ENTREVISTA: Casanova aún tiene mucho que batear

ENTREVISTA: Casanova aún tiene mucho que batear
Fecha de publicación: 
3 Enero 2012
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Luis Giraldo Casanova es conocido por todos los amantes del béisbol como el “señor pelotero”. Sin embargo, hay una generación que no lo vio jugar y solo conoce por anécdotas, estadísticas y referencias.

 

Sencillo, sin subirle la merecida “fama a la cabeza”, uno de los peloteros más grandes de Pinar del Río y de Cuba conversó sobre su vida, la pelota cubana pasada y actual, entre otros temas, por espacio de más de dos horas.

 

Usted nació en el Central Orozco…

“Sí, luego se llamó Pablo de la Torriente, pero ya no muele. Es un lugar que jamás olvido porque mi padre trabajó siempre en el central y mi madre en un comedor obrero. Recuerda que soy el quinto de 12 hermanos”.

 

¿Tenía cierta inclinación por la matemática cuando niño?

“Es cierto, pero no puedo decir si era por alguna atracción especial a los números o por lo bien que explicaba y nos trataba la maestra. Nunca relacioné ni comparé aquel gusto por la matemática con las técnicas de bateo o el béisbol”.

 

¿Cómo llegó al deporte Casanova?

“De niño era muy tranquilo, todo se resumía a escuela, baloncesto y pelota. Imagínate que la casa estaba prácticamente detrás del home del terreno y la cancha de basket quedada detrás del left field. Como había luces se practicaba hasta de noche el baloncesto. Jugaba defensa y no era malo. ”

 

¿Por qué su papá e opuso a que se dedicara solo al béisbol?

“No quería porque decía que si había empezado en baloncesto tenía que seguir allí. El entrenador Lázaro Abreu tuvo que convencerlo. Al año siguiente entro a la EIDE en béisbol.  Allí había mucha exigencia, pero me ayudó ese espíritu humilde y trabajador que traía de la casa”.

 

Sin embargo, pocos recuerdan que usted empezó de receptor

“Desde que me cambié de deporte siempre fui catcher. Al principio no me gustaba, pero era obligado porque hacía falta uno en esa categoría (13-14). Después me embullé con esa posición y seguí. Hice el equipo Cuba al mundial juvenil de 1974 como receptor, aunque jugué solo dos partidos. En esa época admiraba a algunas figuras como Fidel Linares, Agustín Marquetti y Armando Capiró. Los vi primero por televisión y el sueño era ser como ellos”.

 

¿Cómo logró esa perfecta técnica de bateo?

“Tuve en mi etapa juvenil un entrenador muy bueno de bateo, Asdrubal Baró. Él fue clave en mi sistema de bateo. Lo otro lo fui adquiriendo con el juego.

Baró  trabajó conmigo mucho porque estaba en la Academia de aquí junto a otro gran entrenador Nicaragua Chacón”.

 

¿Cuándo ocurrió el cambio de receptor a jardinero derecho?

“Eso fue con el mánager José Alpízar, en el equipo Marianao, antes de entrar al Servicio Militar. Mira qué curioso, cuando muchacho uno decía que el jugador más malo lo mandan para el right field,  sin embargo, es la posición más difícil dentro de los jardines. Luego, en los Juegos Militares sigo como jardinero derecho porque entró Juan Castro y era el titular en la receptoría. Ese año perdimos la final con Camagüey”.

 

En 1976 juega con Vegueros en la serie nacional.

“Si, es cuando empieza Pineda en Pinar del Río, aunque ese mismo año jugué antes en una Serie especial, con un equipo dirigido por Jorge Fuentes. En ese torneo participaban todos los equipos, porque era parejo a la Selectiva ya que no había Liga de Desarrollo y quedamos campeones. El equipo también se llamaba Vegueros, porque el de la Selectiva se llamaba Pinar del Río. En la serie 1976-1977 debuto en series nacionales”.

 

Y debuta como cuarto bate

“A Pineda lo criticaron mucho eso. Pero yo no me sentí presionado porque en los escolares y en los Juegos Militares ocupé ese turno al bate. Venía con eso en el cuerpo. Hay una frase inolvidable que Pineda le dijo a un periodista: si él es bueno ahí se sabe y si no sirve, lo boto”.

 

¿Qué significó Pineda para Casanova?

“Fue como un padre más en el béisbol. Y no solo conmigo, con muchos en Pinar del Río. A partir de ahí comenzamos a ganar campeonatos nacionales y Selectivas. Ese primer año discutí el novato del año con Lourdes Gourriel. Él me superó en average, pero bateé más jonrones e impulsé más carreras. La decisión final fue dárselo a él y no me gusta emitir criterios, pero no se puede olvidar que él era segundo bate y yo cuarto”.

 

Debutó en el equipo Cuba en 1978, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Medellín

“En realidad un año antes, en 1977, cuando se jugó por vez primera con profesionales de Venezuela y México yo estaba en ese equipo Cuba, pero no fui porque me enfermé con papera.  Eso me dolió porque jugar contra los profesionales hubiera sido lo máximo, pero la salud estaba primero.

“En Medellín abro de regular por Wilfredo Sánchez porque toca la coincidencia que empezamos con Colombia, frente a un pitcher zurdo que nos había trabajado en los topes. Luego, todo lo demás, lo jugó él”.

 

14 años en la selección nacional. ¿Qué caracterizó cada etapa?

“El equipo de finales de los 70 estaba bien preparado, había mucho compañerismo, peloteros maduros, pero estuve menos tiempo que el de los 80. Ese fue mucho mejor, más sólido, con recuerdos increíbles, tristes y alegres”.

 

En la Copa Intercontinental de Edmonton 1981 ganó la triple corona.

“Eso fue un acontecimiento muy grande, porque era la primera vez que un pelotero cubano lograba eso en un evento como ese. Pero no me sentí bien del todo, porque el juego final lo perdimos con los americanos. El sabor de la triple corona no se notó en nada, porque no ganamos. Algunos no querían recibir medallas ni trofeos”.

 

En 1985 estuvo a punto de repetir la hazaña de 1981.

“La perdí en el último juego, cuando un chino que era primer bate dio seis hits y yo di cinco. El fue campeón de bateo y quedé entonces líder jonronero e impulsadas”.

 

Tercero y cuarto en la alineación del equipo Cuba. ¿En cuál de los dos se sentía más cómodo?

“Desde que empecé a jugar regular en el equipo Cuba fui tercer bate y luego venía Cheíto (Pedro José Rodríguez), el que más carreras impulsaba siempre.  Cuando llegó Linares, entonces él era tercero y yo cuarto. Quizás porque siempre ocupé ese turno en Pinar me sentía mejor en ese puesto, pero recuerda que habían muy buenos peloteros”.

 

Mundial de Parma, Italia, en 1988. Último partido frente a Estados Unidos. ¿El momento más grande de su carrera deportiva?

“Ese año la cosa empezó en La Habana, pues se cuestionaba si me llevaban o no al equipo, al igual que a Alemán, el lanzador. Y toca la coincidencia que en el mundial terminé líder en jonrones y Alemán de pitcheo. Pero qué sucedió antes del espectacular jonrón de Gourriel. Él no empezó bien el torneo, pero dos o tres juegos antes del partido con los americanos volvió a la alineación. Entonces, en ese encuentro final, voy a darle como una terapia y le digo: no sé de qué forma me voy a embasar, pero tú tienes que “joder” esto porque ese pitcher siempre te ha respetado, tú le diste dos jonrones en La Habana.  Se paró y soltó: “dale, adelante, que atrás voy yo”.

 

Entonces ocurrió la famosa jugada con usted en primera base, en la que fue decretado quieto.

“Así mismo, me embasé con ese roletazo que y le señalé: oye, ya estoy aquí. Y dijo, tranquilo, ahora me toca a mi. El jonrón que dio Gourriel no tiene comparación con otro momento vivido, porque cuando llegó a home y nos abrazamos era cuando él estaba nervioso. Si tenía que seguir jugando no podía, porque estaba muy emocionado y eso era debido a que lo hablado se dio tal cual”.

 

¿Qué sucedió en esas postrimerías de Casanova, por qué ese retiro tan apresurado?

 “En 1991, seleccionaron a cinco jugadores del equipo A y nos mandan a México con la selección B para que nos preparamos. Nos dijeron con estas palabras: tienen que garantizar ganar la Copa Intercontinental en España.  Se ganó y el otro grupo estaba perdiendo en el tope con Estados Unidos”. 

 

¿Volvieron a llamarlos entonces para el A?

“Sí, a los mismos cinco nos mandaron para La Habana y en el torneo José Antonio Huelga apenas jugué. Cuando hacen finalmente el equipo para los Juegos Panamericanos de La Habana no estoy y me mandan para Pinar del Río. Ahí es cuando decido no jugar más. Considero que se fue injusto y nadie me dio ninguna explicación, a pesar de haber cumplido con lo que me pidieron y estar en buena forma deportiva. La dirección del Partido de la provincia me solicitó que jugara un año más y bateé 350 con 12 jonrones.

 

¿No se le acercó nadie del INDER, ni de la Federación Cubana de Béisbol?

“No, porque desde que pasó lo de los Panamericanos dije que no jugaba más.

Eso fue muy duro y han pasado 20 años sin explicaciones. Tampoco me la dieron cuando me quitaron de director del equipo Pinar del Río. Esos métodos no los entenderé nunca”.

 

¿Alguna superstición cuando jugaba?

“Lo único que hacía era ponerme una hierbita en la boca cuando iba a batear, que la cogía de los jardines”.

 

¿Hasta dónde es cierto el mito de que se esperaba hasta el último momento por Casanova para hacer el line up?

“Eso es verdad, porque me cogía tarde para llegar al estadio, lo mismo llegaba 15 minutos antes de empezar que 20. Si es como ahora, que piden la alineación una hora antes, no hubiera jugado nunca, porque llegaba justo a tiempo, sobre todo en la etapa de Pineda y Jorge Fuentes. Si no me veían en el entrenamiento por la tarde, ellos decían: él viene ahorita y estaban confiados que llegaba. Porque eso sí, nunca falté a un juego, fui ejemplo de eso”.

 

¿A qué pitcher le daba con más facilidad?

“Al matancero Rafael Rodríguez porque ese tenía dos movimientos diferentes para tirar curvas y rectas y por lo menos yo le bateaba avisado. Esa es una de las cosas por las cuales bateé tanto, porque chequeaba mucho a los pitchers. Hoy se lo digo a los muchachos, cuando tú sales al cajón de bateo, ya tienes que traer en mente qué vas a hacer, tienes que tener tu plan trazado para batear sin preocupación”.

 

Esos mismos consejos se lo he tratado de inculcar a ellos, los muchachos..

 

¿Y el más difícil?

“Eso es polémico, porque el pitcher más difícil para mi era Julio Romero. Era de Pinar del Río, pero jugábamos en equipos diferentes No es que no le podía batear, sino que tenía miedo que me diera un pelotazo porque él tiene problemas en la vista. Además, estaba dentro de la familia y no podía discutirle porque un hermano de él está casado con una hermana mía”.

 

¿Jugar en el estadio Latinoamericano?

“Para cualquiera que sienta el béisbol en su sangre, jugar en el Latinoamericano es lo máximo. Allí se sabe si tú estás preparado para jugar con presión. Si el que juegue allí lo hace bien, ponle el cuño que ese pelotero tiene calidad. Y a todos les encanta jugar en el Latino precisamente por eso”.

 

¿Se ha perdido hoy en nuestro beisbol el pitcheo pegado y esa rivalidad de los años 80?

“Mucho. Y la culpa la tienen los árbitros, que han creado un mito con eso y cuando se lanza pegado, enseguida los bateadores protestan y llaman a los directores. Olvidamos que esa es la defensa del pitcher, lanzarte pegado para que tú no batees. Por eso es que los juegos de ahora no se parecen a los de antes y el pitcheo recibe más palos, porque están obligados a lanzar por el medio”.

 

¿Qué hacer para aumentar la calidad del béisbol cubano: cambio de estructura, mayor inserción internacional? 

“No creo que un cambio de estructura resuelva los problemas. Voy por la variante de mantenerla como está y aumentar los topes internacionales. La serie nacional no puede ser el único medidor para hacer un equipo Cuba porque aquí se conocen mucho los peloteros y se cuidan. Al que es amigo mío no quiero afectarlo y juegan de amistad. Entonces al contrario de ese amigo se lleva más recio. Así sucede lamentablemente, pero cuando se hace un tope la cosa cambia”.

 

¿Cómo valora la situación del béisbol pinareño luego del título en la pasada campaña y el estado de opinión generado porque ningún pelotero estuvo en el equipo nacional?

Los muchachos lo que quieren ahora es jugar pelota y ya borraron lo que pasó. Ahí tienes, por ejemplo, el bateo de Quintana. Eso significa que tienen en la mente solo el campeonato actual y tratar de hacer las cosas bien para ver si vuelven a un entrenamiento del equipo Cuba”.

 

Lo compararon varias veces con Roberto Clemente, el más grande pelotero latino de Grandes Ligas. ¿Cómo se siente con esa comparación?

“No puedo decir si es válida o no la comparación. Nunca vi jugar a Clemente, pero quienes la hacen es porque nos vieron jugar a los dos. Si lo dicen sus motivos tendrán”.

 

¿Y el calificativo de Señor pelotero?

“Si lo dijo Salamanca, entonces me considero así. Porque él nunca se equivocó y le puso sobrenombres a distintos jugadores. Cabe pensar que es cierto”.

 Casanova se ríe y suelta su última frase: “Muchas gracias por la entrevista y si alguien tiene duda de lo que he dicho que me llamen a la casa”.

Comentarios

El mejor pelotero que vi jugar .... sin dudas .. humilde .. sin miedo.. nunca amarillo y siempre dio el batazo cuando fue necesario.....excelente defensa y brazo espectacular..En ese si se pueden inspirar los jovenes.
Indudablemente que es el eterno señor pelotero; debía ser cátedra para las nuevas generaciones de atletas que vayan surgiendo. Aprender de él en todos los aspectos. Felicidades, Casanova, y gracias por la entrevista, que nos trae buenos recuerdos a los amantes de las bolas y los strikes.
Es una pena que estén en la televisión poniendo juegos de fútbol de otros países y épocas, y juegos de nuestra pelota con estas figuras, los tengan guardados. Por eso y otras cosas nuestra pelota se estanca.
No hay ninguna duda de lo dicho por Casanova y Salamanca le puso bien el apodo, yo tuve la suerte de verlo jugar.

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