Abre la botella que vamos a brindar…

Abre la botella y ten el cubo con agua detrás de la puerta y prepárate para los abrazos de todo tipo: el abrazo sudado del primo que más baila, el protector y tierno de la madre, el melancólico del abuelito que inevitablemente recuerda los setenta y tanto fines de año de su vida, el eufórico de los niños que no entienden de Calabacita si es 31 de diciembre, el apretón, más que abrazo, de los vecinos con los que te encontrarás en medio de la calle, porque a esa hora casi todas las casas de Cuba son pequeñas para festejar.

¿De qué es la botella? Bueno, muchos se procuran su sidrita, hay quien puede con champagne “de verdad”, otros resuelven con una botellita de tinto Soroa y no faltan los que, sin complejos, degustan un vinito dulce, hecho en casa, porque lo importante no es la bebida que va en el vaso, sino las energías que van en el brindis.

Para despedir un año y entrarle al siguiente con el pie derecho, los cubanos no necesitamos uvas importadas, ni turrones caros, ni árboles de Navidad con lucecitas de colores, ni disfraces de un Santa Claus friolento que solo nos servirían para derretirnos en nuestro caluroso invierno, lo cual es paradójico, pero cierto: ¡tremendo calor está haciendo en Cuba este diciembre!

Pa` los de aquí…

Para la mayoría, lo imprescindible es el pedazo de carne de cerdo, la yuquita con mojo, una ensalada de lo que haya… en definitiva la comida en familia. Esa viene siendo la constante, aunque cada vez son más diversas las maneras en que los cubanos celebramos el fin de año en la isla.

De preguntona me fui por el barrio a averiguar lo que haría la gente de Cuba para esperar el 2014, lo que necesitan para decir al día siguiente: “la pasé bien” y ahí les cuento:

Ana Vilma quiere “tranquilidad, mi carnita, mi congrí, mi ensaladita y unos buñuelitos, para comer en familia”. Dariel tiene su propio plan: “la comida normal y una musiquita, un traguito y mi “jevita” para pasarla bien”.

A Miguelito sí le gusta la fiesta: “a mí no me preocupa la comida, yo saco mis bafles y pongo música para toda la cuadra, porque hay que empezar el año con diversión, con alegría, fiesta, mucha fiesta”.

Para Javier lo más importante es “la compañía, porque puedes tener todo y si estás rodeado de unos pesados y  unos sangrones te pasaste el día pinchando y por la noche te lo echan a perder”.

Lo de Candita es la televisión: “ah sí, yo sí veo todo lo que ponen ese día, los programas musicales con los Van Van y todo eso a mí me encantan y a las doce que cantan felicidades y después ponen el himno tener a todos mis pollitos ahí para felicitarlos y abrazarlos”.

Barbarita, la enfermera, tiene guardia en el Hospital Provincial “así que mi fiesta será el primero, a la hora que llegue, muerta del sueño y todo me doy un baño y ya aclaré que quiero a todo el mundo esperándome, ese día hacemos la comida rica y compartimos”.

Giselle reservó en un restaurante: “me llevo a toda la familia, para que mi mamá no tenga que estar en las cocina obstinada, que ese es un día para disfrutarlo y desearnos todos muchas cosas buenas, sobre todo salud que lo demás viene solo”.

Pa` los de allá…

Viajes a Cuba por prescripción médica, sí, porque el desarraigo se presenta en fin de año como una patología psicológica con somatizaciones y todo. No exagero, ahí está el caso de esta cubana que vive en Suiza y fue a ver al doctor por estos días: dolores en todo el cuerpo, malestar general… ¿La gripe? Después de un minucioso examen físico la recomendación del galeno fue: “Señora, váyase para su casa, ponga música cubana y prepárese un traguito, que usted lo que tiene es desarraigo”.

No por gusto tantos cubanos  deciden aumentar la dosis del mismo tratamiento, se toman unas merecidas vacaciones luego de trabajar duro todo el año y vuelan a su patria, a su puerto seguro,  a sus familias, porque estas fechas remueven las nostalgias y como me dijo una cubanoamericana: “es mejor “la candela” con cariñito que el yuma con frialdad”.

Pa` todos los cubanos la felicidad

Cada uno a su manera, echando mano a toda la fe y a muchas supersticiones, los de aquí, los de allá, los cubanos todos despiden el año con alegría, con un optimismo que se contagia, reciben el próximo en familia, en comunidad, porque el calor del ambiente es mucho pero no es tanto como el calor humano que los nativos de esta islita feliz necesitamos para vivir.