Las Memorias de Daniel (XIV): Café con leche a la americana

Las Memorias de Daniel (XIV): Café con leche a la americana
Fecha de publicación: 
22 Noviembre 2011
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En el mes de noviembre del 2004 fui invitado a una actividad especial en la SINA.  Un profesor de la FIU daría una teleconferencia a un grupo de “periodistas independientes” y Kelly Keiderling quería que observara detenidamente al grupo allí reunido y luego le diera una opinión sobre ellos. Sabía que era una tarea difícil,  porque la opinión que siempre daba de la prensa mercenaria era la peor, criterio este que por suerte compartía con Kelly y otros muchos funcionarios norteamericanos.

La misión encomendada por la entonces jefa de la oficina de prensa y cultura de la Sección de Intereses de los EEUU, consistía en redactar un informe que sería entregado a “altas instancias” según dijo.

Desde el inicio aquello parecía un circo. En una sala con una gran pantalla y un equipo de comunicaciones sobre una mesa, estaban los mercenarios dirigidos por Kelly. Detrás, protegidos por un cristal de la vista de los “periodistas independientes” estaban reunidos 6 funcionarios de la SINA. Desde ese lugar podíamos observar lo que ocurría sin problemas. Sobre una mesa, pasteles, galletas, caramelos, termos de café, té y leche caliente, refrescos y otras mil chucherías.

La pantalla se iluminó y el profesor de la FIU dio las buenas tardes y se presentó. Kelly agradeció la oportunidad que la universidad brindaba a la “prensa independiente” para su superación profesional. Los plumíferos asalariados se presentaron, eran cuatro, tres hombres y una mujer.

Luego de las rimbombantes y cipayas presentaciones y digo cipayas porque las agencias de prensa a las que decían pertenecer llevaban todas ridículas nombres en inglés, y rimbombantes porque todos se presentaron como grandes profesionales y valerosos defensores de la libertad de expresión, dándose un bombo increíble.

Luego de transcurridos los primeros minutos introductorios de la clase, el profesor pasó a preguntar a los peones del imperio cómo ellos enviaban la noticia a medios de prensa en el extranjero. Más mal que bien, luego de algunas imprecisiones y tartamudeos, lograron explicar que ellos no elaboraban la noticia, sino que mandaban la idea a una persona en la agencia que le daba forma o la enviaban directo a la prensa extranjera con igual fin. Dijeron trabajar fundamentalmente para Radio Martí y para Cubanet.

El profesor entonces preguntó como ellos lograban que lo que escribían fuera noticia y allí mismo se formó, no había forma de que aquellos “cultos” jornaleros de la prensa enemiga de Cuba comprendieran lo que se les preguntaba. Uno que se llamaba a si mismo veterano periodista, respondió que el mandaba la noticia por teléfono para Radió Martí, la muchacha, callada hasta ese momento se esforzó por explicar el trabajo que pasaba para llegar a La Habana y entrar a la SINA para conectarse a Internet, otro de los tipos aquellos trataba de explicar la importancia que tenía  su agencia en la lucha por los derechos humanos, ninguno lograba responder correctamente.

El conferencista desesperaba a ojos vistas, trató de explicar “miren, en el mundo se generan millones de noticias todos los días, como usted logra que un lector en los EEUU, Chile o Noruega, escoja su información por encima de esos millones de crónicas, artículos, relatos, noticias etc. Cómo lograr que un italiano prefiera leer sus escritos a leer lo último publicado sobre la liga de futbol italiano” Los disparates llovieron, era increíble el nivel de ignorancia de esa gente.

Los mercenarios hablaron de torturas, de prisiones injustas, de increíbles maltratos que parecían sacados de una novela de horror, algo inimaginable en nuestra patria. Nadie les creía, ni siquiera sus amos yanquis detrás del cristal, no lograban explicar de ninguna forma cómo lograban que las personas leyeran sus cosas.

No hubo manera, mientras las burradas llovían los funcionarios de la SINA bebían té o café con leche, masticaban sus galletas y dulces y reían divertidos. Llegó un momento en que aburridos dejaron de prestar atención a lo que ocurría del otro lado del vidrio.

Sentí vergüenza por aquellos compatriotas que eran motivo de chanza para los estadounidenses que me acompañaban, y que eran ejemplo de la baja calidad intelectual de aquellos supuestos informadores, eso por una parte, por otra orgullo, se constataba que en un país donde abundan los excelentes comunicadores, ninguno estaba al servicio del enemigo.

Terminada la teleconferencia, sin apenas resultados, Kelly hizo las conclusiones y despidió y agradeció al el profesor de la FIU el esfuerzo realizado.

Los funcionarios terminaron sus galletas, bebieron el café con leche que quedaba en las tazas y entregaron a los “destacados” gacetilleros de pacotilla, bolsos con libros de periodismo, una grabadora, cámara fotográfica y otros presentes.

Esa tarde hubo en el grupo de mediocres comunicadores, una persona que se destacó en especial, un periodista de la Isla de la Juventud, Carlos Serpa Maceira, quien preguntaba cosas realmente absurdas al profesor de la FIU y apenas dejaba poner una al resto de sus colegas. Su papel de mercenario fue perfectamente interpretado por Serpa, tuve en varias ocasiones la tentación de mandarle a callar la boca.

Carlos Serpa el agente Emilio de la Seguridad del Estado cubana

Pero felizmente un día de febrero del 2011 supe la verdad, detrás de esa falsa imagen de vulgar mercenario, se escondía un combatiente de la Revolución, Emilio para los Órganos de la Seguridad del Estado Cubano, una persona entregada al servicio de la patria, que fingía bien su papel de cipayo para poder defender mejor a su pueblo.

En abril tuve la suerte de conocerle junto a cinco hermanos más de las Razones de Cuba. El pequeño gran hombre, un valiente combatiente cubano, uno más de nuestro pueblo, que sacrificó en apariencia lo más grande que un ser humano tiene, el honor.

Pero ese día del 2004 escribí el informe para Kelly, objetivo y sincero, lleno de detalles y ejemplos de la mediocridad profesional de los servidores del Imperio, ella coincidió conmigo en el criterio de que poco se podía lograr con ellos, pero agregó que eran necesarios y había que lograr elevar sus conocimientos en lo posible. Ideamos un plan que nunca se cumplió, por razones obvias, yo también era, soy y seré un combatiente de la Revolución.

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