Kervin Barreto, el trompeta cubano que suena en Calle 13
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En su familia hay contrabajistas, trombonistas, directores de orquesta… y él, por supuesto, llevaba el ritmo en la sangre.
Kervin nació en Camagüey y allá estudió en la escuela vocacional de arte Luis Casas Romero, de la cual se siente orgulloso. Luego ingresó en la ENA y gracias al ambiente de este centro pudo tener de cerca a grandes músicos como los Irakere. En ellos encontró el camino que más le apasionaba: la música creativa o improvisada, según el vocabulario del jazz. De hecho participó en un par de ocasiones en el festival JoJazz para jóvenes talentos del género y obtuvo segundo y tercer lugar en cada ocasión.
Comenzó a tocar con el grupo Klímax y grabó dos álbumes con Giraldo Piloto. En uno de estos fonogramas quedó registrado, por primera vez, su solo de trompeta. Era su carta de presentación. “Por eso Piloto para mí es como un padre que me dio la oportunidad, el voto de confianza para mostrarme ante el público”, comenta Kervin.
En Calle 13 hay tres músicos cubanos: el saxofonista Maykel Vistel, el percusionista Frank David y Kervin Barreto. La trompeta de este último y en general la cuerda de los metales es una de las pocas cosas que se producen en vivo en las actuaciones de esta popular banda, además del discurso de su líder René. O sea, que Kervin no es de los músicos que reproduce lo escrito en un papel, sino que siempre aporta algo más.
¿Cómo viviste el inicio de tu vida profesional?
Empecé a trabajar con Piloto desde mis 17 años y tuve la oportunidad de conocer varios países y festivales de jazz, como el de la Heineken en Curazao, con Changuito y Tata Güines, fue una gran experiencia.
Tocando con Klímax en Canadá conocí a Jane Bunet, una saxofonista y compositora canadiense, una institución de la música en su país. Ella es como decir Chucho Valdés para nosotros. Ella y su esposo Larry Cramet han apoyado a muchos jóvenes jazzistas cubanos como Yasek Manzano.
Ellos me propusieron ser mis mentores- lo cual puede tener gran impacto en la carrera de alguien que está empezando- y a mí me ayudo mucho. Me abrieron la avenida y colaboré en dos discos de ellos, nominados al Grammy y ganadores de los premios Juno. Ellos creyeron en mí, eso fue hace 10 años, ha llovido bastante ya, pero no hubiera sido igual sin el patrocinio de ellos.
A los jazzistas aquí nos hace falta más información, se necesita interactuar más con otros músicos, hay que canalizar esa información de aquí para allá y de allá para acá. Mientras más alto podamos colgar la bandera cubana, mejor. Sería egoísmo que todo se quedara en nuestro patio, hay que exportar más cultura cubana.
Te creciste en Canadá…
Canadá me abrió las puertas, fui un año a la facultad de jazz en el Humber College. Fue buenísimo pues aprendí mucho de la cultura del jazz. Gracias a esa beca que obtuve pude compartir escenario con el saxofonista americano muy famoso, Michael Breker; grabé un álbum con la Big Band de la escuela y con el pianista Barry Harry, que tocaba con Charlie Parker, y otros grandes de la música norteamericana.
Gracias a la ayuda del consulado de las artes en Toronto hice mi primer álbum, First Impulse, de mi autoría. Este es un trabajo compilatorio de obras de más de 10 años; son cosas que hice cuando estudiaba en la ENA y hasta hoy. La felicidad es que lo hice con amigos.
¿Quiénes te acompañan en el disco?
Compañeros de estudio: David Virelles, pianista santiaguero, un súper talento de estos tiempos, vive en Nueva York y lo considero uno de los mejores pianistas de Cuba. Él comparte autoría conmigo en el tema Continum.
También trabajé en el disco con Luis Guerra, otro pianista, compañero de cuarto en la ENA. Actualmente vive en Madrid y toca con su coterráneo Alain Pérez, el bajista de Paco de Lucía.
Me acompañan en First Impulse otros músicos que viven fuera de Cuba y mantienen proyectos con importantes artistas Estados Unidos y Canadá, como Luis Denis y Francisco Mela. Me enorgullezco de contar con la participación de Changuito y Jane Bunet en mi álbum.
Este es un disco que rescata nuestras raíces afrocubanas, es una mezcla de música creativa y occidental.
¿Qué trayectoria ha tenido First Impulse?
Hicimos varios conciertos de presentación en de Canadá y Europa. Fue en el Viejo Mundo donde conocí a los Calle 13.
¿Y desde ese momento te insertaste en la banda?
Llegué a ellos por Diana Fuentes, esposa de Eduardo Cabra (Visitante). Ella y yo estudiamos juntos.
Eso fue en junio de 2011, me quedé unos meses con Calle 13, en su gira por Europa, y Eduardo me ofreció un contrato hasta 2016. Mi interés hasta ese momento era hacer mi carrera independiente, de hecho tengo un compromiso de hacer otro disco con el consulado de las artes de Canadá.
Cuando hablas de cómo entraste en Calle 13, suena fácil por lo que cuentas, pero en realidad ¿cuán difícil puede ser para un joven músico cubano insertarse en bandas internacionales de renombre?
Es bien difícil, la suerte es un factor grande. Pienso que una cosa que me favoreció fue vivir fuera de Cuba y lo otro era ser amigo de Diana, ella depositó confianza en mí en un momento en que Calle 13 necesitaba metales.
¿Qué te gusta de tocar con Calle 13?
Con Calle 13 se siente súper bien porque tenemos libertades para hacer mucho con poco.
¿A qué te refieres?
La música de Calle 13 es muy diferente a lo que yo hago. Es una música minimalista y se le saca mucho provecho, es como trasmitir un mensaje a miles de personas con dos líneas.
Ese es el compromiso más grande que tengo con esta banda que no tiene que ver con mi música.
¿Te consideras un jazzista?
No precisamente, soy un músico que hace música creativa e improvisada dentro del vocabulario del jazz. Me considero más rumbero o sonero, más del folclor. No me gusta ponerle clasificaciones a las cosas. Lo que comparto con los jazzistas es que improviso como ellos.
Tocar con Calle 13 es una bendición. Gracias a ellos le he dado la vuelta a Latinoamérica, además de conocer, eso nos ayuda a valorar más lo que uno tiene y de dónde se viene, aunque es muy importante también saber a dónde uno va. El pasado es linterna para el futuro, para comprender nuestras raíces.
¿Tocando la música de ellos sientes que puedes defender las raíces cubanas?
Sí, me identifico porque ellos explotan todo lo afrolatino y lo hacen lo más auténtico posible. Con Calle 13 he podido ver lo que realmente es nuestro continente.
¿Y esta experiencia de reconocimiento de tu continente podría ser inspiración para un próximo disco, un “second impulse”?
Claro, a raíz de esto, de ver tanto de lo que tenemos y no hemos explotado, estoy inmerso en un proyecto con el Afrocuba de Matanzas y el objetivo es hacer una compilación de la música cubana. Ya sé que existe una antología pero mi idea es hacerla audiovisual, para lograr un acercamiento a las personas neófitas, abrirle los ojos y mostrarle todo lo que tenemos. Con la versión audiovisual la recepción es más rápida, más dinámica.
En todos estos años he viajado mucho y me di cuenta de que no tengo que ir a otro lado porque todo lo que tengo que hacer está en el patio. Estos viajes me han abierto los ojos.
Lo que hago con Afrocuba empezó con la música abacuá y pienso continuarlo con las demás etnias de la música afrocubana. Estamos trabajando sobre lo que se puede hacer público, ellos tienen ritos que no divulgan. Luego seguiremos con los tambores arará, añá, batá, los güiros, el tambor Iyé sa…
Por el momento es una producción independiente. Luego habrá una disquera que lo haga circular. Espero que alguna disquera cubana lo considere.
El capítulo abacuá pienso presentarlo en Cubadisco 2015. El reto grande es llevarlo al estudio y orquestarlo sin que pierda la esencia de lo que ellos hacen.
Con este proyecto, más allá de plasmar tus inquietudes musicales, estás trabajando como un investigador, un promotor…
Exactamente es eso. Yo soy padre ya, o sea, no se trata más de mí y mi profesión. Aunque este trabajo es bien personal no es para mi consumo individual sino para abrirle los ojos a quienes no pueden ver, mostrarles nuestras raíces, lo que somos.
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