EN LIBRERÍAS: Crónicas de Enrique Núñez Rodríguez

EN LIBRERÍAS: Crónicas de Enrique Núñez Rodríguez
Fecha de publicación: 
21 Julio 2014
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En un país con una tradición de columnas periodísticas bastante desigual, Enrique Núñez Rodríguez marcó hitos durante años en las páginas de Juventud Rebelde. Domingo tras domingo, durante más de una década, Núñez Rodríguez mantuvo su espacio en el fondo de una página. Nunca quiso salir de ahí, incluso cuando algunos lectores le sugirieron que tenía hacía mucho tiempo prestigio y obra como para encabezar la plana. Pero Enrique Núñez Rodríguez era un hombre esencialmente modesto. Aunque muchas de sus crónicas lo tenían a él mismo como protagonista, al final eran un fresco muy vivo de una época, de un conjunto de tradiciones, de una manera de vivir.

La historia mínima, la historia de nosotros, los vecinos de la cuadra. No es que Núñez Rodríguez no se ocupara de grandes personalidades, de auténticas celebridades… pero el punto de vista casi siempre era el del hombre común y corriente, testigo y sostén de los grandes acontecimientos. En el prólogo del libro que nos ocupa, El vecino de los bajos: 99 "nuevas" crónicas (Ediciones Unión) el escritor Abel Prieto lo explica: Cuando iba a escoger el núcleo de una crónica, el ángulo para abordarlo y su personaje central, Enrique se colocaba en las antípodas del periodismo efectista. Adoptaba un punto de vista antagónico al del paparazzi, al del cazador de escándalos, de famosos, de estrellas. En todo caso, Enrique sería más bien un cazador de situaciones insignificantes, que resultaban, de súbito, iluminadoras, y de seres anónimos".

Hay que decirlo: qué falta le hacen al periodismo cubano contemporáneo cronistas como Enrique Núñez Rodríguez. Basta recorrer la mayoría de nuestras publicaciones para notar que la vocación orientativa y educativa —muchas veces con un didactismo profesoral y un poco demodé— consigue más espacios que las historias de vida, que las narraciones de costumbres. Juventud Rebelde, hay que reconocerlo, es el periódico que más lo hace, lo que no quiere decir que sea suficiente.

Enrique Núñez Rodríguez, lo apunta Abel Prieto y lo ha dicho mucha gente, fue el último de nuestros grandes costumbristas. Y es obvio que en años de furiosa globalización, de la que obviamente no escapamos ni podemos escapar, necesitamos las anclas del costumbrismo para no perder el rumbo.

Y le hace falta también a nuestro periodismo otra vocación que en Enrique afloraba con pasmosa naturalidad: la vocación de estilo, ese saber mostrarse y definirse a la hora de escribir, hasta el punto de que el lector llegara a decir: eso solo lo pudo haber escrito así Enrique Núñez Rodríguez.

Demasiada impersonalidad hay en nuestros medios, demasiada grisura, muy poco vuelo. Afortunadamente hay algunas voces peculiares, pero con toda franqueza: hace falta una proyección más concreta, un apoyo más decidido de los editores, más compromiso y ganas de hacer…

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