¡No me pongas esa letra! ( + VIDEO)

¡No me pongas esa letra! ( + VIDEO)
Fecha de publicación: 
3 Octubre 2014
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Caballero, de verdad que en este país la sabiduría está en las calles, el más pinto de la paloma te da una lección para toda la vida o, cuando menos, te deja pensando. Esta mañana, en un súper almendrón de diez pesos venía este par de mulatas como Dios mandó que nacieran en Cuba, conversando sobre unos dolores de cabeza que le estaban “partiendo el cerebro” a una de ellas.

La amiga muy preocupada y evidentemente aficionada a las ciencias médicas, le aconsejó ocuparse y le enumeró las posibles causas y consecuencias que podían llegar, según ella, hasta a un derrame cerebral, volverse loca o quedarse inválida, más insultada que miedosa la “paciente” soltó la frase como si no pudiera retenerla entre la lengua y los dientes: “No mi hermana, tú no eres médico, así que no me pongas esa letra”.

Apretaditos como vamos en estos taxis y muy a pesar del Yonki que sonaba más alto que su propio peinado, no pude evitar escuchar la conversación y quedarme conectada luego con la cantidad de personas que conozco quienes tienden, como aquella señora, a ver siempre el vaso medio vacío y nunca medio lleno.

Rodeados de pesimistas...

La verdad, no son pocas, pero el primer rostro que me vino a la mente fue el de una amiga de mi familia, que llega todas las mañana con una queja sobre el clima: demasiado frío, me congelo; demasiado calor, me derrito; esta llovedera, me da catarro; cómo está el sol, no lo aguanto… en definitiva, sean grises o iluminados, nunca, jamás, le gustan los días.

Luego recordé una larga fila de los que viven aterrorizados, cualquier amenaza les sirve: dicen que van a quitar el arroz adicional de la cuota, dicen que van a poner  los huevos por la libre, dicen que van a cambiar el gas de balón por el de balita, dicen que van a reducir plantilla en los centros de trabajo, dicen que tal vez hay vida en la luna, desde lo más simple hasta lo más complejo, desde lo más próximo hasta lo más lejano, todo lo proyectan en el peor escenario.

Ah, y si se quedaran con su mal agüero y cargaran esa voluntaria cruz en silencio, pero no, necesitan compartirla, te empujan hasta el mismo laberinto de preocupaciones y si te pones suave de un momento a otro te descubres al borde de un ataque de nervios o de una incisión en la vena más visible.

Esa letra que vive la mulata del almendrón y otro montón de seres humanos se llama pesimismo y es altamente contagiosa y degenerativa, lo ideal contra ella es la prevención, porque curarla cuesta trabajo. He aquí cómo lo define la Wikipedia:

“Pesimismo (del latín pessimum, "lo peor"), es un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis leibniziana) que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo (Schopenhauer) y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana. Desde el punto de vista psicológico, constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la enfermedad conocida como depresión.”

Seguramente el dilogun de los santeros cubanos o el sistema oracular de Ifa tienen también explicaciones, refranes y consejos para esto que no puede ser otra cosa que un osobo (detención o atraso en la religión afrocubana), así que por favor caballero, tiene mucha razón mi compañera de taxi: a nadie le hace bien que le pongan esa letra.

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