El regreso de un hijo cienfueguero

El regreso de un hijo cienfueguero
Fecha de publicación: 
11 Agosto 2014
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Es uno de los pintores contemporáneos cubanos de mayores conquistas. Su trazo, paisajístico y minucioso, ha sido recompensado en más de 30 países con fervorosos aplausos y críticas. Sus obras han adornado disímiles galerías de renombre internacional. Pese a esto, Tomás Sánchez decide volver a sus esencias y beber de la tierra junto a la gente que lo vio emerger y consolidarse en el mundo de las artes visuales.

Esta vez el artista, nacido en el cienfueguero municipio de Aguada de Pasajeros (al centro sur de Cuba) en 1948, sustituye el pincel por la cámara de fotografía digital, aunque le advierto, el resultado es el mismo: imponentes paisajes captados con una sensibilidad abrumadora, capaces de sumergir al espectador en un limbo visual.

En la muestra, titulada Notas al paso y que estará abierta al público en el Centro Provincial de Arte de la Perla del Sur durante los meses veraniegos, se aprecia un excelente manejo de la luz natural: amaneceres, crepúsculos y escenas anubladas introducen a los asistentes en el majestuoso mundo de la naturaleza, por momentos plácida, serena y por otros, tormentosa, rebelde, inquietante…

Al decir del crítico Jorge Fernández Torres en su artículo Tomás Sánchez y los estados de la mente, “esta serie de fotografías juegan con una luz libre, contrastada, alejada de cualquier estereotipo, porque es ella quien marca el ritmo de la composición”.

Las piezas Isla lejana; Drama; Misterio de isla y rocas; Inquieto aquí, sereno allá; El fraile; Roca bruja; Gratitud, entre otras, nos dan un paseo de elevados quilates fotográficos por paisajes de la isla Guanacaste, en Costa Rica y de Cuba, pero que no son “meramente paisajes sino «estados de la mente» que dan cuenta de la experiencia interior”, apunta Fernando Castro Flórez, en su ensayo El testigo de la belleza. Una aproximación a los “estados de la mente” de Tomás Sánchez.

Con estas fotos a color y en grandes formatos, se materializa el sueño del también grabador y escultor de volver a exponer en su terruño, porque según confesó a OnCuba, nunca se fue de la isla. Ojalá la nostalgia haya sido saldada en ambas partes (creador y público), pero confiemos en que no haya sido suficiente. Con el regreso de este hijo cienfueguero seguro se desataron otras sensaciones que esperemos, para bien de quienes saben apreciar su talento, se satisfagan con más y mejor arte.

Credenciales creativas
        

Con diversos premios y muestras personales y colectivas, Tomás Sánchez resulta actualmente uno de los más cotizados artistas de la plástica cubana. También grabador y escultor, graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro y de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1971, este creador incursionó además en la docencia, una época que confesó disfrutar enormemente. Grandes exponentes del arte contemporáneo caribeño fueron sus discípulos: Cosme Proenza, Moisés Finalé, Zaida del Río, Pablo Borges, Gustavo Pérez Monzón y otros.

Entre los lauros más significativos de su carrera figuran el Premio Internacional de Dibujo “Joan Miró” en su XIX edición, el cual disparó su carrera en 1980 al escenario mundial; el Premio Nacional de Pintura de la primera Bienal de la Habana en 1984 y la Medalla American V Bienal de Artes Gráficas, Cali, Colombia hacia 1986. Desde 1995 se ha establecido en Costa Rica, aunque ha residido indistintamente en la capital cubana, Miami y México.
 

Su quehacer pictórico por más de cincuenta añosle ha valido para exhibir sus obras de forma personal en el Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana (Tomás Sánchez. Retrospectiva en 1985); en el Museum of Art, de Florida, Estados Unidos (Tomás Sánchez. Different Worlds en 1996) y el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey en México (Tomás Sánchez Retrospectiva en 2008).

De él, el colombiano premio nobel de literatura Gabriel García Márquez ha escrito: “Creo que el destino de Tomás Sánchez es crear con su obra el modelo del mundo que debemos construir de la nada después del Juicio Final. La idea se le ocurrió a un viejo que se había propuesto explorar trazo por trazo los paisajes milimétricos de Tomás Sánchez para descubrir los secretos de su arte, y todavía no ha vuelto a casa. Empezó por extraviarse en el ámbito de las hojas más cercanas, copió sus nervaduras geométricas, sus estomas sedientos creyendo divagar por un bosque fácil cuyo mérito se fundaba en la repetición, y terminó por descubrir lo contrario: no había hojas idénticas”.

 

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