyeron considerablemente, lo cual, unido al deterioro administrativo y del personal pedagógico en estos centros, contribuyó a que proliferaran nuevas formas particulares de cuidados para los más pequeños.
Sin embargo, a pesar de los pesares, los círculos estatales establecen una rutina educativa que comienza con la gimnasia matutina y continúa con la enseñanza de los colores, animales, vocales y números… un aprendizaje vital para la posterior etapa escolar.
Entonces, ¿en el ámbito privado, volvimos a los inicios? Las cuidadoras particulares, en su mayoría, garantizan hoy condiciones de higiene, buenos hábitos, horarios y algunos juguetes. Incluso, las de última generación, contienen almuerzo, meriendas y hasta uniforme, pero sinceramente ¿cuántas incluyen un programa educativo?
Quizás hoy, además del tobogán y las casas de muñecas, ese sea el reto mayor de nuestros particulares, lo cual esperemos esté incluido en su tarifa. Y es que la cifra mensual en los más sofisticados oscila entre los 60 y 120 pesos convertibles, algo estrafalario para la gran mayoría, que busca seguridad y buenos cuidados.
Por tanto, hoy día, el cuidado de nuestros niños también se ha convertido en una cuestión de estatus social, nada mal para quienes puedan pagarlo, pero… ¿dicho estatus garantiza educación?
Las historias abundan en la calle. De muy cerca me viene la de Alexa, de 4 años de edad, que asiste todos los días a su guardería con su tablet Samsung Galaxy, para mostrarles a los demás los últimos capítulos de Mickey Mouse Club House.
La niña, la verdad que impresiona por su destreza con la tecnología, pero seamos objetivos… ¿no es esa la edad de desarrollar otras habilidades con el grupo para socializar e interactuar, como bailar el hula-hula, saltar suiza, jugar a las casitas, el médico y la escuelita? Será que en mis tiempos no existían esos Galaxy…
Para Mary, mamá de Anthony y Abel, las experiencias hablan por sí solas. Anthony asistió 5 años a su cuidadora particular y nunca se enfermó, pero le cuesta prestar sus juguetes y prefiere jugar solo. Abel, sin embargo, comenzó en Mi Agujita Laboriosa desde los 14 meses, y aunque se pasa los 365 días del año con catarro, habla como un loro y responde rápidamente lo que comen el caballo y la vaca, e imita sus respectivos sonidos.
Es cierto que cada niño tiene su carácter y su ritmo, pero la educación prescolar debe ser vital tanto en particulares como estatales, solo su calidad podrá definir la mejor opción.
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