Sensatez y quimeras: Variables perennes en el chico de las tres «P»

Sensatez y quimeras: Variables perennes en el chico de las tres «P»
Fecha de publicación: 
3 Enero 2014
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Según Carlos Gardel, 20 años no son nada. Para el triplista Pedro Pablo Pichardo (30 de junio de 1993) significan mucho, el repunte total en su carrera, su inserción en el firmamento atlético, patentada por sus pinchos y ese brinco plateado de 17.68 metros en el Mundial de Moscú.

Digamos entonces que para este muchacho pausado, dueño de secretos a la hora de saltar aún indescifrables —por más que intenté “engatusarlo”, no soltó prenda en nuestra plática—, y con una influencia paterna incuestionable, el número 20 y el uno constituyen referentes en su vida, marcada por sensatez y quimeras. El uno, muchos inferirán por qué, en el horizonte de sus ambiciones atléticas está el convertirse en el mejor hombre de su modalidad.

La conversación esta vez difirió de la sostenida en nuestro primer encuentro serio. Entonces corría el mes de marzo y flameantes estaban sus 17.16 conseguidos el 15 de febrero, y en la Copa Cuba se lesionó su tobillo. Había enorme expectación sobre otro duelo con Ernesto Revé (en definitiva se estiró hasta 17.46) y se le apagó el brillo de sus ojos, esa furia implacable evidenciada luego en Moscú ante Teddy Thamgo (18.04), manifestada en cada nuevo intento.

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Ahora Pichardo dio otra muestra de su solidez de cara al Mundial bajo techo de Sopot, Polonia, entre el 7 y el 9 de marzo del 2014, y otros compromisos proyectados para la gira invernal, la cual sería la primera de su carrera deportiva. Con apenas siete pasos de carrera, el santiaguero de 1.86 metros de estatura y 70 kilogramos de peso se estiró hasta 17.32 en el control correspondiente a los Juegos Cerro Pelado.

 

Así, sacudiéndose la arena de sus piernas y cambiando los pinchos por las zapatillas más confortables, iniciamos nuestra secuencia de “seis” preguntas y respuestas con Cubasí:

 

Registraste 17.69 a pocos días de cumplir los 20 años. Se combinó ese crono con tu primera gira atlética y el subcampeonato universal en la capital rusa… ¿Cómo valoras el año 2013?

 

Los resultados demuestran que ha sido mi mejor año. La primera etapa fue mala, no solo por la lesión del tobillo, sino también por la adaptación al cambio de entrenador. Ricardo Ponce es muy bueno, pero en lo personal mi padre es mi ídolo, además de mi entrenador desde los seis años. Aún hoy me aconseja, mantenemos estrecha comunicación, Ponce es conciente de mi apego, considero que el plan por el que nos regimos es idóneo y todo fluye con ese vínculo que hemos establecido entre los tres. La segunda etapa ya me sentí mucho más cómodo. Fue el momento de saltos importantes como 17.31 y luego el 17.69 del Memorial Barrientos.

 

Con ese aval partí a la gira, primero estaba en schock, los rivales, los escenarios, esa tensión de debutar al máximo nivel y querer hacerlo bien. Entré en calor poco a poco y en ese sentido Lausana califica como el punto de estrés máximo, y el giro en materia de confianza adquirida también. Allí tuve una secuencia muy sólida con marcas de 17.32, 17.43 y un último salto de 17.58. Descubrí que los estadounidenses Christian Taylor y Will Claye, el italiano Danielle Greco y otros saltadores establecidos en la elite no son invencibles. Esa dosis de certeza y seguridad en el plano psicológico es un complemento esencial.

 

¿Moscú?

 

Esa experiencia ante contrarios rankeados me ayudó a llegar a Moscú mucho más relajado. Nunca los 12 clasificados, —esta vez tampoco fue la excepción, pues de 21 inscritos solo cinco saltaron sobre 17 metros— sobrepasan los 17 metros y la estrategia fue no exigirme al máximo y guardar el extra para la definición al día siguiente.

 

Allí traté de poner en práctica mi máxima. Buscar un primer salto grande, ese capaz de desconcertar a los rivales. Y hasta cierto punto el 17.38 inicial lo fue. Entonces el francés Thamgo se apareció con ese 17.65. Ahí comenzó la competencia para mí, aumentó la motivación, me gusta exigirme y riposté con 17.68. Él igualó esa marca y luego cerró a todo tren con ese descomunal 18.04. Fue un duelo intenso y muy interesante, salí a buscar más en cada intento, lo desafié, la adrenalina desbordada fue absoluta y creo que él lo sintió igual, pues venía de recuperarse de una lesión y casi un año alejado de la alta competición.

 

Digamos que fue mi estreno y mi momento más feliz hasta ahora. Un mundial de categoría absoluta no tiene comparación al cetro universal juvenil de Barcelona 2012, además de que allí no gané con una cota muy buena (16.79).

 

La técnica y otras mañas…

 

Todo comienza antes, suelo calentar con música, la considero muy relajante y me ayuda a adquirir esa capacidad de enajenación con la cual compito siempre. Es parte de mi enfoque. Salto con 14 pasos de carrera de impulso y tres de volante. En mis dos horas y media de entrenamiento diaria siempre le confiero a la velocidad y la carrera un peso crucial. Martes y jueves son los días más intensos, combino la técnica con el físico. La realización de tramos, el moderar los tiempos, ese control, son elementos vitales. En lo personal soy un triplista muy rápido. Antes solía correr 100 metros en las categorías inferiores y llegué a cronometrar 10.25 con cronometraje manual. Un aprovechamiento adecuado de esa rapidez se traduce en centímetros, resultados. El brinco (posee uno de 6.80 metros) es mi mejor elemento, ese ataque inicial al despegar en la tabla. Luego está el paso, justo ahí debo enfatizar, pues los técnicos sugieren que de subir más la rodilla y coordinar mejor el péndulo debo ganar entre 20-30 centímetros. El resto… secreto de estado.

 

Rivales y horizontes…

 

Esta será una experiencia distinta e igualmente nueva para mí. Saltar en pista cubierta, sin aire, con otras condiciones. Espero adaptarme en los tres o cuatro mítines previos que tendré al Mundial. Los rivales serán los mismos. Los italianos Greco y Donato saltan muy bien bajo techo. A Taylor le voy ganando tres-dos en las confrontaciones particulares, y Thamgo es excepcional, pero no de otra galaxia. Mi aspiración es ganar. El tanque tendrá la última palabra. Luego quisiera insertarme de a lleno en la Liga de Diamante, participar más. Este año con apenas tres competencias culminé tercero de la clasificación general.

 

Esa ruta crítica competitiva bien planificada y diseñada debe traducirse en el complemento idóneo a mi crecimiento como triplista. Definitivamente voy por más en el 2014.

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